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Torre de Tokio: karateca descontrolado


Columna para acercar a los hispanohablantes a la cultura japonesa.

Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio
01 de septiembre de 2024 - 02:00 a. m.
Anuncio en la web del festival de los fantasmas en Toei Kyoto Studio Park.
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Foto: Gonzalo Robledo

El caso de un karateca que, presa del pánico, le rompió la mandíbula a un actor que encarnaba a un fantasma en un parque de atracciones de Kioto, y demandó a la empresa por no advertir a sus empleados que los visitantes pueden atacarlos, generó una reveladora conversación en las redes sociales japonesas. (Lea más columnas de Gonzalo Robledo sobre la cultura japonesa)

En 2011, el individuo, que tiene un alto rango en karate, se encontraba en un viaje de empresa y después de tomar unas copas entró con sus colegas a unos estudios de cine donde hay una atracción de pago dedicada a los fantasmas.

Al ver un espanto que, cumpliendo con su cometido laboral simuló aterrorizarlo, el karateca le propinó una certera patada en la mandíbula y le causó una fractura.

El agresor acordó en 2015 indemnizar con 10 millones de yenes (unos 70 mil dólares) al actor, pero luego pidió a la empresa Toei Kyoto Studio Park que le pagara la mitad y entabló su propia demanda.

En lo que algunos medios japoneses califican como el caso legal más inusual de este verano, el karateca argumentaba que la empresa tenía responsabilidad por no advertir a los visitantes de que la casa encantada tiene seres humanos actuando como fantasmas. A continuación, alegaba que la empresa cometía un error al no poner algún tipo de mampara para separar a los actores de los visitantes.

Acusaba luego a Toei Kyoto Studio Park de no advertir a sus empleados sobre la posibilidad de una reacción inesperada de los visitantes causada por la consternación. Finalmente, aducía que, como había bebido, la administración de la casa embrujada tenía que haberle impedido la entrada al recinto.

Un tribunal rechazó todos los argumentos, calificó de desmedida la reacción del karateka, y le recordó que un parque de atracciones es un mundo convenido de ficción donde no hace falta defenderse con violencia.

En las redes sociales surgieron voces de incredulidad e indignación. Los más moderados hablaron del respeto que les inspira el karate, un arte marcial cuya práctica implica, en teoría, una preparación espiritual con altas dosis de autocontrol.

“Alguien que estudia un arte marcial con seriedad, sabe que su cuerpo se convierte en un arma y debe asumir esa responsabilidad”, decía un comentario que, como casi todos, era anónimo.

Como gran parte del entrenamiento del karate se dedica a luchas simuladas en las que los contrincantes frenan, a escasos centímetros del objetivo, golpes que son en potencia letales, algunos cuestionaron la academia donde el sujeto recibió su avanzada graduación.

El comentario más sucinto resumió el caso con una sarcástica y preocupante frase: “queda demostrado que es posible ser, al mismo tiempo, cinturón negro e imbécil”.

* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.

Por Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio

 

Melmalo(21794)01 de septiembre de 2024 - 06:12 p. m.
Se salió del cinturón!
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