¿Intervendrán Petro y Lula para salvar los acuerdos de Barbados?
Los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, no se han pronunciado frente a la reciente serie de acciones que ha tomado el régimen de Nicolás Maduro para reprimir a la oposición en Venezuela.
Txomin Las Heras Leizaola*
La persistencia del foco de inestabilidad política, económica y social que representa hoy Venezuela es, sin duda alguna, motivo de preocupación para los países de América Latina, especialmente para aquellos que son sus vecinos directos como Colombia y Brasil.
📝 Sugerimos: La radicalización de Maduro y sus efectos sobre la región
Ambos países se han debatido, según el signo ideológico de sus gobiernos en los últimos años, entre aislar a un vecino incómodo para forzar un cambio de gobierno en Caracas o buscar algún tipo de acercamiento con la esperanza de generar las condiciones para una salida consensuada y electoral a la crisis en ese país.
Los gobiernos de Iván Duque, en Colombia, y Jair Bolsonaro, en Brasil, son un ejemplo del primer caso, mientras que Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, del segundo. El problema es que hasta la fecha ninguno de ellos ha tenido éxito en las iniciativas que ha desplegado para lograr sus objetivos.
Todas estas administraciones se han encontrado con un gobierno de Nicolás Maduro que ha cerrado filas, bien sea para resistir las sanciones y el aislamiento diplomático o bien para desbaratar las iniciativas que con ayuda internacional se han emprendido para buscar algún tipo de acuerdo.
¿Por qué tanto Petro como Lula han mantenido un sonoro silencio tras la decisión del régimen venezolano de inhabilitar, en abierta contravención de los acuerdos de Barbados suscritos entre el gobierno y la oposición para celebrar elecciones competitivas en el segundo semestre de 2024, a la candidata elegida democráticamente por la Plataforma de Unidad Democrática de la oposición venezolana, María Corina Machado? ¿Por qué la arbitraria detención de la dirigente de la sociedad civil, Rocío San Miguel, no ha merecido una enérgica protesta?
Una primera respuesta muy simplista podría apuntar a la cercanía ideológica, tomando en cuenta que tanto Petro como Lula y Maduro se reconocen como militantes de izquierda. Sin embargo, esta tesis olvida que los dos primeros representan proyectos que no han roto con la institucionalidad democrática y difícilmente quisieran verse identificados con un gobierno que sí lo ha hecho y goza de una pésima reputación tanto dentro como fuera de Venezuela.
Aunque el presidente brasileño ha tenido expresiones más benévolas hacia Maduro que su homólogo colombiano, pareciera que ambos han priorizado mantener lo más abierto posible los canales de comunicación con su colega venezolano, lo que pone de relieve el papel mediador que ambos pudiesen jugar en Venezuela.
Brasil, como el país que tiene más peso en la región, ya dio una demostración de ello cuando se movió diplomáticamente con agilidad para desactivar a finales de año pasado la escalada entre Venezuela y Guyana por el territorio Esequibo, promoviendo un encuentro entre los presidentes de ambas naciones en San Vicente y Las Granadinas. Con ello, Brasilia dejó claro que no quiere conflictos en su vecindario.
📌Le puede interesar: María Corina Machado: Maduro me inhabilitó porque sabe que le ganaré
Petro, por su parte, también ha hecho gala de querer ejercer un liderazgo regional y al poco de tomar posesión manifestó su disposición para mediar entre el gobierno y la oposición de Venezuela tras un encuentro que mantuvo con Maduro el 1 de noviembre de 2022. Posteriormente, el 25 de abril de 2023, organizó en Bogotá una cumbre de 20 países para impulsar el reinicio de las negociaciones de México suspendidas por el gobierno venezolano.
El nuevo inquilino de la Casa de Nariño llegó incluso a proponer que Venezuela reingresase a la Comunidad Andina de Naciones y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, teniendo como respuesta el más absoluto mutismo del lado venezolano.
