Trump contra la Enmienda 14, ¿en qué puede terminar esta pelea legal?

Al final, Donald Trump sí aparecerá en las papeletas para las primarias republicanas que se celebrarán en Colorado el próximo 5 de marzo, y que empezarían a imprimirse este viernes en medio de la enorme disputa por un histórico fallo que lo había descalificado para postularse a la presidencia de EE. UU. en ese estado. Con la apelación presentada por los republicanos y por el propio expresidente en la última semana, Trump forzó a que la Corte Suprema se involucre en las elecciones de una forma no antes vista y a que el país se vea inmerso en una nueva tormenta política.

Al final, Donald Trump sí aparecerá en las papeletas para las primarias republicanas que se celebrarán en Colorado el próximo 5 de marzo, y que empezarían a imprimirse este viernes en medio de la enorme disputa por un histórico fallo que lo había descalificado para postularse a la presidencia de EE. UU. en ese estado. Con la apelación presentada por los republicanos y por el propio expresidente en la última semana, Trump forzó a que la Corte Suprema se involucre en las elecciones de una forma no antes vista y a que el país se vea inmerso en una nueva tormenta política.

“Dudo que alguno de los jueces (de la Corte Suprema) esté contento de que se les obligue a entrar en la discusión sobre el futuro de Donald Trump. Pero me parece que el tribunal no tendrá más remedio que afrontar estas cuestiones trascendentales”, afirmó el abogado Deepak Gupta, quien se ha enfocado en casos ante el máximo tribunal.

En Colorado, la Corte Suprema estatal declaró a Trump “inelegible” para la presidencia por su participación en la insurrección del 6 de enero de 2021 que terminó con el asalto al Capitolio en Washington D. C. Para esto, los jueces se ampararon en la Sección 3 de la Enmienda 14, que dice que:

“Ninguna persona podrá ser Senador o Representante en el Congreso, o elector de Presidente y Vicepresidente, ni ocupar cargo alguno, civil o militar, bajo los Estados Unidos o bajo cualquier Estado, que, habiendo prestado previamente juramento, como miembro del Congreso, o como funcionario de los Estados Unidos, o como miembro de cualquier legislatura estatal, o como funcionario ejecutivo o judicial de cualquier Estado, para apoyar la Constitución de los Estados Unidos, habrá participado en una insurrección o rebelión contra lo mismo, o dado ayuda o consuelo a sus enemigos”.

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Para David French, comentarista político y columnista de The New York Times, “no es necesario ser abogado para comprender esas palabras. Simplemente, necesita cierta familiaridad básica con el civismo estadounidense, el idioma inglés y par de reglas generales de sentido común. Al interpretar la Constitución, su texto es el rey. Simplemente, aplique las palabras en la página”.

French, como muchos abogados en el país, coinciden en que el caso contra Trump es fuerte y que hay suficientes registros para vincularlo con la insurrección de 2021. Sin embargo, los argumentos de quienes rechazan el fallo de Colorado también son importantes. Por un lado, preguntan si Trump realmente participó en una insurrección, pues no hay una condena en su contra. Incluso para el presidente de la Corte Suprema de Colorado, Brian Boatright, quien disintió del fallo de sus colegas, “la ausencia de una condena” contra el expresidente debió haber dado lugar a la desestimación del caso.

El magistrado Carlos Samour también apoyó a Boatright, luego de manifestar que ni siquiera se ha acusado a Trump del delito específico de insurrección, que sí es penalizado en el estado. Y si el expresidente fuera, en efecto, acusado de tal delito, debería ser procesado en un juicio penal, con jurado y exponiendo todas las pruebas en el proceso, como señala el abogado David Lane. Estos dos argumentos, en especial el último, son los de más peso.

“Dada la naturaleza conservadora de la Corte Suprema de Estados Unidos, este argumento tendrá mucho peso y creo que adoptarán la opinión disidente del Presidente del Tribunal Supremo Boatright como motivo principal para revocar la opinión de la Corte Suprema de Colorado”, señaló Lane en The Denver Gazette.

