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Trump deja a Estados Unidos sin consuelo

Lejos de ofrecer palabras de reconciliación, Donald Trump avivó la crisis nacional al pedirles a los gobernadores locales que sean más “agresivos” con las manifestaciones en el país, que este martes cumplen su primera semana. Las campañas electorales, por su lado, van mostrando cómo manejarán este problema de cara a noviembre.

Camilo Gómez Forero
02 de junio de 2020 - 02:00 a. m.
Las manifestaciones en Estados Unidos por el asesinato del afroamericano George Floyd cumplen hoy 7 días.
Las manifestaciones en Estados Unidos por el asesinato del afroamericano George Floyd cumplen hoy 7 días.
Foto: AFP - ANDREW CABALLERO-REYNOLDS
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Las elecciones presidenciales en Estados Unidos están a la vuelta de la esquina, lo que hace que la actual crisis nacional adquiera aún más importancia. Ahora mismo, las calles están moldeando cuáles serán los temas centrales de los debates entre candidatos, y las posturas que estos tomen podrían inclinar la balanza en las urnas hacia una campaña u otra. Ya no se trata solo del sistema de salud, golpeado por más de 100 mil muertos por la pandemia, y de una economía en recesión, magullada con más de 40 millones de desempleados, sino de un descontento generalizado con las autoridades policiales, el sistema judicial y el gobierno.

Tanto Donald Trump, actual presidente y candidato republicano, como Joe Biden, exvicepresidente y próximo candidato demócrata, saben lo que están por jugarse. Cada uno ha mostrado su posición sobre las protestas en el país por el asesinato de George Floyd en Minneapolis. La de Trump ha sido radical y beligerante. La de Biden, conciliadora y abierta al diálogo.

El lunes, en un audio conseguido por la cadena CBS, Trump instó a los gobernadores del país en una reunión a ser más agresivos contra los manifestantes. Incluso dijo que si no lo hacían, lo que él les pidió, quedarían como unos “imbéciles”. Pidió arrestar a los manifestantes, a quienes llamó terroristas, y ser más severos. Mientras tanto, en la otra orilla, Biden habló con la familia de Floyd y se reunió con líderes de comunidades afros para discutir soluciones al racismo institucional en el país.

“El papel de consolador nacional nunca ha sido fácil para Trump, ni los intentos de unificar un país dividido por la política y la ideología. En muchos casos, simplemente no ha mostrado interés en asumir el tono o aceptar las responsabilidades que los presidentes estadounidenses han asumido a lo largo de la historia”, señala Kevin Liptak, productor de CNN sobre asuntos de la Casa Blanca. “En un momento en que se requiere más el liderazgo presidencial, en un momento en que los estadounidenses buscan palabras de un presidente para unificar y sanar, muchos esperan que este presidente se resista a ese llamado, una condena extraordinaria de la forma en que Trump lidera en crisis”, añade Dan Balz, analista de “The Washington Post”.

El presidente Trump ha buscado aplicar con su discurso inflamatorio la estrategia que le sirvió a Richard Nixon en la victoria en las elecciones de 1968. En ese año, también electoral como el presente, el asesinato del reverendo Martin Luther King, en Tennessee, desató una ola de protestas violentas en varias zonas del país, dejando devastada a la capital. El candidato Nixon, quien se enfrentaba a Hubert Humphrey, usó una retórica que jugó con los temores de los votantes blancos sobre tales protestas, pues sugería que eran una amenaza para el orden, y que los manifestantes veían la ley como un enemigo. De ahí su famosa frase: “La ley y el orden”, la misma que ahora tuitea Donald Trump.

“Cuando las personas sienten miedo, quieren a alguien que afirme ser fuerte. Los candidatos de la ley y orden aumentan cuando la confianza en el orden regular disminuye… Las protestas y el miedo al desorden, especialmente el miedo a los negros enojados en desorden, atrajeron a la gente a Nixon como el candidato de la ley y el orden en 1968, y él claramente lo sabía”, recuerda James Barbechos, corresponsal de The Atlantic. Para él, la única esperanza electoral de Trump es causar una reacción de su base de votantes contra el actual desorden del país, basada también en el miedo. Sin embargo, esa estrategia de miedo podría no ser suficiente para él ahora. A diferencia de Nixon, que hizo campaña con todo lo que estaba mal en el país antes de él, Trump tiene que defender su gestión. Y los números de desempleo y muertes por COVID-19 no lo ayudan en nada.

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