Jóvenes con fusiles de asalto: el descontrol de las armas en EE. UU.
Podríamos señalar a la Asociación Nacional del Rifle o a la oposición de los republicanos en el Congreso por no querer controlar el porte de armas en Estados Unidos, pero el asunto es más complicado.
Lo primero que hizo Salvador Ramos cuando cumplió 18 años fue comprar dos rifles de asalto; se avecinaba un ataque, y él mismo lo insinuó: “La policía cree que el hombre publicó fotos en redes sociales de dos armas que usó en el tiroteo”, se lee en la prensa de Estados Unidos. En esas imágenes se ve un rifle AR-15 con un cargador de alta capacidad: “Mis fotos de armas”, escribió Ramos en su cuenta de Instagram. Cuatro días después abrió fuego en la escuela primaria Robb, en Uvalde (Texas), y mató a 19 niños y dos mujeres adultas. Este miércoles, el gobernador Greg Abbott confirmó que Ramos utilizó un AR-15, uno de los fusiles más conocidos en Estados Unidos.
Por las balas de este rifle han muerto, en los últimos años, 20 niños en la escuela primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut (2012); 49 personas en una discoteca en Orlando, Florida (2016); 59 en un concierto en Nevada, Las Vegas (2017); 17 en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida (2018). Aunque esta masacre en Uvalde es el peor tiroteo en una escuela desde Sandy Hook hace casi 10 años, la lista de ataques es interminable, y no es difícil entender por qué.
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“Estados Unidos tiene muchas más armas que ciudadanos”, escribió Thomas Fuller, de The New York Times. Estamos hablando de 393 millones de armas de fuego, según la encuesta más reciente de Small Arms Survey, frente a 332 millones de habitantes. “Y la pandemia provocó una locura aún mayor por la compra de armas. La producción nacional anual aumentó de 3,9 millones en 2000 a 11,3 millones en 2020”, agregó Fuller. El Pew Research Center dio un balance similar en junio del año pasado: “Alrededor de un tercio de los adultos en el país dicen que poseen un arma”, se lee en el informe.
¿Y por qué el AR-15 y cuál es el lío con este tipo de fusiles? Este potente rifle aterriza en manos de cualquier persona con tal de que sea mayor de 21 años y no padezca una enfermedad mental, entre otras excepciones. “Con un simple video en Youtube, el usuario podrá emplear su rifle, que permite alcanzar blancos a 600 metros de distancia y puede disparar 30 balas de 45 milímetros en menos de un minuto”, se lee en una publicación de El País de España. ¿Una parte del problema? La legislación estadounidense: “El derecho del pueblo a poseer y portar armas no debe ser infringido”, dice la Segunda Enmienda de la Constitución.
Y aunque el derecho a portar armas no es ilimitado, adquirir un rifle como este puede ser más fácil dependiendo del estado. Se supone que solo las personas mayores de 21 años pueden comprar armas, pero una enmienda de 2021 al Código del Gobierno de Texas permite que los mayores de 18 años sean elegibles para una licencia de armas de fuego, si cumplen con todos los demás requisitos. Un asunto que da vía libre a que jóvenes como Salvador Ramos abran fuego en las escuelas del país. Y las escenas no dejan de ser impactantes con los años.
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Ramos entró a la escuela con una pistola y un rifle luego de estrellar su vehículo a las afueras del edificio. “Tan pronto como entró a la escuela comenzó a dispararles a los niños, maestros, cualquiera que se interpusiera en su camino”, dijo el portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas, el teniente Chris Olivárez. Tras el ataque, muchos padres tuvieron que hacer fila para entregar muestras de ADN, y así ayudar a las autoridades a identificar los restos de los niños que fueron asesinados. “La escena fue horrible. Entiendo que fue difícil reconocer algunos de los cuerpos tras la tragedia”, dijo uno de los voluntarios a CBS News.
Control de armas, ¿por qué es tan difícil regular este asunto?
Podríamos decir de arranque que el poder de la industria es una parte importante del problema. Aquí algunos datos claves: dos fabricantes están dominando el mercado de armas de fuego en Estados Unidos, según un informe publicado por el Times. Smith & Wesson representó 8,2 millones de armas producidas entre 2016 y 2020, el 17 % del mercado total. Y Sturm, Ruger & Company le siguió de cerca, con cifras de ventas y producción casi idénticas. De hecho, mientras redactábamos esta nota, y en medio de la conmoción que se vive en Estados Unidos tras la masacre, medios locales informaron que el índice bursátil de Smith & Wesson subió 9 %.
