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                                                                                                                                Venezuela: la violencia transfronteriza ya no solo preocupa a Colombia

                                                                                                                                El creciente distanciamiento entre “Gentil Duarte” con la Segunda Marquetalia y la concurrencia de enfrentamientos armados en Apure y Amazonas ha motivado un cambio de postura que trastoca las lógicas locales

                                                                                                                                Jerónimo Ríos*

                                                                                                                                El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, denunció el secuestro de ocho militares por parte de las disidencias de las Farc en Apure / Afp
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En primer lugar, hay que destacar cómo el proceso de reincorporación a la vida civil en las Farc-Ep ha supuesto una ventana de oportunidad para muchos de los actores armados, especialmente porque la geografía de la violencia en Colombia, marcadamente periférica, fronteriza, selvática y cocalera, sigue siendo tan notable como en 2012. Sin embargo, ello tiene lugar bajo la particularidad de que el vacío de poder dejado por las Farc-Ep ha sido aprovechado por terceros grupos violentos.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Allí, ambas estructuras se nutren del secuestro, la industria extorsiva, el contrabando y el negocio cocalero, lo que les permite erigirse como el principal actor violento de la región, aunque no el único. Sobre todo, porque entre 2017 y 2018 fueron apareciendo diferentes grupos residuales que, sobre la misma frontera con Venezuela, se sumaron a la disconformidad con el Acuerdo de Paz, reivindicando la necesidad de mantener un “proyecto revolucionario armado”. Tal fue el caso de estructuras como las continuadoras del frente 33 (Norte de Santander), frente 10 (Arauca) o frente 28 (Arauca/Casanare), y que encontraron en la debilitada frontera con Venezuela un filón óptimo para la criminalidad.

                                                                                                                                Las ventajas competitivas que ofrecía el suelo venezolano fueron normalizadas, de manera que, aunque muchos de estos grupos actuaban desde una impronta claramente binacional, no eran percibidos como una amenaza para la seguridad de Venezuela. Sin embargo, la aparición, en agosto de 2019, de Segunda Marquetalia sí que contribuyó a cambiar buena parte de estas dinámicas. Hay pleno convencimiento de que el primer video público de esta disidencia fue grabado en Venezuela. Desde allí, Iván Márquez y Jesús Santrich diseñaban su intento por lograr un punto de convergencia entre todos aquellos que algún lugar hicieron parte de las siglas Farc-Ep. Empero, los términos en los cuales se proponía tal cometido nunca fueron aceptados por quien respaldaba las disidencias hasta ese momento existentes en este corredor fronterizo: Gentil Duarte.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                En cualquier caso, todo es más complejo si cabe. Al enquistamiento territorial de la violencia, y al notable atractivo de ingentes fuentes de financiación ilícita que ofrece la frontera con Venezuela, hay que añadir la concurrencia y proyección de otros tantos grupos criminales presentes en la región, aunque con un nivel de arraigo y protagonismo mucho menor. Tal es el caso del Clan del Golfo, los Pelusos, los Rastrojos o, incluso, los Puntilleros, en el caso del departamento de Vichada.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le puede interesar: Tras nuevos combates, Venezuela envió más militares al estado de Apure, según ONG

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                *Jerónimo Ríos es investigador postdoctoral en Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid (@Jeronimo_Rios_)

                                                                                                                                El ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino, denunció el secuestro de ocho militares por parte de las disidencias de las Farc en Apure / Afp
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En primer lugar, hay que destacar cómo el proceso de reincorporación a la vida civil en las Farc-Ep ha supuesto una ventana de oportunidad para muchos de los actores armados, especialmente porque la geografía de la violencia en Colombia, marcadamente periférica, fronteriza, selvática y cocalera, sigue siendo tan notable como en 2012. Sin embargo, ello tiene lugar bajo la particularidad de que el vacío de poder dejado por las Farc-Ep ha sido aprovechado por terceros grupos violentos.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Allí, ambas estructuras se nutren del secuestro, la industria extorsiva, el contrabando y el negocio cocalero, lo que les permite erigirse como el principal actor violento de la región, aunque no el único. Sobre todo, porque entre 2017 y 2018 fueron apareciendo diferentes grupos residuales que, sobre la misma frontera con Venezuela, se sumaron a la disconformidad con el Acuerdo de Paz, reivindicando la necesidad de mantener un “proyecto revolucionario armado”. Tal fue el caso de estructuras como las continuadoras del frente 33 (Norte de Santander), frente 10 (Arauca) o frente 28 (Arauca/Casanare), y que encontraron en la debilitada frontera con Venezuela un filón óptimo para la criminalidad.

                                                                                                                                Las ventajas competitivas que ofrecía el suelo venezolano fueron normalizadas, de manera que, aunque muchos de estos grupos actuaban desde una impronta claramente binacional, no eran percibidos como una amenaza para la seguridad de Venezuela. Sin embargo, la aparición, en agosto de 2019, de Segunda Marquetalia sí que contribuyó a cambiar buena parte de estas dinámicas. Hay pleno convencimiento de que el primer video público de esta disidencia fue grabado en Venezuela. Desde allí, Iván Márquez y Jesús Santrich diseñaban su intento por lograr un punto de convergencia entre todos aquellos que algún lugar hicieron parte de las siglas Farc-Ep. Empero, los términos en los cuales se proponía tal cometido nunca fueron aceptados por quien respaldaba las disidencias hasta ese momento existentes en este corredor fronterizo: Gentil Duarte.

                                                                                                                                Read more!
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                                                                                                                                En cualquier caso, todo es más complejo si cabe. Al enquistamiento territorial de la violencia, y al notable atractivo de ingentes fuentes de financiación ilícita que ofrece la frontera con Venezuela, hay que añadir la concurrencia y proyección de otros tantos grupos criminales presentes en la región, aunque con un nivel de arraigo y protagonismo mucho menor. Tal es el caso del Clan del Golfo, los Pelusos, los Rastrojos o, incluso, los Puntilleros, en el caso del departamento de Vichada.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Le puede interesar: Tras nuevos combates, Venezuela envió más militares al estado de Apure, según ONG

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                A todo lo planteado hasta el momento hay que añadir el cambio en la posición de la fuerza pública venezolana. Hasta el momento, salvo contadas excepciones, aquella actuaba como un convidado de piedra. Sin embargo, el creciente distanciamiento entre Gentil Duarte con Segunda Marquetalia, y la concurrencia de enfrentamientos armados en Apure y Amazonas, ha motivado un cambio de postura que trastoca las lógicas locales. El vínculo entre la disidencia comandada por Márquez y el gobierno de Maduro ha motivado que la intrincada relación a tres se traduzca en enfrentamientos entre el ejército venezolano y el antiguo frente 10 de las Farc-Ep, al servicio de Duarte.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Además de escalar la de por sí compleja relación de Caracas con Bogotá, este acontecimiento puede afectar las dinámicas locales que se venían desarrollando. Así, al margen de una intensificación de la violencia, una afectación a la población civil y un desplazamiento forzado sobre ambos lados de la frontera, este cambio en las dinámicas fronterizas puede servir para debilitar a los grupos de Gentil Duarte presentes en la zona. Algo que no necesariamente debería afectar al Eln o a Segunda Marquetalia. En cualquier caso, lo que resulta indudable es que la violencia asociada con el conflicto armado que transcurre sobre la frontera colombo-venezolana, a tenor de los acontecimientos, ya no es preocupación exclusiva de Colombia.

                                                                                                                                *Jerónimo Ríos es investigador postdoctoral en Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid (@Jeronimo_Rios_)

                                                                                                                                Por Jerónimo Ríos*

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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