Vietnam y Gaza: la fuerza estudiantil contra la política exterior de Estados Unidos
A propósito de las manifestaciones a favor de los palestinos y en contra de la represión en diversas universidades estadounidenses, un paralelo con las protestas del año 68, que como este también fue electoral.
María José Noriega Ramírez
Hace más de 50 años, la Universidad de Columbia vivió protestas contra la Guerra de Vietnam, su participación en programas militares y, además, contra las políticas racistas. Cinco edificios resultaron ocupados. Las líneas de agua, electricidad y teléfono fueron clausuradas. En la mañana del 30 de abril de 1968, alrededor de 1.000 oficiales de la Fuerza de Patrulla Táctica de Nueva York, llamados por el presidente universitario de entonces, Grayson L. Kirk, llegaron al campus. Los agentes usaron la fuerza: 100 personas resultaron heridas, 700 fueron arrestadas por allanamiento de morada y alteración del orden público, principalmente.
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Hace más de 50 años, la Universidad de Columbia vivió protestas contra la Guerra de Vietnam, su participación en programas militares y, además, contra las políticas racistas. Cinco edificios resultaron ocupados. Las líneas de agua, electricidad y teléfono fueron clausuradas. En la mañana del 30 de abril de 1968, alrededor de 1.000 oficiales de la Fuerza de Patrulla Táctica de Nueva York, llamados por el presidente universitario de entonces, Grayson L. Kirk, llegaron al campus. Los agentes usaron la fuerza: 100 personas resultaron heridas, 700 fueron arrestadas por allanamiento de morada y alteración del orden público, principalmente.
Cinco décadas después los estudiantes volvieron a manifestarse, junto con otros más de Barnard College, pero esta vez en solidaridad con Palestina, dada la devastación de la Franja de Gaza, y le exigieron a Columbia deshacerse de toda inversión relacionada con Israel. Se vieron campamentos de protesta, gente que ondeaba banderas palestinas y que cantaba “revolución de la intifada”. También se vio la irrupción de la Policía, que llevó a cabo cerca de 108 arrestos, uno de ellos el de Isra Hirsi, hija de la representante Ilhan Omar, demócrata de Minnesota. De hecho, el miércoles, un día antes de la protesta, la legisladora, desde Washington, interrogó a los administradores de Columbia sobre el trato que les daban a los estudiantes palestinos y musulmanes.
El panorama es incierto. Lo poco que se sabe es que muchos de quienes protestaron esta semana en la universidad neoyorquina se enfrentan ahora a suspensiones y a la imposibilidad de terminar el semestre. “Los estudiantes se sienten más inseguros, perciben que los recintos universitarios ya no son espacios libres de miedo, que ya no son receptivos”, dice Juan Albarracín, profesor asistente en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Illinois, en Chicago: “La pregunta es cómo desde la universidad podemos responder a esto sin perder la esencia de ser un lugar de intercambio de ideas, de disensos”, sobre todo en un momento crítico, como este, en el que los directivos están dando una respuesta represiva, que a su juicio empeora mucho más la situación.
Pero no son solo Columbia o la Universidad de Nueva York, son muchas más: Yale, la Universidad de Texas, en Austin, la Universidad del Sur de California, en Los Ángeles, pero también Harvard y Cornell, y la lista continúa. Y es que se juntaron dos hechos: la solidaridad con la causa palestina y la solidaridad entre alumnos. “Es Gaza, pero también es el respaldo a los estudiantes detenidos”, o al menos así lee el docente lo que ha ocurrido en estos últimos días en Estados Unidos: “Las universidades son un microcosmos de la polarización. En momentos de efervescencia social les queda muy difícil extraerse de eso”.
Como profesor, se ha dado cuenta de que Gaza ha sido un tema bastante presente en el debate universitario, sobre todo este semestre. Si ya lo era desde antes, ahora, que la situación en la Franja sigue empeorando, pues el número de víctimas mortales desde el 7 de octubre asciende a más de 34.000 personas, según el Ministerio de Salud, controlado por Hamás, es complicado tocar el tema en clase. Confiesa que él, como muchos otros, no sabe dónde terminará este movimiento de protesta, que es difícil determinarlo, pero sí reconoce que hay que tener cuidado al comparar esto con sucesos previos, como los del 68, y que el futuro de las manifestaciones dependerá de la respuesta política, en pleno contexto electoral.
Hay algo en común: tanto hoy, como hace 50 años, la política exterior estadounidense se puso en el banquillo como objeto de oposición y blanco de reparos. En los años 60 pasó con Vietnam y esta semana con las tensiones en Oriente Medio, en particular con las acciones de Israel, ambos enmarcados en el rol de Estados Unidos en conflictos externos. Las demandas también son algo similares: evitar que las universidades apoyen empresas que contribuyan al esfuerzo bélico. Además, está el factor proximidad. En el caso de Vietnam, cerca de 550.000 militares norteamericanos pelearon allí. En cuanto a Israel y Palestina, ambos tienen comunidades asentadas en Estados Unidos: alrededor de 7 millones de judíos viven allí, así como un estimado de 250.000 exiliados palestinos. Las diferencias son el contexto universitario y las dinámicas políticas del momento, en tiempos en los que Joe Biden y Donald Trump podrían enfrentarse de nuevo en las urnas.
Como en el 68, la sede de la Convención Demócrata de este año será Chicago. En ese entonces la sombra de Vietnam y los asesinatos de Martin Luther King y Robert F. Kennedy, así como la violenta reacción al movimiento de los derechos civiles, configuraron un partido que llegó en crisis a la cita, tal como lo escribió en The Conversation Emma Shortis, investigadora principal en Asuntos Internacionales y de Seguridad en The Australia Institute. Hubo manifestaciones pacíficas en la ciudad de los vientos. También hubo caos y violencia, especialmente por parte de la Policía, que arrestó a 650 personas. El candidato demócrata de entonces, Hubert Humphrey, perdió las elecciones ante Richard Nixon.
En agosto de 2024, menciona Albarracín, veremos si las protestas trascienden las universidades. Por ahora, hacer cálculos políticos resulta difícil. Sin embargo, la cuestión palestina, así como las manifestaciones de hoy, ya se muestran como un dolor de cabeza para Biden. De hecho, el docente menciona que en las primarias, ante la ausencia de candidatos, el demócrata consolidó victorias. Ahora bien, varios votantes escribieron en las papeletas “no comprometidos”, una forma de exigir el cese de la matanza en Gaza. De hecho, como lo expresó también Shortis, en Michigan, 100.000 personas expresaron así su voluntad en febrero. Para efectos de la comparación, en los comicios de 2020, Biden ganó en ese estado por poco más de 150.000 votos. Falta por ver qué pasa en los próximos días, porque, como enfatiza Albarracín, sostener una manifestación es difícil: “No es solo voluntad, es también tener recursos”.
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