También podríamos señalar a la Asociación Nacional del Rifle (ANR), uno de los grupos más poderosos de EE. UU., por destinar un presupuesto sustancial para influir en las decisiones de los miembros del Congreso sobre la política de armas. “En términos de cabildeo, la NRA gasta oficialmente alrededor de US$3 millones por año para influir en la política de armas”, se lee en un artículo de la BBC.
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Pero para el analista político Ronald Brownstein hay un asunto de fondo mucho más complicado. “Los decepcionados defensores del control de armas y los ciudadanos comunes perplejos señalan con el dedo la influencia de la ANR o la oposición intransigente de los republicanos en el Congreso. Ambos son factores legítimos”, escribió Brownstein en The Atlantic. Pero el experto dice que la raíz de todos los males es el obstruccionismo. ¿Qué es? Se usa para ralentizar o bloquear un proyecto de ley o para impedir que una resolución no se vote. En otras palabras, es el culpable de que el Legislativo en EE. UU. no funcione como debería.
Esta regla arcaica que rige el Senado moderno dicta que antes de votar un proyecto, una supermayoría debe acceder a votar, y una mayoría simple debe aprobar el documento, en parte importante de los casos. Lo que esto hace en el marco de una polarización tan fuerte es que les da un poder inmenso a las minorías del Senado para que gobiernen. Para llegar a la votación, un proyecto necesita contar con el apoyo de 60 senadores. Si 40 se oponen, no hay votación. De hecho, ni en la práctica ni en el papel, los demócratas o los republicanos cuentan con semejante cantidad de apoyos en el Senado.
“Si hay alguna esperanza de que el Congreso actúe sobre el control de armas después de la tragedia de Uvalde, u otro tiroteo masivo en el futuro, es casi seguro que requerirá una reforma o la eliminación del obstruccionismo. De lo contrario, las reglas básicas de la política estadounidense seguirán permitiendo que los republicanos impongan sus prioridades, incluso cuando una clara mayoría de estadounidenses no esté de acuerdo”, dijo Brownstein.
Lo primero que hizo Salvador Ramos cuando cumplió 18 años fue comprar dos rifles de asalto; se avecinaba un ataque, y él mismo lo insinuó: “La policía cree que el hombre publicó fotos en redes sociales de dos armas que usó en el tiroteo”, se lee en la prensa de Estados Unidos. En esas imágenes se ve un rifle AR-15 con un cargador de alta capacidad: “Mis fotos de armas”, escribió Ramos en su cuenta de Instagram. Cuatro días después abrió fuego en la escuela primaria Robb, en Uvalde (Texas), y mató a 19 niños y dos mujeres adultas. Este miércoles, el gobernador Greg Abbott confirmó que Ramos utilizó un AR-15, uno de los fusiles más conocidos en Estados Unidos.
Por las balas de este rifle han muerto, en los últimos años, 20 niños en la escuela primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut (2012); 49 personas en una discoteca en Orlando, Florida (2016); 59 en un concierto en Nevada, Las Vegas (2017); 17 en la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas en Parkland, Florida (2018). Aunque esta masacre en Uvalde es el peor tiroteo en una escuela desde Sandy Hook hace casi 10 años, la lista de ataques es interminable, y no es difícil entender por qué.
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“Estados Unidos tiene muchas más armas que ciudadanos”, escribió Thomas Fuller, de The New York Times. Estamos hablando de 393 millones de armas de fuego, según la encuesta más reciente de Small Arms Survey, frente a 332 millones de habitantes. “Y la pandemia provocó una locura aún mayor por la compra de armas. La producción nacional anual aumentó de 3,9 millones en 2000 a 11,3 millones en 2020”, agregó Fuller. El Pew Research Center dio un balance similar en junio del año pasado: “Alrededor de un tercio de los adultos en el país dicen que poseen un arma”, se lee en el informe.
