Trump y sus últimas fantasías de conquista: polémicas que desvían la atención
En un mes, Donald Trump ha hablado de invadir México, anexar Canadá, recuperar el Canal de Panamá y comprar Groenlandia. Mientras él habla de conquistar territorios, las verdaderas maniobras se juegan en casa, donde Elon Musk emerge como una figura influyente en el Partido Republicano.
Camilo Gómez Forero
El presidente electo de EE. UU., Donald Trump, parece haber sido poseído por el espíritu del conquistador Alejandro Magno: en solo un mes ha hablado de invadir México, de anexar Canadá, de obtener de vuelta el Canal de Panamá y de comprar Groenlandia –una vieja ambición suya–. Sus ideas han acaparado titulares de prensa y reacciones contundentes de sus homólogos internacionales.
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El presidente electo de EE. UU., Donald Trump, parece haber sido poseído por el espíritu del conquistador Alejandro Magno: en solo un mes ha hablado de invadir México, de anexar Canadá, de obtener de vuelta el Canal de Panamá y de comprar Groenlandia –una vieja ambición suya–. Sus ideas han acaparado titulares de prensa y reacciones contundentes de sus homólogos internacionales.
“El Canal es y seguirá siendo panameño”, dijo el presidente panameño, José Raúl Mulino. “Tenemos nuestro himno mexicano”, advirtió la mandataria mexicana, Claudia Sheinbaum, ante las amenazas de Trump. “Mexicanos, al grito de guerra” es un recordatorio de que México no se dejará someter ante ningún poder.
Aunque explosivas, expertos han señalado que estas declaraciones de Trump no podrían ejecutarse debido a distintos factores legales y políticos. Empecemos con el caso del Canal de Panamá, del cual el republicano quiere tomar control debido a tarifas del cruce que considera “injustas”. El economista y consultor financiero Carlos Araúz García le recordó a France 24 que hay elementos como el Tratado Torrijos-Carter, que redefinió la administración del Canal, que hacen impensable que Estados Unidos tome control de este. Además, también exhiben que las quejas de Trump no tienen fundamento.
“Las declaraciones fueron inoportunas y no tienen sustento alguno. Más de 40 naciones son adherentes del Tratado. Las declaraciones denotan desconocimiento sobre cómo funciona el Canal. Las tarifas, los peajes que se le cobran a las navieras, son determinadas por una gran junta de gobernadores. Trump desconoce la materia de gobierno corporativo pasándole solo a Panamá la potestad sobre los peajes, cuando este es un concierto de interacción mundial que incluye a Estados Unidos”, dijo el experto.
Ahora, sobre la anexión de Canadá como el estado 51 de EE. UU., la periodista Vedika Bahl resaltó que este es un “escenario muy poco posible”. Uno de los obstáculos de entrada sería la Monarquía Constitucional, ya que la cabeza del Estado de Canadá sigue siendo el rey Carlos III del Reino Unido, por lo que si Canadá quiere sumarse a los Estados Unidos tendría que separarse de ese sistema. Por otro lado, administrativamente sería un desafío enorme, pues Canadá pasaría a ser el estado más populoso del país, incluso más que California, lo que acarraría problemas para el sistema electoral.
Trump debe reconocer estas condiciones. De no ser así, estaría mostrando un grave desconocimiento del sistema internacional. Entonces, si sabe que lo que dice no se puede ejecutar, ¿por qué insistir en estas ideas tan disparatadas? Para responder a esto hay que devolverse a otro de los planes del republicano: la compra de Groenlandia. El fin de semana, Trump insistió en comprar esta isla autónoma al Reino de Dinamarca, una idea que ya había planteado en 2019 y que nos permite entender más una parte de sus humos de conquistador.
El 15 de agosto de 2019, The Wall Street Journal informó que Trump había planteado la idea de comprar Groenlandia de manera informal, algo que confirmó en una entrevista esa misma semana. Tres días antes, el 12 de agosto, un informante anónimo presentó una denuncia sobre una llamada entre el republicano y su homólogo ucraniano, Volodimir Zelenski, en la que se habría presentado un posible abuso de poder por parte de Trump.
Esa denuncia desembocaría más adelante en una investigación formal de juicio político contra Trump, pero durante los días posteriores no se habló de esta: fue la idea de la compra de Dinamarca la que acaparó grandes titulares. Incluso, la primera ministra de Dinamarca, Mette Frderiksen, se pronunció sobre el caso tildándolo de “absurdo”, lo que llevó a que Trump cancelara su visita al país. Otras crisis, como la de la frontera sur y la guerra comercial con China, se desplazaron a un segundo plano.
Las recientes declaraciones de Trump son un recordatorio de que hay que fijarse más en las acciones de los individuos e ignorar sus palabras. Como señaló en el pasado la congresista demócrata Nancy Pelosi, Trump es un “maestro de la manipulación”, y sabe montar “cortinas de humo” para tapar lo que realmente está ocurriendo. ¿Qué está pasando en EE. UU. mientras Trump dirige toda la atención hacia el exterior?
En primer lugar, el viernes –antes de las declaraciones de Trump sobre el Canal-, la agónica negociación en el Congreso para evitar un cierre del gobierno demostró que Trump tendrá más dificultades de las esperadas para ejecutar sus promesas. De hecho, Trump ya ha comenzado a retroceder en su promesa de reducir la inflación y el costo de los alimentos, a pesar de haberlos incluido como prioridades en su campaña. En una entrevista con Time, que lo eligió de nuevo como la persona del año, Trump dijo: “Es difícil bajar los precios una vez que suben. Ya sabes, es muy difícil”.
Por otro lado, la crisis en el Congreso también exhibió que su “colega” Elon Musk tiene mucha más influencia sobre los republicanos de lo que el mismo presidente electo pensaba, a tal punto de que ha llegado a opacar a Trump. Bastaron unos tuits –al menos 150- para que el dueño de X lograra tumbar el acuerdo bipartidista sobre el presupuesto y pusiera a un buen grupo de republicanos a su merced. Incluso antes de esto, ya eran tendencia las palabras “presidente Musk”. Los demócratas, conscientes de esto y de la personalidad de Trump, han herido la vanidad del presidente electo al asegurar que es Musk quien gobernará.
“Elon Musk demostró que es el verdadero líder del Partido Republicano, porque en el transcurso de unas cuatro, cinco o seis horas, tuiteó sin parar contra el acuerdo que se había negociado y acordado por todas las partes”, dijo el congresista demócrata Brendan Boyle de Pensilvania.
Trump está visiblemente molesto con la idea de no ser “la estrella que más brilla en su órbita” y busca acaparar los titulares de nuevo solo. “No, (Musk) no va a ser presidente, eso les puedo decir. Y estoy a salvo, ¿saben por qué? No puede serlo, no nació en este país”, dijo en un evento de republicanos.
Estos son factores que llevarían a que Trump esté invadiendo las noticias con discursos distractores, como lo ha hecho en el pasado. Con las ideas de conquista, vuelve a acaparar el control de la agenda noticiosa. Y mientras habla de invadir países, Musk, su mano derecha, se mueve sigilosamente para desmantelar la Oficina de Protección Financiera del Consumidor, la agencia encargada de proteger a los consumidores estadounidenses. Aunque esto será igual de difícil de lograr, debido a la estrecha mayoría republicana en el Congreso, es una amenaza mucho más realista que la de invadir México.
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