Chile, ¿el nuevo sueño americano?
El flujo migratorio comienza a cambiar. Luego de años mirando exclusivamente al norte, los ojos de miles de migrantes se posan en otros destinos: el sur de América Latina, particularmente Chile, el más apetecido del vecindario.
redacción internacional
Aunque Europa vive desde hace dos años una crisis migratoria de proporciones mayúsculas —la peor desde la Segunda Guerra Mundial—, fue la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca la que comenzó a provocar cambios en los flujos migratorios.
Tan pronto el presidente republicano firmó el decreto antiinmigración, endureció el otorgamiento de visas y ordenó la construcción de un muro en la frontera con México, las personas que buscan otro país para migrar o refugiarse han comenzado a mirar hacia el sur.
El sueño ya no está exclusivamente en el norte ni en países europeos, que cada día endurecen más los requisitos de entrada a sus naciones o levantan vallas tratando de detener un flujo de personas imparable.
Y es en este punto en donde aparece Chile, un país que, a pesar de tener una tradición migratoria histórica, hoy posee una de las tasas más bajas de inmigración de la región: 2,8 %, frente al 3,1 % de la media mundial.
¿Por qué Chile? El Anuario Estadístico Nacional preparado por el Departamento de Migración (DEM) del Ministerio del Interior y Seguridad Pública revela que la llegada de migrantes a este país suramericano ha ido en aumento en la última década, principalmente “por el fortalecimiento de la economía, su crecimiento y estabilidad política”, según el documento.
Muchos de los migrantes centroamericanos que saben que el norte ya no es una opción mencionan a Chile, Costa Rica y Brasil entre sus opciones más inmediatas. Cabe resaltar que, aunque muchos migrantes latinoamericanos prefieren irse a España, Reino Unido, Francia y otros países europeos, la xenofobia y los duros requisitos han hecho cambiar la tendencia.
El 63 % de los migrantes latinoamericanos no salen de la región: los nicaragüenses, por ejemplo, prefieren ir a Costa Rica, los bolivianos y paraguayos a Argentina, y los colombianos a Venezuela.
Hasta hace cuatro años, los registros señalaban que los países favoritos para migrar dentro de la región eran Argentina, Costa Rica, Venezuela y Chile. De esa lista ya salió Venezuela, que hoy es uno de las naciones que más migrantes producen.
El año pasado la región vivió una crisis de migrantes importante cuando Nicaragua decidió cerrar sus fronteras. Su medida la copiaron Panamá, El Salvador y Costa Rica. Miles de haitianos y cubanos quedaron varados y evidenciaron que la región no es receptiva a la llegada de migrantes.
“Chile es una tierra de inmigrantes. Algunos parecen olvidar que somos un país que se ha construido desde la diversidad y que durante su historia ha sabido recibir el aporte de miles de extranjeros”, dijo la presidenta Michelle Bachelet.
Sin embargo, no piensan igual los chilenos no piensan igual: el 75 % está a favor de restringir la entrada de extranjeros al país. En noviembre, el expresidente Sebastián Piñera (2010-2014), candidato de la derecha para las presidenciales de noviembre de este año, aseguró que “muchas bandas de malhechores que operan en Chile están integradas por extranjeros y se especializan en delitos como narcotráfico, lavado de dinero y clonación de tarjetas de crédito”.
¿Les recuerda a alguien? Un discurso parecido al de Trump y al de otros candidatos de derecha que hoy disputan las presidencias de varios países europeos. Piñera, a quien las encuestas dan como favorito para ser reelegido, habló incluso de la necesidad de endurecer la normativa que regula la inmigración.
La actual Ley de Migración chilena data del año 1975. Fue creada en momentos en que el país vivía conflictos geopolíticos con sus tres vecinos y el régimen militar consideraba que los extranjeros eran un problema, incluso una amenaza.
Para dotar a Chile de una ley que responda a las actuales necesidades, el Ejecutivo ha anunciado que el mes que viene enviará al Congreso un proyecto de ley de migraciones que crea un Registro Nacional de Extranjeros —de carácter reservado— y define un catálogo de derechos y deberes en materia de salud, educación y trabajo. La normativa flexibiliza el ingreso y la permanencia de los inmigrantes en el país y establece que la comisión de un delito no obligará a una expulsión inmediata.
La mayor afluencia de migrantes a Chile llega de Perú, que concentra el 31,7 % del total de inmigrantes, seguido por Argentina con el 16,3 %, y Bolivia con 8,8 %. La llegada de colombianos, sin embargo, subió en los últimos diez años del 2,4 % a 6,1 % en 2014.
Los colombianos se concentran particularmente en Antofagasta, una región muy rica en cobre y en donde se encuentra la mina de este mineral más grande del mundo. Particularmente provenientes del Pacífico, llegan a trabajar como mineros y ganan el doble que un obrero chileno normal. Por eso, y por la economía que se ha desarrollado alrededor de las minas, últimamente se han presentado varias manifestaciones en contra de la llegada de colombianos a ese país.
