¿Cómo sentirá el gobierno Petro los efectos de las elecciones de Estados Unidos?
A pocos días de la cita en las urnas, Colombia es geopolíticamente relevante para Washington, pero no un factor clave en los comicios. Sin embargo, la migración, que es de los principales retos internos que tendrá que asumir el sucesor de Joe Biden, inserta al país en esta compleja ecuación.
María José Noriega Ramírez
Falta una semana para las elecciones en Estados Unidos y un par de días más para conocer quién ocupará la Oficina Oval de la Casa Blanca: el republicano Donald Trump o la demócrata Kamala Harris. Con las guerras en Ucrania y en Oriente Medio, parece que el país está inmerso en otra zona del mundo, no en Latinoamérica, aunque uno de sus grandes desafíos internos, la migración, atraviesa obligatoriamente este lado del globo. La pregunta de cómo y dónde se ubica Colombia en medio de esta cita en las urnas permea temas clásicos en la relación bilateral con Washington, como el asunto de las drogas, pero también el apoyo a los esfuerzos para consolidar la paz y la gestión de los flujos migratorios, que vienen más que todo de Venezuela, pero incluyen también otras nacionalidades, como la haitiana y la ecuatoriana, que se ven constantemente atravesando la selva del Darién.
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Falta una semana para las elecciones en Estados Unidos y un par de días más para conocer quién ocupará la Oficina Oval de la Casa Blanca: el republicano Donald Trump o la demócrata Kamala Harris. Con las guerras en Ucrania y en Oriente Medio, parece que el país está inmerso en otra zona del mundo, no en Latinoamérica, aunque uno de sus grandes desafíos internos, la migración, atraviesa obligatoriamente este lado del globo. La pregunta de cómo y dónde se ubica Colombia en medio de esta cita en las urnas permea temas clásicos en la relación bilateral con Washington, como el asunto de las drogas, pero también el apoyo a los esfuerzos para consolidar la paz y la gestión de los flujos migratorios, que vienen más que todo de Venezuela, pero incluyen también otras nacionalidades, como la haitiana y la ecuatoriana, que se ven constantemente atravesando la selva del Darién.
Colombia es y seguirá siendo importante para Estados Unidos, estratégica y geopolíticamente, dice Cristhian Mancera Mejía, concejal del Distrito 11 del Condado de Miami Dade, que no ve que haya una intención, ni de un partido ni de otro, de dejar solo al país, aunque no deja de mencionar que en este año se redujo en un 10 % el monto de ayuda, fijado en US$410 millones. Después del 5 de noviembre, lo que tendrá que hacer el Gobierno nacional, a su parecer, es preparar una estrategia que le permita trabajar con cualquiera que resulte electo, en un escenario en el que se evite la politización de la agenda, al tiempo que se viven momentos convulsos en el mundo: “Washington tiene un lobby importante de judíos, así como empresarios y políticos. El discurso de ese conflicto, que no es nuestro, nos puede poner en dificultades en el Congreso estadounidense, que está lleno de representantes de esa comunidad”.
Es decir, es tarea del canciller Luis Gilberto Murillo y del presidente Gustavo Petro idear un plan que blinde las relaciones diplomáticas de cuestiones ideológicas. Se trata de evitar lo que sucedió en la época de Iván Duque, cuando hubo denuncias de presunta injerencia a favor de la campaña del republicano en su anterior aspiración a la reelección, negadas por los funcionarios.
Como puerta de entrada a Suramérica, exportador de petróleo, aliado no perteneciente a la OTAN y socio estratégico en la lucha contra el narcotráfico, Colombia es un país relevante para Estados Unidos. Sin embargo, como dice el exdiplomático estadounidense Lawrence Gumbiner, no juega un papel activo en los comicios de los próximos días. El único tema de importancia, que incluye a la región en su totalidad, es la migración, que, junto a la economía, dominará el voto estadounidense. Sin embargo, se necesitan alineamiento y diálogo en ciertos temas. En cuanto a las drogas, con Harris se puede esperar un enfoque más holístico, combinando erradicación, incautación y manejo de enfoques sobre asuntos socioeconómicos y medioambientales alrededor de los cultivos, como sucedió con Joe Biden. Con Trump, en contraste, podría haber una mirada más transaccional. “Él va a exigir reducciones y podría amenazar con congelar los fondos de asistencia si no se muestran resultados”, piensa el también consultor.
En cuanto a la migración, con el republicano se puede esperar más de lo que ya se conoce: detenciones y deportaciones, que agravarían la crisis humanitaria, forzando a las personas a quedarse en el lado mexicano, expuestos a situaciones peligrosas. Harris, por su parte, parece tener la intención de trabajar con el Legislativo para formular una solución a largo plazo de cara a la seguridad de la frontera y para ofrecer una vía a quienes ya están dentro del territorio estadounidense. Esa es la lectura que hace Dorian Kantor, doctor en Ciencia Política y profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Javeriana, quien no desconoce que, desde hace un tiempo, Latinoaméérica no es una prioridad para Washington. Eso tendría que ver con el viraje de Estados Unidos hacia Asia, primero con los ojos puestos en Oriente Medio y lo que denominó la guerra global contra el terrorismo, y más recientemente frente a China, que ha surgido como un competidor estratégico.
Tanto Gumbiner como Kantor coinciden en que Harris podría ser la opción más conveniente para Colombia, sobre todo porque la demócrata trataría de mantener el orden internacional liberal y actuaría respetando el multilateralismo. En cambio, Trump, con su retórica, podría alentar a populistas iliberales. Ahora bien, Mancera Mejía, a diferencia de ellos, opina que, si se vuelve a la agenda bipartidista, los dos apoyarían a Colombia. Si se opta por evitar tomar partido por uno u otro, no se minarían potenciales aliados y se podría continuar en la búsqueda de ayudas extranjeras para cuestiones internas. Queda por ver cómo se define la contienda electoral, que está reñida y podría alterar los temas puestos en discusión aquí, pero, por ahora, los estadounidenses parecen confiar más en Donald Trump para el manejo de la migración (54 %) y en Kamala Harris para el de la democracia (51 %), según lo reveló una reciente encuesta de The New York Times y Siena College.
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