Vivek Ramaswamy, el “Trump 2.0″: ¿quién es y qué propone?
Recordado por persuadir a miles de personas para que invirtieran en un medicamento que luego fracasó, este joven empresario surge ahora como la amenaza más seria para Donald Trump en su búsqueda por la nominación republicana.
Camilo Gómez Forero
Sin Donald Trump en escena, el primer debate de los candidatos a la nominación presidencial por el Partido Republicano parecía totalmente irrelevante. De hecho, podría decirse que el gran ganador del enfrentamiento del miércoles es el propio expresidente.
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Sin Donald Trump en escena, el primer debate de los candidatos a la nominación presidencial por el Partido Republicano parecía totalmente irrelevante. De hecho, podría decirse que el gran ganador del enfrentamiento del miércoles es el propio expresidente.
Mientras sus rivales intercambiaban puñaladas en vivo y en directo, y el partido exhibía sus fracturas ideológicas y una profunda división generacional, Trump podía mirar desde la tranquilidad de su hogar la entrevista que le hizo Tucker Carlson proyectada a la misma hora del debate. Más de 100 millones de estadounidenses la vieron. Logró acaparar todos los reflectores, como estaba previsto, demostrando por qué sigue siendo el líder de los conservadores. A la gente le importa Trump, nadie más.
Sin embargo, el debate no terminó siendo del todo irrelevante, y esto fue por el gran salto en escena de Vivek Ramaswamy. A sus 37 años, este empresario del sector de la biotecnología se lanzó por primera vez a la presidencia.
Desde hace semanas se ha trepado en las encuestas de intención de voto, pero no había tenido un momento de incidencia a nivel nacional que lo pudiera catapultar. La del miércoles fue su noche. Al terminar el debate, los buscadores de Google indicaron que su nombre fue más consultado que incluso el del propio Trump.
¿Quién es Vivek Ramaswamy?
“Primero déjenme responder a la pregunta que todo el mundo se está haciendo en casa: ¿quién rayos es este chico delgado, con un apellido gracioso, y qué rayos está haciendo en la mitad del escenario?”, dijo Ramaswamy, al introducirse en el debate. Bueno, su introducción nos dice que es un individuo que ha estado estudiando minuciosamente los detalles de otras campañas presidenciales para imitar sus puntos exitosos.
Esas mismas palabras, “chico delgado con un apellido gracioso”, las usó Barack Obama en la Convención Nacional Demócrata de 2004, cuando habló para nominar al candidato John Kery.
Ramaswamy dejó ver cosas de Obama, también del empresario Andrew Yang, quien buscó las llaves de la Casa Blanca en 2020. Pero sobre todo, Ramaswamy tiene cosas de Trump. De ahí a que lo bauticen como el “Trump 2.0″ por su estilo y su pasado como empresario. Todas esas personas que busca imitar comparten algo, a pesar de tener ideologías diferentes: se presentaron como outsiders, candidatos que no provienen de la política tradicional que tiene agotados a los estadounidenses.
“No soy político”, dijo Ramaswany.
Hijo de migrantes indios, creció en un suburbio de Cincinnati, Ohio. En la escuela siempre obtuvo los primeros lugares y estacó en actividades extracurriculares como piano y tenis. Luego estudió derecho en Harvard y Yale y más tarde se dedicó a las finanzas, fundando en 2014 una empresa conocida por un “fracaso espectacular”, como lo tildó The New York Times.
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¿Cómo se hizo rico Ramaswany?
La empresa que fundó Ramaswany se trata de Roivant Sciences. Su idea de negocio era explorar las patentes que fueron abandonadas por otras empresas por razones comerciales. También prometía llevar al país a precios más asequibles de los medicamentos. En 2014, Ramaswany también fundó una filial de su empresa, conocida como Axovant Sciences, que solo tenía ocho empleados, entre ellos su madre y su hermano. Ambos eran médicos.
A finales de ese mismo año, Axovant compró por apenas US$5 millones la patente de un fármaco que prometía controlar el Alzheimer y que había sido abandonado por otro gigante de la farmacéutica, GlaxoSmithKline. El joven empresario hablaba maravillas de ese medicamento. “Podría ayudar a millones”, aseguraba.
Así, con esa idea, el joven indio-estadounidense se convirtió en el rostro de lo que se conocería como la “burbuja de la biotecnología”, un auge de esta industria en la que los precios de las acciones se dispararon en un ambiente lleno de publicidad. Ramaswany aprovechó ese momento de auge y vendió acciones antes de que el famoso medicamento entrara en la tercera fase de ensayos clínicos.
Para junio de 2017, Axovant había recaudado más de US$300 millones en inversiones, y tres meses ya había sido valorada en la bolsa por US$2.600. Ahí fue cuando llegaron las malas noticias: el fármaco, que se bautizó como intepirdina, fracasó. No mejoró la salud de los pacientes en la fase de ensayo clínico. Ramaswamy perdió millones. No ha revelado cuánto.
