Francia Márquez en África: hito y oportunidad
La vicepresidenta colombiana visitará tres países del continente entre el 10 y el 18 de mayo. El acercamiento va en sintonía con los cambios del mundo.
Jerónimo Delgado Caicedo y Mauricio Jaramillo Jassir
La visita de Francia Márquez a Etiopía, Kenia y Sudáfrica marca un hito en la política exterior colombiana digno de análisis más allá de simplificaciones. Colombia podría estar frente a una oportunidad histórica en materia de cooperación Sur-Sur, y que responde no solo a los propósitos pasajeros del gobierno de turno, sino a los intereses de Estado. La importancia de esta visita puede explicarse en dos dimensiones: las dinámicas de crecimiento económico y desarrollo en determinados Estados del África Subsahariana en el último tiempo, así como por cambios en el sistema internacional y un nuevo panorama político regional. Ambos elementos suelen pasar inadvertidos en los análisis sobre nuestra proyección exterior, pero a propósito de la inminente gira, vale la pena entender por qué podríamos estar ad portas de un hito diplomático.
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La visita de Francia Márquez a Etiopía, Kenia y Sudáfrica marca un hito en la política exterior colombiana digno de análisis más allá de simplificaciones. Colombia podría estar frente a una oportunidad histórica en materia de cooperación Sur-Sur, y que responde no solo a los propósitos pasajeros del gobierno de turno, sino a los intereses de Estado. La importancia de esta visita puede explicarse en dos dimensiones: las dinámicas de crecimiento económico y desarrollo en determinados Estados del África Subsahariana en el último tiempo, así como por cambios en el sistema internacional y un nuevo panorama político regional. Ambos elementos suelen pasar inadvertidos en los análisis sobre nuestra proyección exterior, pero a propósito de la inminente gira, vale la pena entender por qué podríamos estar ad portas de un hito diplomático.
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África, una región del presente
El imaginario sobre África en Colombia ha estado históricamente dominado por historias negativas: conflictos armados, golpes de Estado, pobreza, hambrunas e inestabilidad política. Y si bien África aún debe solucionar muchos de estos problemas, lo cierto es que hoy es fundamentalmente diferente a la que existía en 1990. Este cambio responde a tres procesos que han tenido lugar en el continente durante las últimas décadas y que se han traducido, en palabras del expresidente de Sudáfrica Thabo Mbeki, en un “renacimiento africano”.
El primero de ellos es la conjunción de dinámicas de pacificación y estabilización política en gran parte del continente africano. Durante la década de 1990, cerca de 30 países africanos experimentaron conflictos armados internos, mientras que esa cifra hoy es de únicamente cinco. Por otra parte, para 1990, de los 53 países que existían en el continente, 45 eran considerados como autocracias absolutas. Para 2023, solo Eritrea, Guinea Ecuatorial y Esuatini (antes Suazilandia) están clasificados en esa categoría. Más aún, 32 países africanos son considerados actualmente como democracias. Los golpes de Estado que antes eran generalizados han disminuido considerablemente y los que aún ocurren se centran principalmente en el cinturón del Sahel.
En segundo lugar, desde su descolonización, África se ha enfrentado a las vulnerabilidades, retos y dependencias asociadas al desarrollo. En términos reales, esta situación implicaba que las soluciones a estos problemas deberían venir de Occidente en forma de cooperación internacional que, a su vez, incrementaban los niveles de dependencia del continente. Sin embargo, las últimas décadas han visto la aparición de potencias emergentes en África que han empezado a solucionar sus problemas a partir de experiencias propias y políticas públicas exitosas. Sudáfrica, Nigeria, Etiopía, Argelia, Senegal, Angola, Kenia y Ghana son hoy países que se proyectan a nivel internacional como ejemplos en la solución de las vulnerabilidades, retos y dependencias relacionadas con el desarrollo en el sur global y que se pueden convertir en aliados fundamentales de Colombia para proyectos de cooperación Sur-Sur.
