Análisis de Rodrigo Pardo: las contradicciones de Trump
Expresidente, precandidato y procesado, ¿Cómo lo logra y cómo puede mantenerse vigente?
Rodrigo Pardo * @RPardoGP / ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR
¿Cuál será, en fin, el futuro de Donald Trump? Una pregunta difícil por los escasos antecedentes de su caso (más exactamente, ninguno), en lo que se refiere a perder elecciones con alta votación y con una imagen entre sus seguidores que sigue siendo alta, y con lazos sentimentales evidentes a pesar de todo. Así fue su salida de la Casa Blanca. Trump polariza, y por eso sus cifras en general no son buenas, pero a la vez conserva el apoyo de sus seguidores. (Recomendamos: Más análisis de Rodrigo Pardo, este sobre los discursos de balcón de Petro).
Trump es ahora el primer exmandatario de los Estados Unidos inculpado judicialmente a nivel federal. Su panorama es confuso y contradictorio en momentos en los que se anuncia una nueva candidatura suya. Casi simultáneamente, Trump es llamado por la justicia y plantea una nueva opción para las elecciones. Candidato otra vez e inculpado: hechos contradictorios que ocurren (¿solamente?) en la primera democracia del mundo. La misma en la que Trump ganó la presidencia en 2024 en una elección frente a Hillary Clinton en la que ella obtuvo 2,7 millones de votos más que él. El carácter federado permite esa realidad contradictoria y única, que contrasta con la mayoría de democracias del planeta donde, simplemente, ganan las elecciones quienes más votos obtienen.
Pero las acusaciones contra Trump son varias. La que le anunciaron formalmente esta semana en un proceso en Miami, relacionada con la guarda de información de interés nacional es solo la que se conoce hasta el momento. ¿Está escondiendo y guardando secretos de Estado? En total le señalan 37 cargos, y no menos grave es que también lo señalan por obstruir la justicia. Todo esto en el campo judicial, sin tener en cuenta su estilo provocador ni su agenda inundada por planteamientos y propuestas extremas. Un candidato que puede ser señalado de extravagante, pero que a la vez consolida el apoyo del Partido Republicano y de otros potenciales votantes. Lo cual significa que le campaña actual será única, en términos de extravagancias. Y también por primera vez enfrentará a dos aspirantes con edades que no se habían visto a estas alturas: Biden sería reelecto a la Casa Blanca con 82 y Trump con 78. (Hay otros precandidatos, sobre todo en los partidos tradicionales, pero hasta el momento ninguno despega).
Trump, en fin, es toda una novedad. Su estilo gracioso, su lenguaje provocador, su estilo de ejercer la política, cuestionado. Se puede decir que es único, incluso en un mundo tan complejo y variado como el de la política, e incluso en un país que con frecuencia es mencionado como “la primera democracia del mundo”. Sigue marcando en las encuestas, a pesar de todo, en un escenario que parece ser el propio de la polarización, de sus deudas pendientes con la justicia: 37 cargos en contra. Trump alarma a sus rivales, pero es fuertemente respetado por sus seguidores.
¿Y Biden? Acaba de anunciar que buscará la reelección por cuatro años más. Cualquiera que sea elegido (Biden o él) sería el presidente con mayor edad en la historia de la Casa Blanca (Biden es el mayor). El actual presidente tiene competencia dentro de su partido, el demócrata, por aspirantes todos más jóvenes, pero sigue ganando en las encuestas para encabezar las primarias de su partido. Es una carta fuerte, a pesar de todo: problemas en la economía, imagen precaria, clima de opinión adverso…
El panorama, en fin, es confuso. Se trata de una situación histórica sin precedentes, hasta el punto de que los análisis suelen ser precarios. Que un Trump que llegó a debilitarse y perder la competencia frente a Biden por asuntos de fondo (extravagancia, gestión débil, estilo incomprensible) se mantenga en la pelea, a pesar de su estilo camorrista de hacer campaña y sus pobres perspectivas en los procesos judiciales, dice mucho sobre lo que podría llegar a ser la competencia por la presidencia de la democracia más respetada.
Donald Trump es, en fin, un personaje contradictorio. Odiado y querido, lo que es sinónimo de polarización. Quienes están al otro lado de su orilla no entiendan cómo, a pesar de lo ocurrido y de su presente muy salpicado por la intervención de la justicia (y probablemente su futuro también), conserva vigencia y puede lanzar una nueva candidatura. Pero ahí está.
