Venezuela sin gasolina: la herencia de 20 años de corrupción en PDVSA
Cuando Hugo Chávez ascendió al poder, Venezuela gozaba de una producción tasada en millones de barriles de crudo a diario. Hoy, sin embargo, no supera el 10 % de su productividad. ¿Cómo pasó de ser el país con mayores reservas de petróleo a una nación sin gasolina suficiente para suplir su demanda interna?
Tomás Tarazona Ramírez
Todo consistía en un proceso sencillo: maniobrar el vehículo, acercarlo lo más posible a la estación de servicio y acordar con el operador de la bomba con cuántos litros de gasolina se deseaba tanquear el carro. El gasolinero insertaba la manguera y, con solo apretar el gatillo, daba por finalizado el proceso en que se vendía la gasolina más barata del mundo.
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Todo consistía en un proceso sencillo: maniobrar el vehículo, acercarlo lo más posible a la estación de servicio y acordar con el operador de la bomba con cuántos litros de gasolina se deseaba tanquear el carro. El gasolinero insertaba la manguera y, con solo apretar el gatillo, daba por finalizado el proceso en que se vendía la gasolina más barata del mundo.
Durante décadas Venezuela vio su economía crecer a causa del boom del crudo que reposa en el subsuelo del país. Hugo Chávez, por ejemplo, ejecutó su “Revolución Bolivariana” de la mano con las amplias ganancias que recibía al vender el petróleo a otros países. Pero hoy, sin embargo, acceder a unos cuantos litros de gasolina depende de un suceso furtivo o de un accidente del azar.
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Desde mayo la ciudadanía ha denunciado que poder acceder a gasolina ha pasado de ser una transacción económica a una apuesta con el destino. En Zulia, por ejemplo, el gobierno local sortea con un bingo quiénes son los afortunados que a diario pueden tanquear sus vehículos entre una población de casi cinco millones de habitantes. Se volvió, literalmente, una lotería.
Pero en otros estados, como La Villa, Santa Bárbara o Catatumbo, las casualidades no son suficientes, pues los habitantes tienen que esperar más de 12 horas para comprar gasolina o, en su defecto, hacer filas que se prolongan por kilómetros en las vías principales.
La herencia de PDVSA
Hace 20 años, cuando Chávez comenzó a afianzar su poder desde el Palacio de Miraflores, Venezuela tenía cerca de 13.000 empresas involucradas en el negocio de los hidrocarburos. En la actualidad quedan menos de 2.600, lo que explica no solo la debacle económica que se vive en el país, sino una bola de nieve de problemas que, según expertos, se ha venido incrementando desde hace por lo menos una década.
José Toro Hardy, expresidente de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), se mostró alarmado con el presente del negocio petrolero de Venezuela. “Hace años teníamos más de 22 refinerías en Europa, Estados Unidos y el Caribe. (…) Hoy no somos capaces ni siquiera de abastecer nuestro deprimido mercado nacional”, dijo en diálogo con el noticiero TVV Network.
Este declive del mercado petrolero no es algo propio de Nicolás Maduro, presidente hace 10 años, sino una herencia que el chavismo trajo al instalar su modelo energético. Por ejemplo, la ONG Transparencia Venezuela detalla que para 2013, cuando Maduro recién se posesionaba en la jefatura de Estado, la productividad de las refinerías tan solo alcanzaba el 59 %. En cuestión de meses, la producción de petróleo se estancó, pues desde 2017 esta cifra no supera un tercio de lo que realmente podría generar, tanto en ingresos como en petróleo para consumir internamente.
Y es que esto se debe a que en los 14 años de mandato de Chávez se desarrolló en Venezuela lo que se conoce como la enfermedad holandesa, es decir, que la economía de un país dependa exclusivamente de los ingresos de un producto en específico.
Además, el predecesor de Maduro ideó un modelo energético en el que no solo la gasolina era la más barata del mundo, como reporta el portal GlobalPetrolPrices, sino que continuó un esquema de combustible subsidiado. Esta estrategia, vigente por lo menos desde 1945, otorgaba dádivas del gobierno a los ciudadanos para que estos compraran gasolina sin que el Estado se beneficiara, prácticamente, de esa transacción.
