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Según un informe del Washington Post, cinco días antes de que Donald Trump se convirtiera en presidente en enero de 2017, una organización vinculada a los servicios de inteligencia egipcios retiró US$10 millones de un banco de El Cairo que, según el informe, podrían haber sido inyectados a su campaña por la carrera hacia la Casa Blanca. “Violando potencialmente la ley federal que prohíbe a los candidatos estadounidenses recibir fondos extranjeros”, informó el medio estadounidense.
Según relató la publicación, todo comenzó cuando el director de una sucursal bancaria en El Cairo recibió una carta inusual de una organización vinculada al servicio de inteligencia egipcio. En ella se pedía al banco que “tuviera la amabilidad de retirar” casi US$10 millones de la cuenta de la organización, todo en efectivo.
“Dentro del Banco Nacional de Egipto”, dijo el Post, “los empleados pronto estuvieron ocupados colocando fajos de billetes de US$100 en dos bolsas grandes”.
Luego, cuatro hombres “se llevaron las bolsas, que los funcionarios estadounidenses describieron más tarde en documentos judiciales sellados como que pesaban un total de 200 libras y contenían lo que entonces era una parte considerable de la reserva de moneda estadounidense de Egipto”.
De acuerdo con el reporte, los investigadores federales estadounidenses se enteraron de la retirada del dinero en 2019, momento en el que habían pasado dos años investigando la inteligencia de la CIA que indicaba que Sisi buscaba darle a Trump US$10 millones, informó The Guardian.
Además, según informó The Post, desde que las autoridades recibieron esta información sobre Sisi, “el Departamento de Justicia había estado examinando si se había movido dinero de El Cairo a Trump, violando potencialmente la ley federal que prohíbe a los candidatos estadounidenses recibir fondos extranjeros”. Pero a los pocos meses de conocerse la retirada, los fiscales y agentes del FBI fueron bloqueados por altos funcionarios del Departamento de Justicia para obtener registros bancarios que creían que podrían contener pruebas críticas, según entrevistas que realizó el medio con personas familiarizadas con el caso, así como documentos y notas contemporáneas de la investigación.
Finalmente, el caso se paralizó en el otoño de 2019, y en junio de 2020 el fiscal designado por el entonces fiscal general de Trump, William P. Barr, alegó que por “falta de pruebas suficientes para demostrar este caso más allá de toda duda razonable” se cerraba el caso.
“Todos los estadounidenses deberían estar preocupados por cómo terminó este caso”, dijo una de las personas que habló bajo condición de anonimato con The Post. “Se supone que el Departamento de Justicia debe seguir las pruebas dondequiera que conduzcan: lo hace todo el tiempo para determinar si se produjo o no un delito”.
Ante la publicación, un miembro del equipo de Donald Trump acusó a “los que odian a Trump en el Estado Profundo y a los actores de mala fe”, de no tener pruebas. “Ninguna de las acusaciones o insinuaciones sobre las que se informa tiene ninguna base en los hechos. El Washington Post es constantemente engañado por los que odian a Trump en el Estado Profundo y los actores de mala fe que venden engaños y farsas”, comentó el portavoz.
“En su campaña para volver a la Casa Blanca, Trump se ha presentado a sí mismo como una víctima de las conspiraciones del ‘Estado profundo’ que buscaban socavar su presidencia, a menudo centrando su ira en la investigación sobre Rusia que ensombreció gran parte de su tiempo en el cargo”, consideró el reporte.
En ese entonces, al mismo tiempo que las autoridades realizaban esta investigación había un momento especialmente tenso para el Departamento de Justicia, con Trump acusando a la agencia de realizar una “caza de brujas” políticamente sesgada contra él en su investigación de la interferencia electoral rusa.
“Esa investigación no concluyó finalmente que Trump o su campaña hubieran conspirado con Moscú. Pero sí concluyó que su equipo esperaba que la campaña se beneficiara de la injerencia rusa. Sin que el público lo supiera, durante el mismo periodo, funcionarios del Departamento de Justicia estaban investigando si Trump había recibido ayuda del gobierno de otro país extranjero: Egipto”, explicó el investigador.
El medio intentó contactar al gobierno egipcio, sin embargo, un portavoz declinó responder a las preguntas detalladas enviadas por el Post. “Es inapropiado comentar o referirse a sentencias emitidas por el sistema judicial o a procedimientos e informes adoptados por los Departamentos de Justicia” de otros países, escribió Ayman Walash, director del Centro de Prensa Extranjera del gobierno egipcio. En su correo electrónico, Walash también subrayó que el Departamento de Justicia había cerrado la investigación sin cargos.
Tampoco el Departamento de Justicia, el fiscal federal en Washington DC y el FBI accedieron a responder preguntas, dijo el Post.
Así, las preguntas sobre este, al menos en opinión de varios investigadores del caso, “nunca tendrían respuesta”, estimó la publicación.
Mientras estuvo en el cargo, Trump elogió repetidamente a Sisi, a pesar de las objeciones de los políticos estadounidenses preocupados por el gobierno autoritario de Egipto.
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