Turno para la migración con la zanahoria y el garrote del gobierno de EE. UU.
Dos semanas después de que la administración Biden radicalizara sus políticas en la frontera sur con México, anuncia nuevos programas que beneficiarán a las familias con miembros migrantes que viven en el país norteamericano.
Hugo Santiago Caro
Casi en contravía de sus políticas de campaña de 2020, Joe Biden anunció hace un par de semanas que, como respuesta al alto flujo migratorio que atiende su frontera con México, limitaría estrictamente las solicitudes de asilo cuando los cruces irregulares diarios superen la cifra de 2.500 migrantes por una semana.
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Casi en contravía de sus políticas de campaña de 2020, Joe Biden anunció hace un par de semanas que, como respuesta al alto flujo migratorio que atiende su frontera con México, limitaría estrictamente las solicitudes de asilo cuando los cruces irregulares diarios superen la cifra de 2.500 migrantes por una semana.
Es decir, blindó la frontera en un año en el que, durante abril, último mes del que se tiene registro, la patrulla fronteriza registró más de 247.000 encuentros con migrantes. Esta es la tercera cifra más baja de 2024, solo por encima de enero (242.000) y marzo (246.000). Todas estas cifras son considerablemente más bajas que las últimas de 2023, cuyos últimos tres meses superaron cada uno los 300.000 encuentros.
Sin embargo, pese a la considerable disminución de encuentros, la medida tomada por la administración demócrata no debe dejar de ser leída en clave electoral. Biden inevitablemente está frente a un Donald Trump que constantemente ha prometido una mano más dura que la que ya tuvo cuando fue presidente (2016-2020), prometiendo deportaciones masivas y refiriéndose a los migrantes como un “veneno” para el alma del país.
Con esta radicalización, seguro Biden pudo atraer votantes. Pero, para Alejandro Bohórquez-Keeney, analista y docente de la Universidad Externado de Colombia, el nuevo anuncio del presidente Biden de permitir la regularización de más de 500.000 migrantes entre cónyuges e hijastros de estadounidenses es darle en parte la razón a Trump, quien ha tildado de ambigua la política migratoria demócrata.
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“Visto en la clave electoral de Biden, puede perder votantes, sobre todo en estados más conservadores, porque para ellos la inmigración de hispanos es un problema. La opinión entonces es y ha sido común en los puntos duros de Trump: no es una ambigüedad solo de Biden; con Obama también hubo unas restricciones muy duras a los migrantes hispanos que cruzaban la frontera”, explica.
Durante la jornada, al igual que Bohórquez, otros analistas han comparado el comportamiento en términos de migración de Biden con el de Obama. The New York Times recordó que, en ese entonces, el hoy presidente y virtual candidato estuvo involucrado en la administración cuando Obama lanzó el DACA, el programa que facilitaba a migrantes indocumentados que hubieran llegado a EE. UU. siendo menores de edad poder contar con permisos de trabajo y de estudio.
“Los partidarios y aliados de Biden dicen que el presidente ha estado abordando el espinoso tema de la inmigración durante gran parte de su carrera. En 2020, Biden, que fue vicepresidente de Obama, tuvo que caminar sobre una delgada línea entre invocar el legado de Obama en materia de atención médica y economía, y al mismo tiempo distanciarse del enorme aumento de las deportaciones durante la administración Obama”, explica el medio, que advierte que, al ser una preocupación tangencial para los votantes republicanos e independientes, puede que sea tarde para contrarrestar el discurso de Trump contra la migración.
Para Bohórquez, pese a que es un tema clave en la agenda electoral de 2024, la migración no es una preocupación nueva. “En Estados Unidos, todavía se siguen viendo a sí mismos como blancos y europeos, mientras que a los hispanos los siguen viendo como ciudadanos de segunda categoría. A pesar de que algunos lineamientos progresistas quieren abrir la frontera o tratar de superar el racismo, es muy difícil, sobre todo teniendo en cuenta esta carga histórica. Muchos sienten que su cultura anglosajona y protestante está bajo amenaza debido a la migración hispana”, analiza.
Según datos de la Agencia de la ONU para los Refugiados, un 29 % de las entradas irregulares por la frontera de Estados Unidos son de ciudadanos mexicanos, seguidos por un 14 % de venezolanos y un 10 % de guatemaltecos. Los ciudadanos colombianos representan un 6 % de las entradas.
Sin embargo, The New York Times deja abierta una puerta frente a un posible efecto de la medida de regularización anunciada este martes: “La acción más reciente de Biden para proteger a los cónyuges indocumentados podría cambiar las reglas del juego. La Coalición Estadounidense de Inmigración Empresarial, que representa a cientos de empresas y apoya la orden de Biden, ha predicho que la última política podría ayudar a Biden en los estados indecisos”.
Bajo la lógica de la zanahoria y el garrote, la administración demócrata endurece el tono para tratar una problemática inmediata como las entradas irregulares, al mismo tiempo que abre la baraja de beneficios para familias mixtas (de integrantes estadounidenses y migrantes irregulares), una decisión que puede tener impacto más a largo plazo que un cierre de fronteras. Se puede leer como una búsqueda de votos tanto en las comunidades de votantes hispanos como entre los conservadores indecisos preocupados por la crisis migratoria que vive en tiempo real el país.
La lógica de buscar resultados es habitual en las decisiones de Washington: endurecer sanciones contra el gobierno de Venezuela al tiempo que se negocia el desarrollo de unas elecciones con participación de la oposición, así como ayudar a la entrada de ayuda humanitaria en Gaza, al tiempo que se negocia una tregua con Hamás y se dota de armamento a las Fuerzas de Defensa de Israel.
En el caso de la migración, de nuevo, debe ser leído con gran énfasis en un tono electoral y los resultados se verán en noviembre, cuando Biden se enfrente en las urnas con Donald Trump.
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