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El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, se reunió con Donald Trump en Mar-a-Lago, propiedad del presidente electo en Florida, en un intento de calmar los ánimos ante las amenazas arancelarias del republicano, que ha prometido imponer aranceles del 25 % a las importaciones canadienses.
“Fue una excelente conversación”, dijo Trudeau al terminar el encuentro.
La amenaza de Trump ha generado preocupación en Ottawa, ya que más de tres cuartas partes de las exportaciones de Canadá, que superaron los 423.000 millones de dólares en 2023, tienen como destino Estados Unidos.
El gobierno de Trudeau ha evaluado posibles represalias a productos estadounidenses, elevando las tensiones políticas dentro de Canadá, donde el primer ministro busca consolidar su apoyo ante un panorama electoral incierto.
La reunión, que no había sido anunciada, incluyó una cena en Mar-a-Lago, lugar al que el presidente electo ha invitado ya a varios líderes. Esta serie de encuentros ha empezado a opacar los últimos meses de la administración de Joe Biden, quien, por otro lado, advirtió que una subida de aranceles podría “arruinar” las relaciones de Washington con Ottawa y también con México.
Una fotografía publicada por el senador republicano electo por el estado de Pensilvania, David McCormick, mostró a Trump y Trudeau juntos en la mesa, rodeados de una docena de invitados, entre ellos Howard Lutnick, el designado por el próximo presidente como secretario de Comercio de Estados Unidos, y Mike Waltz, su elección para asesor de Seguridad Nacional.
Algunos analistas han sugerido que la amenaza arancelaria de Trump podría ser una fanfarronada o una salva inicial para abrir futuras negociaciones comerciales, pero antes de viajar a Florida, Trudeau rechazó esas opiniones ante periodistas en la provincia de la Isla del Príncipe Eduardo, señalando que cree que las amenazas son reales.
“Cuando Donald Trump hace declaraciones como esa, es que planea llevarlas a cabo”, dijo el gobernante canadiense.
¿Por qué quiere subir los aranceles?
Con esta amenaza, Trump busca condicionar a México y Canadá para que aprueben políticas que permitan detener la “invasión” de drogas y “migrantes ilegales” el primer día de su presidencia. Según el republicano, es responsabilidad de los otros dos países controlar esos “problemas”.
Trump no solo quiere sellar esta frontera a los migrantes, sino que se propone deportarlos masivamente y echar abajo las reglas que permiten su entrada legal, incluida la aplicación CBP One.
“Este arancel permanecerá en vigor hasta que las drogas, en particular el fentanilo, y todos los migrantes ilegales detengan esta invasión de nuestro país”, escribió Trump.
¿Por qué Canadá terminó metida en esto? La ira del presidente electo contra México por el flujo de migrantes hacia Estados Unidos no es nada nuevo, pero ahora ha sumado a Canadá como foco de atención en este tema. Esto debido a que las detenciones por cruces ilegales desde Canadá hacia Estados Unidos se dispararon en el último año fiscal.
Sin embargo, como han señalado varios funcionarios mexicanos, acusar a un país y u otro del aumento del flujo migratorio, el tráfico de armas y los problemas relacionados con las drogas es atender la crisis con una visión miope, ignorando la participación de Estados Unidos en estos desafíos.
Como señaló la presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, “el 70 % de las armas ilegales incautadas a delincuentes en México, provienen de su país (Estados Unidos). Las armas no las producimos nosotros, las drogas sintéticas no las consumimos nosotros. Los muertos por la delincuencia para responder a la demanda de drogas en su país, lamentablemente los ponemos nosotros”.
Cabe destacar que las interceptaciones de migrantes en la frontera sur han caído sobre todo desde junio, cuando el presidente demócrata Joe Biden decidió cerrar la frontera con México a los migrantes que solicitan asilo cuando se supere un tope de cruces irregulares, y también hay que advertir que un aumento de aranceles podría ser un “tiro en el pie” para el propio Trump.
“El impacto sobre las empresas es enorme. (...) Se perderían alrededor de 400.000 empleos” en Estados Unidos, aseguró en rueda de prensa el secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, a partir de un cálculo basado en cifras de empresas automotrices de ese país que operan en su país.
Ebrard dijo además que la medida pegaría a los bolsillos de los consumidores estadounidenses. Citó como ejemplo las camionetas pick up que se venden en Estados Unidos, 88 % de las cuales provienen de México y verían elevado su costo unos 3.000 dólares por derechos de aduana.
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