A pesar de las cinco reuniones bilaterales que han mantenido y los tres encuentros adicionales que han tenido en el marco de encuentros multilaterales, no parece haber entre Petro y Maduro demasiada sintonía personal. En el Palacio de Miraflores no deben haber olvidado fácilmente que el mandatario colombiano calificó como una dictadura al régimen venezolano cuando andaba de campaña electoral.
Sin embargo, entre los Estados y los grupos políticos suelen primar los intereses y este caso no ha sido la excepción. Bogotá y Caracas han restablecido relaciones diplomáticas, consulares y comerciales y, a pedido del gobierno colombiano, su par venezolano está acompañando las negociaciones de paz con el ELN. Ambos procesos están en la línea de prioridades de Petro quien tratará de evitar que cualquier acontecimiento sobrevenido empañe el éxito de estos objetivos de su administración.
El nuevo marco de entendimiento binacional abre, al mismo tiempo, la posibilidad de que Petro pueda jugar un rol mediador o al menos ser escuchado en casa de su vecino. Otra cosa es que tenga éxito a la luz del fracaso de otros procesos de mediación y negociación que han tenido lugar en el pasado.
La entrada en escena de Petro en el maremágnum venezolano se ha visto reforzada con la solicitud que recientemente altos funcionarios de Washington le acaban de hacer al presidente colombiano para que interceda ante Maduro por la crisis que enfrentan los acuerdos de Barbados, ante la amenaza de las autoridades venezolanas de abandonarlos.
Washington tiene sus propios intereses para que esas negociaciones lleguen a buen puerto, pues como parte de las transacciones que se han hecho con el gobierno venezolano, que incluyen una suavización de las sanciones económicas, desde los Estados Unidos se está deportando a venezolanos que están irregulares en ese país, un asunto vital para Joe Biden que está entrando en la campaña electoral para su eventual reelección y que requiere de la colaboración de Venezuela.
Este endurecimiento de la política migratoria estadounidense requiere de la ayuda de las autoridades venezolana que están tomando muy en cuenta esta necesidad de los norteamericanos, como lo hizo patente la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, cuando anunció que no recibiría a sus compatriotas deportados si el gobierno de Biden reanudaba las sanciones contra el gobierno de Venezuela a partir de abril.
📰 También recomendamos: Congresistas colombianos buscan crear una comisión para vigilar elecciones en Venezuela
La política del palo y la zanahoria con Venezuela emprendida por los demócratas podría, empero, verse comprometida tras la anunciada renuncia de Juan González como Asesor de Seguridad de la Casa Blanca. Artífice del muy tibio deshielo con las autoridades venezolanas, González estaba comenzando a ver cómo sus esfuerzos se han frenado ante la rápida degradación de la situación venezolana.
¿Veremos a Petro mediando en Caracas? Dependerá en gran medida del interés del gobierno de Maduro que, por los momentos, no está mostrando intención alguna de avanzar con los acuerdos de Barbados y sigue adelante con su intención de celebrar unas elecciones en 2024 hechas a su medida.
La propuesta de salida a la crisis venezolana que avizora el mandatario colombiano en uno de sus últimos mensajes enviados por la red social X, antes Twitter, de levantar el bloqueo y celebrar elecciones libres en Venezuela, bien podría tener, viendo la cerrazón de quienes gobiernan con mano de hierro el vecino país, el mismo fin al que parecen estar destinados los esfuerzos de Washington.
La oposición venezolana se ha dirigido al jefe de Estado colombiano solicitándole sus buenos oficios y recordándole al presidente de Colombia sus palabras en contra de las inhabilitaciones políticas de las que él mismo fue víctima en el pasado.
Una posición firme en defensa de la democracia y los derechos humanos no debería estar reñida con la disposición de líderes regionales como Petro y Lula para incidir en una salida democrática y pacífica a la crisis venezolana.
*Txomin Las Heras Leizaola es Investigador adscrito del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y de la Bitácora Migratoria en alianza con la Fundación Konrad Adenauer, así como presidente de Diálogo Ciudadano Colombo Venezolano.
📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
Si le interesan los temas internacionales, quiere opinar sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com
La persistencia del foco de inestabilidad política, económica y social que representa hoy Venezuela es, sin duda alguna, motivo de preocupación para los países de América Latina, especialmente para aquellos que son sus vecinos directos como Colombia y Brasil.
