Zelenski: “Colombia no debe mandarnos armas, hablamos de intercambio tecnológico”
Desde el complejo presidencial en Kiev, en una entrevista que les concedió a algunos medios de comunicación latinoamericanos, entre ellos a El Espectador, el presidente ucraniano habló sobre América Latina y la apuesta que tiene con la próxima cumbre de la paz en Suiza. Esta es la edición de esa conversación.
María José Noriega Ramírez
Pocas horas después de que Ucrania viviera una alerta de madrugada por ataques rusos con 19 misiles y 32 drones shahed, que llevó a algunas personas a resguardarse en los refugios más cercanos por más de una hora, mientras que otras tantas siguieron durmiendo en medio de la cotidianidad de la guerra, diez periodistas latinoamericanos tuvimos un encuentro con el presidente Volodímir Zelenski. Las paredes de la Casa Gorodetsky, adornada por creaturas exóticas y usada por el Gobierno para llevar a cabo recepciones presidenciales, fueron el escenario del encuentro.
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Pocas horas después de que Ucrania viviera una alerta de madrugada por ataques rusos con 19 misiles y 32 drones shahed, que llevó a algunas personas a resguardarse en los refugios más cercanos por más de una hora, mientras que otras tantas siguieron durmiendo en medio de la cotidianidad de la guerra, diez periodistas latinoamericanos tuvimos un encuentro con el presidente Volodímir Zelenski. Las paredes de la Casa Gorodetsky, adornada por creaturas exóticas y usada por el Gobierno para llevar a cabo recepciones presidenciales, fueron el escenario del encuentro.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, se opuso al envío de armas a Ucrania y propuso buscar caminos para la paz. Se espera que en junio sea uno de los asistentes a la conferencia que se realizará en Suiza, en un viaje a Europa que también incluirá una parada en Suecia. ¿Qué piensa de esta postura de Colombia frente al envío de ayuda militar a su país? ¿Qué espera que salga de esa cumbre para la paz de Ucrania?
Estar presente en la conferencia es la postura de un líder independiente, creo yo. Para nosotros es fundamental que el presidente de Colombia esté allí y, si dispone de la posibilidad, sería un placer encontrarme con él para hablar sobre las relaciones bilaterales. En cuanto a mi postura relativa a las armas, hay varios puntos. Desde una cuestión pragmática, estamos dispuestos a la coproducción. El complejo industrial militar es de igual importancia para Ucrania como para el resto del mundo. Cuando hablamos de suministro de armas no decimos que Colombia tenga el deber de darnos unas, sino que nos referimos al intercambio de experiencias y de tecnologías, lo que contribuiría al fortalecimiento de su propio complejo militar. De hecho, debido a esta guerra, la formación militar, la medicina y la logística deben cambiar, deben de ser seguras, y todo eso lo hemos acumulado nosotros en forma de experiencia. No acuso a nadie si un país no quiere o no puede suministrarnos armas. Yo llamo a esto un gana-gana: nosotros necesitamos asistencia ahora y ustedes necesitarán tecnologías mañana. Creo que aquí también están involucrados el aumento de empleos y el desarrollo económico; el suyo y el nuestro. Si no nos asistieron con armas desde el inicio de la guerra, no es cierto lo que algunos piensan sobre que la paz llegará antes porque tendremos que negociar. Rusia respeta solo la lengua de la fuerza y está dispuesta a ponerse de acuerdo únicamente con los fuertes. Si no tuviéramos armamento desde el inicio de la guerra, nos habría puesto su ultimátum. En esa posición débil, sin apoyo de algunos socios en el mundo, tendríamos una situación totalmente distinta.
Lula da Silva no irá a la cumbre de la paz, como tampoco lo hará el canciller Mauro Vieira: ¿qué le diría al Gobierno de Brasil por su posición?