¿Y por qué el AR-15 y cuál es el lío con este tipo de fusiles? Este potente rifle aterriza en manos de cualquier persona con tal de que sea mayor de 21 años y no padezca una enfermedad mental, entre otras excepciones. “Con un simple video en Youtube, el usuario podrá emplear su rifle, que permite alcanzar blancos a 600 metros de distancia y puede disparar 30 balas de 45 milímetros en menos de un minuto”, se lee en una publicación de El País de España. ¿Una parte del problema? La legislación estadounidense: “El derecho del pueblo a poseer y portar armas no debe ser infringido”, dice la Segunda Enmienda de la Constitución.
Y aunque el derecho a portar armas no es ilimitado, adquirir un rifle como este puede ser más fácil dependiendo del estado. Se supone que solo las personas mayores de 21 años pueden comprar armas, pero una enmienda de 2021 al Código del Gobierno de Texas permite que los mayores de 18 años sean elegibles para una licencia de armas de fuego, si cumplen con todos los demás requisitos. Un asunto que da vía libre a que jóvenes como Salvador Ramos abran fuego en las escuelas del país. Y las escenas no dejan de ser impactantes con los años.
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Ramos entró a la escuela con una pistola y un rifle luego de estrellar su vehículo a las afueras del edificio. “Tan pronto como entró a la escuela comenzó a dispararles a los niños, maestros, cualquiera que se interpusiera en su camino”, dijo el portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas, el teniente Chris Olivárez. Tras el ataque, muchos padres tuvieron que hacer fila para entregar muestras de ADN, y así ayudar a las autoridades a identificar los restos de los niños que fueron asesinados. “La escena fue horrible. Entiendo que fue difícil reconocer algunos de los cuerpos tras la tragedia”, dijo uno de los voluntarios a CBS News.
Control de armas, ¿por qué es tan difícil regular este asunto?
Podríamos decir de arranque que el poder de la industria es una parte importante del problema. Aquí algunos datos claves: dos fabricantes están dominando el mercado de armas de fuego en Estados Unidos, según un informe publicado por el Times. Smith & Wesson representó 8,2 millones de armas producidas entre 2016 y 2020, el 17 % del mercado total. Y Sturm, Ruger & Company le siguió de cerca, con cifras de ventas y producción casi idénticas. De hecho, mientras redactábamos esta nota, y en medio de la conmoción que se vive en Estados Unidos tras la masacre, medios locales informaron que el índice bursátil de Smith & Wesson subió 9 %.
También podríamos señalar a la Asociación Nacional del Rifle (ANR), uno de los grupos más poderosos de EE. UU., por destinar un presupuesto sustancial para influir en las decisiones de los miembros del Congreso sobre la política de armas. “En términos de cabildeo, la NRA gasta oficialmente alrededor de US$3 millones por año para influir en la política de armas”, se lee en un artículo de la BBC.
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Pero para el analista político Ronald Brownstein hay un asunto de fondo mucho más complicado. “Los decepcionados defensores del control de armas y los ciudadanos comunes perplejos señalan con el dedo la influencia de la ANR o la oposición intransigente de los republicanos en el Congreso. Ambos son factores legítimos”, escribió Brownstein en The Atlantic. Pero el experto dice que la raíz de todos los males es el obstruccionismo. ¿Qué es? Se usa para ralentizar o bloquear un proyecto de ley o para impedir que una resolución no se vote. En otras palabras, es el culpable de que el Legislativo en EE. UU. no funcione como debería.
Esta regla arcaica que rige el Senado moderno dicta que antes de votar un proyecto, una supermayoría debe acceder a votar, y una mayoría simple debe aprobar el documento, en parte importante de los casos. Lo que esto hace en el marco de una polarización tan fuerte es que les da un poder inmenso a las minorías del Senado para que gobiernen. Para llegar a la votación, un proyecto necesita contar con el apoyo de 60 senadores. Si 40 se oponen, no hay votación. De hecho, ni en la práctica ni en el papel, los demócratas o los republicanos cuentan con semejante cantidad de apoyos en el Senado.
“Si hay alguna esperanza de que el Congreso actúe sobre el control de armas después de la tragedia de Uvalde, u otro tiroteo masivo en el futuro, es casi seguro que requerirá una reforma o la eliminación del obstruccionismo. De lo contrario, las reglas básicas de la política estadounidense seguirán permitiendo que los republicanos impongan sus prioridades, incluso cuando una clara mayoría de estadounidenses no esté de acuerdo”, dijo Brownstein.