📝 Sugerimos: La radicalización de Maduro y sus efectos sobre la región
Ambos países se han debatido, según el signo ideológico de sus gobiernos en los últimos años, entre aislar a un vecino incómodo para forzar un cambio de gobierno en Caracas o buscar algún tipo de acercamiento con la esperanza de generar las condiciones para una salida consensuada y electoral a la crisis en ese país.
Los gobiernos de Iván Duque, en Colombia, y Jair Bolsonaro, en Brasil, son un ejemplo del primer caso, mientras que Gustavo Petro y Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, del segundo. El problema es que hasta la fecha ninguno de ellos ha tenido éxito en las iniciativas que ha desplegado para lograr sus objetivos.
Todas estas administraciones se han encontrado con un gobierno de Nicolás Maduro que ha cerrado filas, bien sea para resistir las sanciones y el aislamiento diplomático o bien para desbaratar las iniciativas que con ayuda internacional se han emprendido para buscar algún tipo de acuerdo.
¿Por qué tanto Petro como Lula han mantenido un sonoro silencio tras la decisión del régimen venezolano de inhabilitar, en abierta contravención de los acuerdos de Barbados suscritos entre el gobierno y la oposición para celebrar elecciones competitivas en el segundo semestre de 2024, a la candidata elegida democráticamente por la Plataforma de Unidad Democrática de la oposición venezolana, María Corina Machado? ¿Por qué la arbitraria detención de la dirigente de la sociedad civil, Rocío San Miguel, no ha merecido una enérgica protesta?
Una primera respuesta muy simplista podría apuntar a la cercanía ideológica, tomando en cuenta que tanto Petro como Lula y Maduro se reconocen como militantes de izquierda. Sin embargo, esta tesis olvida que los dos primeros representan proyectos que no han roto con la institucionalidad democrática y difícilmente quisieran verse identificados con un gobierno que sí lo ha hecho y goza de una pésima reputación tanto dentro como fuera de Venezuela.
Aunque el presidente brasileño ha tenido expresiones más benévolas hacia Maduro que su homólogo colombiano, pareciera que ambos han priorizado mantener lo más abierto posible los canales de comunicación con su colega venezolano, lo que pone de relieve el papel mediador que ambos pudiesen jugar en Venezuela.
Brasil, como el país que tiene más peso en la región, ya dio una demostración de ello cuando se movió diplomáticamente con agilidad para desactivar a finales de año pasado la escalada entre Venezuela y Guyana por el territorio Esequibo, promoviendo un encuentro entre los presidentes de ambas naciones en San Vicente y Las Granadinas. Con ello, Brasilia dejó claro que no quiere conflictos en su vecindario.
📌Le puede interesar: María Corina Machado: Maduro me inhabilitó porque sabe que le ganaré
Petro, por su parte, también ha hecho gala de querer ejercer un liderazgo regional y al poco de tomar posesión manifestó su disposición para mediar entre el gobierno y la oposición de Venezuela tras un encuentro que mantuvo con Maduro el 1 de noviembre de 2022. Posteriormente, el 25 de abril de 2023, organizó en Bogotá una cumbre de 20 países para impulsar el reinicio de las negociaciones de México suspendidas por el gobierno venezolano.
El nuevo inquilino de la Casa de Nariño llegó incluso a proponer que Venezuela reingresase a la Comunidad Andina de Naciones y a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, teniendo como respuesta el más absoluto mutismo del lado venezolano.
A pesar de las cinco reuniones bilaterales que han mantenido y los tres encuentros adicionales que han tenido en el marco de encuentros multilaterales, no parece haber entre Petro y Maduro demasiada sintonía personal. En el Palacio de Miraflores no deben haber olvidado fácilmente que el mandatario colombiano calificó como una dictadura al régimen venezolano cuando andaba de campaña electoral.