Las acciones de Axovant nunca se recuperaron y la empresa se disolvió en 2023. Sin embargo, y gracias a la forma en la que estructuró su empresa y su filial, Roivant quedó a salvo y, por lo tanto, Ramaswamy resistió el golpe. Los inversores fueron los que quedaron realmente perjudicados. Entre estos estaba el Sistema de Jubilación de Maestros del Estado de California, que invirtió en Axovant y tuvo que vender sus acciones por cientos de miles de dólares menos tras la noticia del fracaso del fármaco.
A Ramaswamy se le ha señalado de generar exageración y jugar con la esperanza de millones para fortalecerse en una industria que, de hecho, suele ganar por la especulación. A pesar de las críticas, Roivant sí pudo llevar varios medicamentos al mercado, incluido uno para tratar fibromas uterinos y el cáncer de próstata. E 2019, Roivant vendió su participación en cinco empresas prometedoras a un conglomerado japonés. Ramaswamy se hizo más rico con el negocio. En 2021, se alejó de su negocio, sin haber cumplido la promesa de precios más asequibles para los medicamentos en el país.
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Ramaswamy, el candidato a la presidencia
Desde su juventud se había interesado en la política, llegando a dirigir la Unión Política de Harvard. Sin embargo, sus negocios lo alejaron de este campo. En febrero de este año, Ramaswamy decide lanzar su campaña a la presidencia, luego de dos años alejado de su empresa. En ese tiempo se dedicó a escribir libros en los que aborda temas con los que ha buscado encantar a los conservadores, como “el declive de la fe, el patriotismo y el trabajo duro”. Culpa de todo a la ideología de género, a la lucha contra el cambio climático y a los demócratas.
“En otras palabras, está presionando los botones correctos para ganar seguidores en el Partido Republicano de 2023″, escribe Andrew Prokop, corresponsal político de Vox.
En el debate quedó demostrado que entiende cuáles son los puntos que preocupan a los republicanos. Hábilmente, conducía sus respuestas a los pilares del conservadurismo, aunque la pregunta no tuviera que ver con ello. Cuando se le preguntó sobre si mantendría la ayuda económica a Ucrania, dijo que no. En lugar de profundizar en ello, apuntó que “es desastroso que se estén gastando recursos para defender las fronteras de otro país, cuando deberían usarse para protegerse de una invasión en sus fronteras”. Hablaba de la crisis fronteriza, un tema que hechiza al electorado republicano.
Al hablar de la “crisis de identidad estadounidense”, a la que responde con una dosis de patriotismo, encanta con un discurso populista que no han sabido adoptar otros candidatos, a pesar de tener la misma idea de fondo. También sabe dónde debe estar su apoyo: promete que perdonará a Trump en caso de que sea condenado por la justicia, y ataca a quienes dudan de hacerlo. Así se gana el respeto y apoyo de los afiebrados seguidores del expresidente.
Al igual que Trump, desestima los ataques de sus oponentes diciendo sagazmente que “no sabe de lo que hablan”. Siembra dudas sobre sus rivales: dijo que estaban comprados y que estaban a favor de una agenda del cambio climático que, para él, es un engaño total. Todas estas respuestas tan premeditadas hicieron que Chris Christie dijera que estaba cansado de “un muchacho que suena como ChatGPT”. Ese apodo, más que herir a Ramaswamy, podría beneficiarlo, pues se queda grabado en la prensa y los votantes. Se hablará mucho de él tras la noche de debate.
Pero más importante que todo lo anterior, hay que ver al electorado. Si fuera por ideas, la clara ganadora del debate habría sido la candidata Nikki Haley. Fue la única que mostró ideas y un camino moderado para permitir la reconciliación de una nación dividida. Promete un cambio generacional y sus palabras van acorde a este. Al igual que el exvicepresidente Mike Pence, Haley posee experiencia en altos cargos que le permiten decirle a Ramaswamy que no sabe de lo que está hablando. “No tienes experiencia en relaciones internacionales y eso es evidente”, le dijo tras las respuestas de Ramaswamy sobre Ucrania y Taiwán. Esto, sin embargo, al electorado republicano poco o nada le importa. Quieren más de lo que Ramaswamy está hablando.
El mal desempeño del gobernador DeSantis en la noche de debate, sumado a su ya pronunciado declive en las encuestas, podría favorecer un ascenso de la nueva estrella de los republicanos. Después de esto, habrá que mirar qué efecto tiene sobre Donald Trump y si Ramaswamy puede convertirse en una amenaza real. Hay que resaltar que ya persuadió a miles de personas para que invirtieran en un medicamento que luego fracasó.
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