Ante los pronósticos de la multiplicación del flujo migratorio, Fernando Cvitanic se pregunta si Chile tiene “la logística y la capacidad física de recibir una avalancha de extranjeros”.
Aunque Europa vive desde hace dos años una crisis migratoria de proporciones mayúsculas —la peor desde la Segunda Guerra Mundial—, fue la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca la que comenzó a provocar cambios en los flujos migratorios.
Tan pronto el presidente republicano firmó el decreto antiinmigración, endureció el otorgamiento de visas y ordenó la construcción de un muro en la frontera con México, las personas que buscan otro país para migrar o refugiarse han comenzado a mirar hacia el sur.
El sueño ya no está exclusivamente en el norte ni en países europeos, que cada día endurecen más los requisitos de entrada a sus naciones o levantan vallas tratando de detener un flujo de personas imparable.
Y es en este punto en donde aparece Chile, un país que, a pesar de tener una tradición migratoria histórica, hoy posee una de las tasas más bajas de inmigración de la región: 2,8 %, frente al 3,1 % de la media mundial.
¿Por qué Chile? El Anuario Estadístico Nacional preparado por el Departamento de Migración (DEM) del Ministerio del Interior y Seguridad Pública revela que la llegada de migrantes a este país suramericano ha ido en aumento en la última década, principalmente “por el fortalecimiento de la economía, su crecimiento y estabilidad política”, según el documento.
Muchos de los migrantes centroamericanos que saben que el norte ya no es una opción mencionan a Chile, Costa Rica y Brasil entre sus opciones más inmediatas. Cabe resaltar que, aunque muchos migrantes latinoamericanos prefieren irse a España, Reino Unido, Francia y otros países europeos, la xenofobia y los duros requisitos han hecho cambiar la tendencia.
El 63 % de los migrantes latinoamericanos no salen de la región: los nicaragüenses, por ejemplo, prefieren ir a Costa Rica, los bolivianos y paraguayos a Argentina, y los colombianos a Venezuela.
Hasta hace cuatro años, los registros señalaban que los países favoritos para migrar dentro de la región eran Argentina, Costa Rica, Venezuela y Chile. De esa lista ya salió Venezuela, que hoy es uno de las naciones que más migrantes producen.
El año pasado la región vivió una crisis de migrantes importante cuando Nicaragua decidió cerrar sus fronteras. Su medida la copiaron Panamá, El Salvador y Costa Rica. Miles de haitianos y cubanos quedaron varados y evidenciaron que la región no es receptiva a la llegada de migrantes.
“Chile es una tierra de inmigrantes. Algunos parecen olvidar que somos un país que se ha construido desde la diversidad y que durante su historia ha sabido recibir el aporte de miles de extranjeros”, dijo la presidenta Michelle Bachelet.
Sin embargo, no piensan igual los chilenos no piensan igual: el 75 % está a favor de restringir la entrada de extranjeros al país. En noviembre, el expresidente Sebastián Piñera (2010-2014), candidato de la derecha para las presidenciales de noviembre de este año, aseguró que “muchas bandas de malhechores que operan en Chile están integradas por extranjeros y se especializan en delitos como narcotráfico, lavado de dinero y clonación de tarjetas de crédito”.
¿Les recuerda a alguien? Un discurso parecido al de Trump y al de otros candidatos de derecha que hoy disputan las presidencias de varios países europeos. Piñera, a quien las encuestas dan como favorito para ser reelegido, habló incluso de la necesidad de endurecer la normativa que regula la inmigración.
La actual Ley de Migración chilena data del año 1975. Fue creada en momentos en que el país vivía conflictos geopolíticos con sus tres vecinos y el régimen militar consideraba que los extranjeros eran un problema, incluso una amenaza.
Para dotar a Chile de una ley que responda a las actuales necesidades, el Ejecutivo ha anunciado que el mes que viene enviará al Congreso un proyecto de ley de migraciones que crea un Registro Nacional de Extranjeros —de carácter reservado— y define un catálogo de derechos y deberes en materia de salud, educación y trabajo. La normativa flexibiliza el ingreso y la permanencia de los inmigrantes en el país y establece que la comisión de un delito no obligará a una expulsión inmediata.
La mayor afluencia de migrantes a Chile llega de Perú, que concentra el 31,7 % del total de inmigrantes, seguido por Argentina con el 16,3 %, y Bolivia con 8,8 %. La llegada de colombianos, sin embargo, subió en los últimos diez años del 2,4 % a 6,1 % en 2014.
Los colombianos se concentran particularmente en Antofagasta, una región muy rica en cobre y en donde se encuentra la mina de este mineral más grande del mundo. Particularmente provenientes del Pacífico, llegan a trabajar como mineros y ganan el doble que un obrero chileno normal. Por eso, y por la economía que se ha desarrollado alrededor de las minas, últimamente se han presentado varias manifestaciones en contra de la llegada de colombianos a ese país.
Ante los pronósticos de la multiplicación del flujo migratorio, Fernando Cvitanic se pregunta si Chile tiene “la logística y la capacidad física de recibir una avalancha de extranjeros”.