Es fundamental una unión fuerte en Latinoamérica. Cualquier país que piense en infringir la soberanía de otro sabría que no es solo Chile, Uruguay, Colombia o Brasil, sino que todos juntos podrían defender a la región. La posibilidad de que alguno ataque a otro sería cero, creo yo. Ucrania quiere esa unión con el resto del mundo, porque hoy es Rusia, pero mañana puede ser otro. De esta forma, antes de convertirse en víctima, el país podría hablar con sus aliados y decir ayúdenme y defiéndanme. Nosotros queremos ese tipo de alianzas. ¿Acaso el presidente Lula no quiere tener eso? No entiendo, no entiendo por qué no confirma esto. Brasil y China dijeron que están dispuestos a participar si Rusia también lo hace, pero Rusia nos atacó. ¿Acaso para Brasil es más cercana Rusia que Ucrania? Ese es un país terrorista, dirigido por una persona que es absolutamente fascista en su ideología, que nos quiere ocupar. Brasil tiene que estar de nuestro lado y ponerle un ultimátum al agresor. La economía es importante, pero hasta el momento en el que te llega una guerra. Ahí los valores cambian. La dependencia con Rusia puede ser terrible. Los recursos energéticos baratos se terminan. De una amistad con privilegios, con una persona que tiene una visión fascista, no se puede sacar provecho. Se obtiene solo por un tiempo. Necesitamos el voto por parte de los países de América Latina en la cumbre de la paz, y la alianza con los países de la región es mucho más potente que la de Brasil con Rusia.
Usted dijo que Brasil y China parecen pensar primero en los rusos y luego en Ucrania. ¿Qué falta para que Brasilia logre un acercamiento con Kiev?
Le falta pronosticar las consecuencias de la caída de Ucrania. Me parece, además, que Brasil no está lo suficientemente informado sobre en qué se ha convertido Rusia. Es un país que ha desatado varias guerras, sin vergüenza y sin esconderlo. Rusia no necesita ningún tipo de estabilidad. Su economía interna se basa en el gas y el petróleo. Mientras siga bloqueando nuestros mares, amenazando con armas (como lo hace en África) o haciendo chantajes energéticos, gana dinero. Es su forma de hacerlo. No es un socio seguro ni de confianza. Es un país que está dispuesto a pasar a la guerra en cualquier momento, como pasó con los conflictos congelados en Georgia y Moldavia.
Gabriel Boric ha expresado su apoyo político a Ucrania frente a la invasión rusa. ¿Qué más le pide al Gobierno, material y políticamente? ¿Considera que puede ser un puente para conversar o para acercarse a otros países de América Latina?
Tenemos relaciones amistosas, unas bastante firmes con el presidente Boric. Desde que nos conocimos en la resolución de la ONU, Chile nos apoya. La representación del país en un nivel superior en la cumbre de paz, a nivel de líder de Estado, es fundamental para Ucrania. Si él representa al país, aunque respetamos a los ministros y otros funcionarios, es una prueba de hasta qué punto el Estado apoya la paz y la finalización de la guerra.
¿Qué podría hacer Argentina, que es un país sin armamento para entregar y está sumido en una profunda crisis económica, para ayudar a Ucrania?
América Latina tiene una voz potente en las resoluciones de la Asamblea General de la ONU y es escuchada en las decisiones políticas. La crisis económica es algo que va y viene. Lo que importa es la solidaridad del país. A lo mejor, Argentina no puede darnos armas, porque no hay industria miliar, pero la libertad es una palabra clave para los países de América Latina, y yo la escuché cuando estuve en la posesión del presidente Javier Milei, quien irá a la cumbre. La inflexión de valores es algo que sucede en nuestro país y este ejemplo va a difundirse si Ucrania cae y el mundo no la apoya. Cuando estamos hablando de la seguridad de nosotros, también estamos hablando de la suya y de la de su continente. El desarrollo de la industria militar no es para que haya guerra, sino para que no la haya. La guerra puede tomar muchas formas, entre ellas cibernética, uso de drones y del sistema de defensa electrónico, y eso es algo en lo que queremos trabajar, así como en que Rusia no tenga tanta influencia sobre América Latina. No hay otra opción: tenemos que ser tecnológicos y rápidos. Estamos dispuestos a compartir lo que Ucrania ha recibido en la guerra, lo que en tiempos pacíficos muchos no pueden tener en Europa ni en Estados Unidos, pues tenemos la mayor guerra desde los tiempos de la Segunda Guerra Mundial.
* Artículo posible por invitación del Ministerio de Asuntos Exteriores en Kiev.
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