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Sabíamos que cualquier recuperación en la actividad económica podría generar la misma sensación entre la gente: las cosas estarían mejor en Venezuela. “La cantidad de artículos que hay en este supermercado, además de que reciben cualquier tipo de divisa, te hacen sentir que saliste de Venezuela y te fuiste directo a Estados Unidos”, dice un usuario de TikTok en un video en el que muestra los estantes llenos de productos importados. “Ese tiempo en el que los extranjeros se burlaban porque no había nada en los mercados del país se acabó”, comentó.
Pero no solo son los videos que circulan en redes sociales, sino que varias comisiones y organizaciones internacionales han dado un parte menos catastrófico que el de los últimos años. El banco Credit Suisse Group, por ejemplo, estimó que la economía de Venezuela crecerá un 20 % este año, mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) señala que la expansión será del 1,5 % en el PIB. Sin mencionar que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) proyectó un crecimiento del 10 % en un informe de este mes. ¿Se arregló Venezuela?
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“La visión general es que la economía venezolana muestra mejores condiciones que lo visto hace un par de años”, le comentó a este diario Luis Arturo Bárcenas, economista jefe en Ecoanalítica, un grupo especializado en el análisis del entorno macroeconómico en Venezuela.
Bárcenas mencionó varios factores: se superaron parcialmente los costos de la pandemia, el país ahora enfrenta un entorno de precios menos distorsionado y el rol que ha tomado el sector privado también ha sido clave, sin mencionar que la actividad petrolera, pese a las restricciones, encontró un aliciente con la reapertura de los mercados internacionales. Unos argumentos muy similares a los que hizo la Cepal.
“El aumento de los precios de referencia de la canasta venezolana, del 67,9 % en 2021 y del 60,5 % entre diciembre de 2021 y marzo de 2022, así como la recuperación experimentada por la producción de crudo, permitirá mejorar las finanzas públicas del país, mientras que las mayores remesas permitirán incrementar los niveles de consumos privados”, sostuvo Daniel Titelman, director de la División de Desarrollo Económico de la Cepal, a Bloomberg Línea en mayo de este año.
Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, hace un recuento parecido. “El permitir un avance más profundo de la dolarización fue clave en una economía que ha perdido confianza en su moneda. Por otro lado, ese poco petróleo que exporta Venezuela, con un precio que es sustancialmente más alto debido al alza en los precios, ha sido beneficioso. Sin contar con esa apertura a los productos importados, que le dio cierto dinamismo a la actividad comercial”. ¿Cambiarán los flujos migratorios por este escenario aparentemente favorable en Venezuela?
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“Sí, pareciera que la economía está mejorando, pero la realidad es otra”, nos dijo Aury Sambrano, venezolana radicada en Cartagena. “Lo que nos cuentan es que Venezuela prácticamente se ha vuelto un país para ricos. En comparación con 2016, que fue el año donde se vio más escasez, el país estaría mucho mejor. Pero los precios de los supermercados son de locura. ¿Que si nos regresaríamos? No. Tenemos claro que un daño de más de 12 años no se resuelve en uno o dos”, sostuvo.
Y aquí está el punto de todo este asunto: la comparación con años anteriores, hablando de esta aparente mejoría, puede ser un poco desproporcionada. Y es que el país pasó por un cataclismo recesivo nunca visto: entre 2013 y 2021 se registró una caída del 80 % del Producto Interno Bruto (PIB), la hiperinflación llegó hasta el 130.060 % en 2018 y el bolívar, como lo vimos en las calles del país, se depreció a tal punto que los billetes fueron usados para manualidades. “Sí, en este punto la economía dejó de caer, pero no están ni cerca de recuperar lo que fue”, comentó Oliveros.
El venezolano Luis Osteicoechea, que vive desde hace varios años en Colombia, nos dijo algo similar: “Ya no se ve la escasez de antes, pero Venezuela definitivamente no se ha recuperado. Mi papá me contó que compró algunas cosas con US$80; con ese dinero hubiera comprado tres veces más acá. Es decir, la canasta familiar estaría en unos US$480. Viendo esa situación, entendemos que volver a Venezuela sería empezar de cero”.
Sobre un posible cambio en la migración, Ronal Rodríguez, vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, sostiene que particularmente en el último año “muchos venezolanos en mejor condición han regresado a su país tratando de llevar recursos. Hay un número pequeño que se ha radicado definitivamente de nuevo en Venezuela, pero sigue siendo un número pequeño, no hay un regreso masivo”, explicó el analista a Portafolio.
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Un asunto que también podemos ver en cifras: según datos de Migración Colombia, 2′454.243 venezolanos ya cuentan con el Registro Único de Migrantes, de los cuales 1′385.531 tienen el Permiso de Protección Temporal (PPT), el documento de identificación que les permite a los migrantes y refugiados estar en el Sisbén y acceder a los servicios de asistencia médica, educación y trámites bancarios en Colombia.
De ahí, explica Rodríguez, que haya que hablar de una migración pendular, en la que algunos venezolanos trabajan unos meses en Colombia, y con ese sustento “viven una buena parte del año en Venezuela”, agregó el analista.