* Periodista y excanciller de Colombia.
¿Cuál será, en fin, el futuro de Donald Trump? Una pregunta difícil por los escasos antecedentes de su caso (más exactamente, ninguno), en lo que se refiere a perder elecciones con alta votación y con una imagen entre sus seguidores que sigue siendo alta, y con lazos sentimentales evidentes a pesar de todo. Así fue su salida de la Casa Blanca. Trump polariza, y por eso sus cifras en general no son buenas, pero a la vez conserva el apoyo de sus seguidores. (Recomendamos: Más análisis de Rodrigo Pardo, este sobre los discursos de balcón de Petro).
Trump es ahora el primer exmandatario de los Estados Unidos inculpado judicialmente a nivel federal. Su panorama es confuso y contradictorio en momentos en los que se anuncia una nueva candidatura suya. Casi simultáneamente, Trump es llamado por la justicia y plantea una nueva opción para las elecciones. Candidato otra vez e inculpado: hechos contradictorios que ocurren (¿solamente?) en la primera democracia del mundo. La misma en la que Trump ganó la presidencia en 2024 en una elección frente a Hillary Clinton en la que ella obtuvo 2,7 millones de votos más que él. El carácter federado permite esa realidad contradictoria y única, que contrasta con la mayoría de democracias del planeta donde, simplemente, ganan las elecciones quienes más votos obtienen.
Pero las acusaciones contra Trump son varias. La que le anunciaron formalmente esta semana en un proceso en Miami, relacionada con la guarda de información de interés nacional es solo la que se conoce hasta el momento. ¿Está escondiendo y guardando secretos de Estado? En total le señalan 37 cargos, y no menos grave es que también lo señalan por obstruir la justicia. Todo esto en el campo judicial, sin tener en cuenta su estilo provocador ni su agenda inundada por planteamientos y propuestas extremas. Un candidato que puede ser señalado de extravagante, pero que a la vez consolida el apoyo del Partido Republicano y de otros potenciales votantes. Lo cual significa que le campaña actual será única, en términos de extravagancias. Y también por primera vez enfrentará a dos aspirantes con edades que no se habían visto a estas alturas: Biden sería reelecto a la Casa Blanca con 82 y Trump con 78. (Hay otros precandidatos, sobre todo en los partidos tradicionales, pero hasta el momento ninguno despega).
Trump, en fin, es toda una novedad. Su estilo gracioso, su lenguaje provocador, su estilo de ejercer la política, cuestionado. Se puede decir que es único, incluso en un mundo tan complejo y variado como el de la política, e incluso en un país que con frecuencia es mencionado como “la primera democracia del mundo”. Sigue marcando en las encuestas, a pesar de todo, en un escenario que parece ser el propio de la polarización, de sus deudas pendientes con la justicia: 37 cargos en contra. Trump alarma a sus rivales, pero es fuertemente respetado por sus seguidores.
¿Y Biden? Acaba de anunciar que buscará la reelección por cuatro años más. Cualquiera que sea elegido (Biden o él) sería el presidente con mayor edad en la historia de la Casa Blanca (Biden es el mayor). El actual presidente tiene competencia dentro de su partido, el demócrata, por aspirantes todos más jóvenes, pero sigue ganando en las encuestas para encabezar las primarias de su partido. Es una carta fuerte, a pesar de todo: problemas en la economía, imagen precaria, clima de opinión adverso…
El panorama, en fin, es confuso. Se trata de una situación histórica sin precedentes, hasta el punto de que los análisis suelen ser precarios. Que un Trump que llegó a debilitarse y perder la competencia frente a Biden por asuntos de fondo (extravagancia, gestión débil, estilo incomprensible) se mantenga en la pelea, a pesar de su estilo camorrista de hacer campaña y sus pobres perspectivas en los procesos judiciales, dice mucho sobre lo que podría llegar a ser la competencia por la presidencia de la democracia más respetada.
Donald Trump es, en fin, un personaje contradictorio. Odiado y querido, lo que es sinónimo de polarización. Quienes están al otro lado de su orilla no entiendan cómo, a pesar de lo ocurrido y de su presente muy salpicado por la intervención de la justicia (y probablemente su futuro también), conserva vigencia y puede lanzar una nueva candidatura. Pero ahí está.
* Periodista y excanciller de Colombia.