Una bomba de tiempo: la ira contra el sistema de salud en EE. UU.
El asesinato del CEO de UnitedHealthcare desató furia y júbilo en Estados Unidos: ¿qué dice esto sobre la crisis del sistema de salud?
Camilo Gómez Forero
Luigi Mangione, el principal sospechoso del asesinato del CEO de UnitedHealthcare, Brian Thompson, fue detenido el lunes en un McDonald’s en Altoona, Pensilvania, luego de que uno de los empleados del restaurante alertara a las autoridades. Lo reconoció por una foto difundida por la policía horas antes. Mangione cargaba identificaciones falsas, un arma con silenciador y, lo más preocupante, un manuscrito en el que criticaba la industria de la salud.
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Luigi Mangione, el principal sospechoso del asesinato del CEO de UnitedHealthcare, Brian Thompson, fue detenido el lunes en un McDonald’s en Altoona, Pensilvania, luego de que uno de los empleados del restaurante alertara a las autoridades. Lo reconoció por una foto difundida por la policía horas antes. Mangione cargaba identificaciones falsas, un arma con silenciador y, lo más preocupante, un manuscrito en el que criticaba la industria de la salud.
El asesinato de Thompson, padre de dos jóvenes, ha provocado una reacción sorpresiva: júbilo entre los usuarios de internet. Como recogió el medio Vox, algunos usuarios de redes como TikTok celebraron la muerte como un “acto de justicia” contra un representante de lo que consideran un sistema opresivo. Hubo una excesiva empatía con el pistolero que ahora, con su manifiesto, podría convertirse en un modelo para los indignados. En el sistema corporativo hay miedo.
Las principales compañías de seguros médicos han empezado a borrar la huella digital de sus máximos representantes por temor a una persecución y un destino fatal, como el que sufrió Thompson. Las amenazas son viejas conocidas. De hecho, las grandes corporaciones duplicaron el gasto en seguridad para sus CEO ante las amenazas, según CNN y “Forbes”. Al ver las emociones que despertaron el asesinato de Thompson, periodistas, doctores y profesionales de otras áreas pusieran en la mesa un debate fundamental: ¿cómo no perder la compasión y cómo expresar la frustración contra el sistema sin perder la dignidad humana?
“En una sociedad cada vez más polarizada, con una riqueza enormemente desigual y grandes focos de sentimiento anticapitalista, a muchas personas se les ha acabado la paciencia cuando se les pide que tengan compasión por quienes han demostrado poco por las personas a su cargo, por la humanidad o por el planeta. Se podría decir que los directores ejecutivos ocupan un lugar destacado en esa lista. La regulación corporativa se ha reducido en los últimos 40 años y los ejecutivos suelen afrontar poca responsabilidad personal, incluso por sus decisiones más inhumanas”, escribieron Aja Romano y Sigal Samuel de “Vox”.
Los autores de decenas de columnas coinciden en el porqué de la ira general y la veneración al asesino: el sistema de salud fracasó. La doctora Helen Ouyang escribió en “The New York Times” que la ira que muchos estadounidenses sienten hacia el sistema de salud se debe a la opacidad y el elevado costo de los seguros médicos. La autora narra cómo incluso los médicos desconocen si los tratamientos recomendados serán cubiertos, lo que genera incertidumbre y desconfianza entre pacientes y profesionales.
“(Los pacientes) no pueden automáticamente obtener la atención que necesitan sin pensar en los costos”, dice, destacando que esta preocupación se agrava por el temor a facturas exorbitantes, como los US$30,000 promedio de una hospitalización de tres días. Ouyang también critica cómo las aseguradoras culpan a los médicos por rechazos de cobertura, debilitando la relación con los pacientes, mientras los profesionales se ven forzados a recetar medicamentos inferiores que sí están cubiertos.
Entonces, ¿qué hacer? Romano y Sigal escribieron que “tal vez lo que se necesita para afrontar este momento es ampliar la compasión en lugar de limitarla. Se puede tener compasión por Brian Thompson y su familia, y también se puede tener compasión por los millones de estadounidenses que sufrieron como resultado de las decisiones tomadas por su industria y la empresa que él supervisaba”. Además, añaden que el CEO asesinado era consciente de los problemas del sistema y hablaba de la necesidad de un cambio, según comentaron sus empleados. Luego de entender que la compasión y la empatía no deben ser selectivas, la sociedad puede concentrarse en lo más importante: pedir una reforma al sistema.
“(Esto) antes de que el próximo justiciero viral provoque otra conversación cultural cíclica sobre quién merece nuestra empatía”, concluyeron Romano y Signal. Después de todo, como escribe Nicolas Forko, de “The Atlantic”, “animar a un justiciero puede resultar catártico para quienes están hartos del actual sistema de salud de Estados Unidos, pero no solucionará nada”. La solución real para aplacar la ira, coinciden, es una reforma.
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