Con todo y eso, la mayoría quiere quedarse en sus países de acogida: una encuesta realizada en agosto del año pasado, cuando la inflación ya presentaba una desaceleración importante, arrojó que solo un 10 % de los migrantes y refugiados querían regresar a Venezuela, “lo que evidencia la necesidad de desarrollar soluciones con un enfoque regional y a largo plazo”, sostuvo Equilibrium-Centro para el Desarrollo Económico, la organización encargada de la encuesta.
¿Una recuperación a medias?
La lista de problemas parece interminable. Asdrúbal Oliveros dice que las fallas estructurales en Venezuela son preocupantes: “Estamos hablando del colapso del servicio público y de la infraestructura, además de una debilidad institucional profunda”. El economista Ronald Balza Guanipa, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, dice que no hay inversiones en electricidad ni en suministro de agua o internet, lo que podría potenciar el crecimiento en el futuro. Pero hay otro asunto de fondo que complica aún más las cosas: la falta de transparencia.
“En Venezuela no tenemos una base de información estadística”, comentó Balza Guanipa. “Tenemos un retraso desde 2019 en la publicación de cifras de cuenta nacional y de balance de pagos, por ejemplo. Desde 2016 no se publica el presupuesto de la nación, desde 2018 no hay datos sobre las cuentas de empleo y desempleo y desde 2009 no hay información sobre el sector público consolidado en Venezuela. De ahí que concluir que la situación en el país ha mejorado sea muy difícil”, sostuvo el experto.
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Esa falta de información se tradujo en desconfianza entre la población: “Venezuela no se ha arreglado; sí, de repente hay circulación de dinero, pero, ¿de dónde hay tanto dólar en efectivo circulando si los bancos no siempre dispensan dólares? No hay situaciones claras que me generen confianza para decir: ‘Venezuela se recuperó y por eso me regreso’”, dijo Luis Osteicoechea.
Balza Guanipa señala que una buena parte de esa dolarización se dio por el uso de ahorros de los venezolanos que no tenían ingresos en bolívares, y eso ayudó a que se hicieran transacciones en la economía. “Pero cuando te hablo de una buena parte, es porque no hay información, no se sabe si el gobierno tenía ahorros o si parte de los dólares que entraron llegaron por motivos criminales, pero tampoco hay pruebas”, agregó.
El experto hizo otra aclaración clave: “(con la dolarización) no significa que hubo sustitución de moneda, sino que hubo incorporación de ahorros que estaban en el exterior a transacciones en Venezuela. Lo que demuestra un grado de empobrecimiento importante, porque la gente está utilizando sus ahorros para poder comer”, sostuvo el analista.
Y es que la situación del país es grave: la canasta familiar, como nos contó Luis, efectivamente cuesta US$ 470,44, en un país donde el salario mínimo es de unos US$20, según datos del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM). Un asunto que afecta directamente las pensiones: “La pensión de vejez en Venezuela perdió el 99,7 % de su valor en los últimos 20 años”, se lee en un informe del portal venezolano Prodavinci.
Y con todo y que no hay hiperinflación, “Venezuela muestra en un mes el crecimiento de precios que presenta Colombia en un año. Es decir, el país todavía vive en un entorno de precios volátil, expuesto a la descoordinación en el seno de los reguladores, en donde se emiten bolívares sin contar con recursos para, por ejemplo, esterilizar esos fondos, vender divisas al mercado y hacer que el tipo de cambio se estabilice”, comentó Luis Arturo Bárcenas. Sin dejar de lado temas como educación y salud.
“Justo hoy conversé con una trabajadora de un hospital privado en Valencia (Venezuela) que otrora fue punta de lanza en tecnología y adelantos científico-médicos: 80 camas de hospitalización, quirófano circular de última tecnología y convenios con pacientes internacionales. Hoy tienen activas menos de 20 camas de hospitalización que pasan días vacías, ¿no hay pacientes? Claro que hay, pero tienen que pagar prepagadas de más de US$3.000 anuales”, nos dijo Igdalia, una venezolana que vive hace varios años en Colombia.
Balza Guanipa plantea otros asuntos pendientes por resolver. “¿En qué se gastó lo que causó la hiperinflación? Este fenómeno ocurre por emisión monetaria que, en este caso, el banco central entregó a Petróleos de Venezuela S.A. (PDVSA). Como empresa petrolera debió ocurrir lo contrario: PDVSA debía traer dólares al banco central. Esos bolívares se gastaron y nunca supimos en qué, porque ninguna de las partes presentó una relación de gastos”, agregó el experto.
Y al mal manejo se suma el discurso del gobierno: “En 2018, Nicolás Maduro aumentó el salario mínimo unas 60 veces, y muchos pensaron que la hiperinflación era consecuencia de eso. Y sí, ese aumento fue preocupante, pero lo cierto es que la hiperinflación duró hasta 2020, y el valor real de los salarios cayó, así como el de las pensiones”, agregó Balza.
“¿Regresar así? Definitivamente no. Aún extraño a mi Venezuela, pero ya no me duele extrañarla. Entendimos que si estamos en Colombia vamos a trabajar por un mejor país y ayudaremos en lo que podamos”, dijo Aury.
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