Por otro lado, se preguntan si este argumento de la Enmienda 14 debe ser usado para descalificar a Trump, pues no la Sección 3 no es clara cuando se refiere a cuáles funcionarios aplica la medida. Para French es claro: “el presidente es un funcionario de los Estados Unidos según cualquier significado convencional del término. En muchos sentidos, sería fantástico concluir lo contrario. ¿Es realmente cierto que los insurrectos están excluidos de todos los cargos, excepto los más poderosos? No se deben leer las disposiciones constitucionales de una manera que alcance resultados aparentemente absurdos”.

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Sin embargo, como destacó Lawrence Gumbiner, exdiplomático estadounidense y profesor, el texto es de por sí es ambiguo, y se presta para muchas interpretaciones. “La mayoría de juristas señala que no fue diseñada para aplicarse a un presidente, pero es una pregunta abierta, y seguramente la Corte Suprema tendrá que abordarla, porque no puede tener 50 estados tomando decisiones de quién puede o no aparecer en las papeletas de manera individual. Se necesita la acción de la corte federal”, señala Gumbiner.

Colorado, como apuntaba Gumbiner, no es el único estado donde se adelantan esfuerzos para eliminar a Trump de las papeletas. Grupos opositores al exmandatario han presentado impugnaciones a la candidatura de Trump en al menos 33 estados, de los cuales el expresidente solo ganó 13 en las elecciones de 2020. El caso más avanzado, además del de Colorado, es el de Maine, en donde se ve una escena similar: Trump quedó descalificado y fuera de la boleta estatal, apeló, fue reintegrado a las papeletas y ahora el caso se dirige a la Corte Suprema.

En los otros 31 casos que cursan sobre Trump, hay 17 que esperan una decisión y 14 en donde el desafío fue desestimado o rechazado. Sobre los 17 que continúan esperando decisiones, a Trump solo deberían preocuparle realmente dos: el de Pensilvania y el de Wisconsin, ambos estados clave para las elecciones de este año. Y es que, si bien sería una decisión adversa, el impacto real para el expresidente de no aparecer en las boletas en estados demócratas como Colorado o Maine no marcaría la diferencia en el recuento del Colegio Electoral.

Para ganar las elecciones en EE. UU. no se necesita el voto popular, sino los votos del Colegio Electoral: 270 votos para ser exactos. En este escenario, los demócratas arrancan con una ligera ventaja sobre las tendencias históricas: 232 sobre 219 de los republicanos. Así, quedan solo 87 votos de estados en disputa para este año, y ni Colorado ni Maine hacen parte de ellos. Pensilvania y Wisconsin sí, al igual que otros, cuyos casos podrían volver a surgir si son presentados de otra manera, como Míchigan. Sin embargo, Lawrence advierte que lo más probable es que la Corte Suprema desestime el caso, bajo el principio de que los jueces no deben intervenir en el proceso electoral.

“Dirán que deben ser los votantes quien determinen si deben votar o no, y no las cortes las que digan si Trump puede ser o no candidato. O peor, en el caso de Maine, donde un secretario de Estado fue quien determinó que un candidato no era elegible”, señaló Gumbiner.

Nadie puede asegurar qué es lo que va a pasar. “Cualquiera que diga que tiene una idea de lo que va a pasar no puede hacerlo porque no hay ningún libro sobre esto. Aquí la palabra sin precedentes debe tomarse literalmente. No hay antecedentes sobre cómo resolver este problema”, dijo el abogado Larry Pozner, experto en defensa penal. Sin embargo, todo apunta a que Trump continuará en las papeletas electorales. Eso sí, con otros desafíos por delante y con otros sumándose en su camino.

A pesar de que nada nuevo salió de los documentos liberados sobre Jeffrey Epstein el miércoles, su aparición en la lista de fiestas que organizó el reconocido pedófilo en su isla volvió a hacer sonar los escándalos sexuales de Trump. Por otro lado, los demócratas del Comité de Supervisión de la Cámara de Representantes obtuvieron información sobre pagos de gobiernos extranjeros a Trump en dos de sus cuatro años como presidente, lo que revivió las investigaciones sobre corrupción en su gobierno.

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