Tres años del asalto al Capitolio: el pulso Biden-Trump por las narrativas
En enero de 2021, unos simpatizantes del expresidente republicano quisieron evitar la certificación de Biden. Los dos alistan sus cartas para, probablemente, enfrentarse en las urnas de noviembre.
María José Noriega Ramírez
Pensilvania, el lugar donde George Washington y sus tropas soportaron el invierno de 1777-1778, antes de lograr la independencia de Gran Bretaña. Pensilvania, el lugar donde ahora Joe Biden, evocando las palabras del primer presidente estadounidense, sugiere que las elecciones de este año son una prueba de si la democracia sigue siendo una “causa sagrada” para su país. Pensilvania, el lugar donde los 20 votos electorales se pintaron de azul en 2020 para darle su primera victoria en la Casa Blanca y donde están puestas sus esperanzas para una segunda. Pensilvania, el lugar que lo vio nacer hace ocho décadas y que lo acaba de recibir para, oficialmente, empezar con su campaña de reelección. Pensilvania, uno de los estados pendulares que podría darle cuatro años más de gobierno, si no se tiñe de rojo, como sucedió en 2016 con Donald Trump, su posible rival en noviembre.
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Pensilvania, el lugar donde George Washington y sus tropas soportaron el invierno de 1777-1778, antes de lograr la independencia de Gran Bretaña. Pensilvania, el lugar donde ahora Joe Biden, evocando las palabras del primer presidente estadounidense, sugiere que las elecciones de este año son una prueba de si la democracia sigue siendo una “causa sagrada” para su país. Pensilvania, el lugar donde los 20 votos electorales se pintaron de azul en 2020 para darle su primera victoria en la Casa Blanca y donde están puestas sus esperanzas para una segunda. Pensilvania, el lugar que lo vio nacer hace ocho décadas y que lo acaba de recibir para, oficialmente, empezar con su campaña de reelección. Pensilvania, uno de los estados pendulares que podría darle cuatro años más de gobierno, si no se tiñe de rojo, como sucedió en 2016 con Donald Trump, su posible rival en noviembre.
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Imágenes de un grupo de supremacistas blancos que marcharon en Virginia, en 2017. Imágenes de cientos de seguidores del magnate, que, con banderas en su nombre, irrumpieron justo hace tres años en el Capitolio, cuando los congresistas se preparaban para certificar la victoria del demócrata en las urnas, pero otros más en las calles de Washington y en los pasillos del Legislativo querían impedirlo. Imágenes de personas votando, mientras se escucha su voz diciendo: “Algo peligroso le pasó a Estados Unidos. Hay un movimiento extremista que no comparte las creencias básicas en nuestra democracia. A todos nosotros se nos está preguntando ahora qué haremos para mantenerla. La historia nos está observando”.
Antes de su discurso en Valley Forge, Joe Biden publicó un video mostrando eso, dando a entender que la campaña para su reelección se centrará en Trump y en los peligros que, según él, representa el republicano. Eso, al menos para el exdiplomático Lawrence Gumbiner, es fundamental, y lo es para marcar una clara diferencia entre los dos. “Sin embargo, no creo que vaya a ser muy significativo para la votación. Los que consideran esto como un tema de importancia ya están con él. Lo fundamental para Biden será la economía, pero también la preocupación alrededor de su edad y el aborto, que puede entusiasmar a su base demócrata”. A esto se suma Alejandro Bohórquez-Keeney, profesor en la Universidad Externado: “Su campaña se resume en ‘no soy Trump’, en la idea de vamos a defender la democracia y en la de que él está detrás de varias movidas, como la del Capitolio, y en las manifestaciones antidemocráticas”.
Pero eso no sería suficiente, o eso creen. “Biden no puede ganar solo porque no es Trump. Ya no es 2020. Él ha sido presidente por cuatro años, tiene un récord; por ende, debe convencer a los votantes de que merece cuatro más con base en su ejecución, no en el republicano”, dice Gumbiner. A este último, reconoce Bohórquez-Keeney, lo aman o lo odian, no hay un punto medio. “Por eso, tras un período presidencial más bien débil, incierto, en el que se le ha criticado a Biden su falta de liderazgo, claramente necesita echar mano de lo satanizado que está Trump”.
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De hecho, el republicano se alista para las primarias de Iowa del 15 de enero. También para las de New Hampshire, el 23 del mismo mes. Sus principales contrincantes, el gobernador de Florida, Ron DeSantis, y la exembajadora de Naciones Unidas Nikki Haley, aunque varios puntos por detrás de él, prefieren no hablar del papel que tuvo en el asalto al Capitolio. Una encuesta sugiere que podría ser inteligente mantenerse así. El sondeo, realizado por el Washington Post y la Universidad de Maryland, publicado esta semana, mostró que los republicanos simpatizan más con los alborotadores del 6 de enero y son menos propensos a culpar a Trump por sus acciones ese día. “Los acontecimientos de esa fecha ayudan a su campaña”, opina Gumbiner, quien considera, además, que “por eso ningún candidato ha enfocado su discurso ahí”, sino más bien en sus problemas jurídicos y en su salud.
En el marco del tercer aniversario del asalto al Capitolio, un informe citado por The Guardian y realizado por el Proyecto de Integridad del Congreso, dice que el intento de golpe de Estado estadounidense del 6 de enero nunca terminó, que muchos de sus seguidores dentro de la Cámara de Representantes siguen impulsando el discurso del expresidente. “De hecho, los actores claves involucrados en el plan de Trump para anular las elecciones de 2020 son los mismos republicanos que lideran el falso intento de juicio político contra el presidente Biden”, uno que, según Gumbiner, si bien tiene “muy poca fundación jurídica”, intenta mostrar el argumento de que el demócrata “también tiene cuestionamientos sobre sus comportamientos, con la diferencia de que los problemas de Trump están en las cortes, no en el Congreso”.
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