Por último, el desarrollo de organismos de integración en el continente ha mejorado sustancialmente la coordinación de políticas y la proyección internacional de África. Desde procesos regionales, como la Comunidad para el Desarrollo de África Austral (SADC) o la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (Ecowas), hasta la iniciativa continental materializada en la creación de la Unión Africana (UA) en 2002, África ha empezado a unirse para trabajar junta en pro del desarrollo del continente. Estos procesos de integración ya han significado el desarrollo del Sistema Continental de Alerta Temprana (CEWS) o la Fuerza Africana de Despliegue Rápido (ASF) que han tenido un impacto significativo en la reducción de conflictos en África. Por otra parte, la UA implementó el Área Continental Africana de Libre Comercio (Afcfta) a partir de 2022, que reúne a 54 economías que suman US$3,4 trillones de PIB. Asimismo, esperan sacar a 30 millones de personas de la pobreza, incrementar en un 52 % el comercio intraafricano, generar US$450 billones adicionales de ingresos y aumentar en un 7 % el PIB del continente para 2035.
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Los cambios en el mundo que favorecen el acercamiento
El mundo venía avanzando hacia una multipolaridad, un orden que ha dejado de depender de Estados Unidos, como ocurrió durante la década de los 90. Las intervenciones en Irak, la mediación entre israelíes y palestinos -así no hubiese prosperado- en el marco de los Acuerdos de Oslo y los bombardeados de la OTAN a Yugoslavia pusieron en evidencia un orden (¿o acaso desorden?) que tuvo a Washington como principal protagonista, sin asomo de contrapesos. La relevancia china en la política multilateral arranca con el nuevo siglo, así como la recuperación geopolítica de Rusia. Estados Unidos sigue siendo la principal potencia por ser la economía más grande, por tener una capacidad de despliegue militar sin pares, pero, sobre todo, por la imposición del dólar como moneda de la mayor parte de las reservas internacionales de los Estados (60 % a nivel global están en dicha moneda) y unidad de cambio en el comercio internacional. Con la posibilidad de emitir, Washington preserva un poder sobre el sistema financiero del que carecen otras potencias. Aun así, la guerra en Ucrania ha acelerado los intentos de economías emergentes y del sur global por avanzar en términos de cambio que esquiven el dólar y por tener una voz en pro de temas que los países más ricos hoy ignoran (migraciones, calentamiento global, seguridad alimentaria y desarrollo sostenible). Rusia y China, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático y, en América Latina, Brasil quieren esquemas de intercambio sin pasar por el dólar. Se trata de un cambio significativo que pone en entredicho el actual orden financiero y comercial internacional, y supone posibilidades de acercamiento entre los países del sur global.
El momento también es inmejorable en América Latina. La llegada de Lula a la Presidencia en Brasil marca el eventual resurgimiento de la Unión de Naciones Suramericanas, interlocutor natural de la región con África, basta recordar el esquema de ASA (África y América del Sur) y ASPA (América del Sur y Países Árabes) que lideró el mandatario brasileño en sus períodos anteriores. Con la Constitución del 91, Colombia ha intentado avanzar hacia una política de acercamiento a sus pares según la doctrina Réspice Similia que no solo implica mayor relación con nuestros vecinos como expresamente reza la Carta, sino un acercamiento estratégico con el sur global. En esa lógica, se entiende la visita a Etiopía, sede de la Unión Africana; Kenia, una de las economías más grandes y estables de África Central y Oriental, donde tenemos representación diplomática y lazos desde mediados de los 70, y Sudáfrica, segunda economía más grande del continente, voz del sur global y parte de los BRICS, el foro más representativo e incidente de economías emergentes.
África hoy es un socio crucial para países emergentes como China, India, Brasil, Turquía e Indonesia, y Colombia deberá empezar a ser parte de ese grupo de aliados en el sur global. Es un mercado de 1.200 millones de personas y se estima que tendrá 2.500 millones para 2050, y es, además, fuente interminable de experiencias que la convierten en un lugar estratégico para proyectos de cooperación Sur-Sur. Las lecciones son innumerables en términos de posconflicto, memoria, justicia transicional y reconciliación. África ya no es el continente olvidado, y si bien es cierto que aún quedan muchos problemas, quedarse con una única historia de catástrofe sería un gravísimo error para la política exterior colombiana.
* Jerónimo Delgado Caicedo es profesor titular de la Universidad Externado de Colombia y secretario general de la Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África.
** Mauricio Jaramillo Jassir es profesor asociado de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos, así como miembro de ALADAA.
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