Sin embargo, entre los Estados y los grupos políticos suelen primar los intereses y este caso no ha sido la excepción. Bogotá y Caracas han restablecido relaciones diplomáticas, consulares y comerciales y, a pedido del gobierno colombiano, su par venezolano está acompañando las negociaciones de paz con el ELN. Ambos procesos están en la línea de prioridades de Petro quien tratará de evitar que cualquier acontecimiento sobrevenido empañe el éxito de estos objetivos de su administración.
El nuevo marco de entendimiento binacional abre, al mismo tiempo, la posibilidad de que Petro pueda jugar un rol mediador o al menos ser escuchado en casa de su vecino. Otra cosa es que tenga éxito a la luz del fracaso de otros procesos de mediación y negociación que han tenido lugar en el pasado.
La entrada en escena de Petro en el maremágnum venezolano se ha visto reforzada con la solicitud que recientemente altos funcionarios de Washington le acaban de hacer al presidente colombiano para que interceda ante Maduro por la crisis que enfrentan los acuerdos de Barbados, ante la amenaza de las autoridades venezolanas de abandonarlos.
Washington tiene sus propios intereses para que esas negociaciones lleguen a buen puerto, pues como parte de las transacciones que se han hecho con el gobierno venezolano, que incluyen una suavización de las sanciones económicas, desde los Estados Unidos se está deportando a venezolanos que están irregulares en ese país, un asunto vital para Joe Biden que está entrando en la campaña electoral para su eventual reelección y que requiere de la colaboración de Venezuela.
Este endurecimiento de la política migratoria estadounidense requiere de la ayuda de las autoridades venezolana que están tomando muy en cuenta esta necesidad de los norteamericanos, como lo hizo patente la vicepresidenta, Delcy Rodríguez, cuando anunció que no recibiría a sus compatriotas deportados si el gobierno de Biden reanudaba las sanciones contra el gobierno de Venezuela a partir de abril.
📰 También recomendamos: Congresistas colombianos buscan crear una comisión para vigilar elecciones en Venezuela
La política del palo y la zanahoria con Venezuela emprendida por los demócratas podría, empero, verse comprometida tras la anunciada renuncia de Juan González como Asesor de Seguridad de la Casa Blanca. Artífice del muy tibio deshielo con las autoridades venezolanas, González estaba comenzando a ver cómo sus esfuerzos se han frenado ante la rápida degradación de la situación venezolana.
¿Veremos a Petro mediando en Caracas? Dependerá en gran medida del interés del gobierno de Maduro que, por los momentos, no está mostrando intención alguna de avanzar con los acuerdos de Barbados y sigue adelante con su intención de celebrar unas elecciones en 2024 hechas a su medida.
La propuesta de salida a la crisis venezolana que avizora el mandatario colombiano en uno de sus últimos mensajes enviados por la red social X, antes Twitter, de levantar el bloqueo y celebrar elecciones libres en Venezuela, bien podría tener, viendo la cerrazón de quienes gobiernan con mano de hierro el vecino país, el mismo fin al que parecen estar destinados los esfuerzos de Washington.
La oposición venezolana se ha dirigido al jefe de Estado colombiano solicitándole sus buenos oficios y recordándole al presidente de Colombia sus palabras en contra de las inhabilitaciones políticas de las que él mismo fue víctima en el pasado.
Una posición firme en defensa de la democracia y los derechos humanos no debería estar reñida con la disposición de líderes regionales como Petro y Lula para incidir en una salida democrática y pacífica a la crisis venezolana.
*Txomin Las Heras Leizaola es Investigador adscrito del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario y de la Bitácora Migratoria en alianza con la Fundación Konrad Adenauer, así como presidente de Diálogo Ciudadano Colombo Venezolano.
📧 📬 🌍 Semana a semana tendremos un resumen de las noticias que nos harán sentir que No es el fin del mundo. Si desea inscribirse y recibir todos los lunes nuestro newsletter, puede hacerlo en el siguiente enlace.
👀🌎📄 ¿Ya se enteró de las últimas noticias en el mundo? Invitamos a verlas en El Espectador.
Si le interesan los temas internacionales, quiere opinar sobre nuestro contenido o recibir más información, escríbanos al correo mmedina@elespectador.com o aosorio@elespectador.com