“El combustible prácticamente se regaló durante décadas en Venezuela. (…) Todo para cuidar la mesa de los venezolanos (con poder)”, aseguró Francisco Rodríguez, creador de Oil For Venezuela, para el diario El Clarín.
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A la crisis política, social y económica que trajo el mandato de Nicolás Maduro se sumó el deterioro de PDVSA y todo el sector de hidrocarburos. El país latinoamericano, que hasta la llegada del chavismo había sobrevivido a base de comercializar petróleo en el mundo, se enfrentó a una caída de los precios, protestas sociales y los malos manejos de la cúpula directiva en la empresa.
Tras casi cinco años de problemas internos y cuentas sin pagar en Venezuela, se sumó un nuevo problema: las primeras sanciones de Estados Unidos en 2012. Para ese momento PDVSA se había “convertido en un partido político” que, más allá de enfocarse en la productividad, “dejó de lado las necesidades de la empresa”, tal como describió la AFP.
Las sombras de la corrupción y el silencio
Incluso desde Caracas se reconoce que la corrupción dentro de los cargos más importantes del gobierno y PDVSA han tenido un efecto letal en la supervivencia del modelo petrolero.
Solo este año Maduro denunció “mafias que se habían incrustado” tanto en la empresa petrolera como en otras instituciones del Estado. Las acusaciones del presidente se debieron al último entramado de corrupción que sacudió a PDVSA, algo que de acuerdo con la agencia Reuters ocasionó un desfalco cercano a los US$21.000 millones.
Aunque este escándalo de corrupción fue el más reciente, no ha sido el primero. Es importante recordar que en el pasado ya hubo otros episodios en que funcionarios, ministros e integrantes del círculo de poder venezolano utilizaron PDVSA como la billetera de los gastos públicos.
Una investigación de Transparencia Venezuela señaló que en tan solo dos décadas se habían registrado al menos “127 casos de corrupción o manejo irregular de recursos”; algunos de ellos involucrando a Rafael Ramírez, quien comandó la empresa 10 años, o Tareck el Aissami, uno de los alfiles de Maduro en la arena política. Estas pesquisas señalaron que el conjunto de las operaciones corruptas causó la pérdida o malversación de al menos US$42.000 millones.
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Tan solo en la operación de corrupción que se investigó en 2023 se capturaron 43 personas, entre empresarios y trabajadores de PDVSA. Sin embargo, desde la Fiscalía no se ha dado información sobre dónde está el dinero o de qué manera se trabajará para recuperarlo.
Antonio Ecarri, legislador de la oposición, denunció ante Voz de América que “el gobierno dice que le robaron, pero no dice qué fue lo que le robaron, cuál es el monto del delito, de qué estamos hablando o cómo se está investigando para llegar al monto del fraude. Además, qué se está incautando, cuánto es el monto y en qué se van a usar”.
Gritos sordos, autoridades ciegas
La corrupción se ha mezclado con el silencio ante los problemas y el intento de negar cualquier obstáculo desde Caracas. Un caso de esto fueron las declaraciones que políticos ofrecieron ante el desabastecimiento más reciente.
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Juan Carlos Díaz, funcionario del gobierno Maduro, dijo a la prensa que “se está trabajando con total normalidad”, aun cuando hay protestas en la ciudadanía y reclamos de parte de la oposición. Pero Díaz, que insistió en que se está “asegurando a la población el combustible necesario para el país”, no mencionó cifras sobre la producción de este año que, de acuerdo con Transparencia Venezuela, se encuentra tan solo en un 5 % frente a lo que produjo en décadas pasadas.
Mientras que la corrupción siga colonizando las estructuras de PDVSA, y desde el gobierno no se observe una intención de arreglar el problema, el futuro del “país petrolero más próspero de América Latina” estará marcado por la inestabilidad y los escándalos que se suceden unos a otros.
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