Torre de Tokio: votos pobres
Columna para acercar a los hispanohablantes a la cultura japonesa.
Gonzalo Robledo * @RobledoEnJapon / Especial para El Espectador, Tokio
Aunque bulos absurdos como el de que todos los japoneses residen en cápsulas son aceptados de inmediato por gran parte del público mundial, pocos parecen dispuestos a creer que en el reino del emperador Naruhito existen centenares de niños y madres que tienen dificultades para comer cada día. (Recomendamos más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).
Solo en el barrio de Hachioji, al oeste de Tokio, existen unos 40 comedores comunitarios gratuitos para niños de madres solteras, algunas cabeza de familias de hasta ocho miembros.
Me lo cuenta Yoshifu Arita, candidato del Partido Democrático Constitucional de Japón (PDC), cuando me explica su programa para las elecciones a la Cámara Baja del 28 de octubre y en las que un reciente escándalo de corrupción del partido gubernamental es su arma principal. “Debería estar detenido”, dice en referencia a Koichi Hagiuda, su rival en el barrio de Hachioji y miembro del partido del gobierno, el Liberal Democrático (PLD).
Arita quiere terminar con el “manejo de dinero por debajo de la mesa” y la política entre bastidores, afirma. Periodista de investigación que conoce los cloacas más hedientas de la política nipona, habla indignado de la pobreza de muchos habitantes de Hachioji mientras los candidatos del partido oficial fueron castigados con una palmadita en la mano por su implicación en un escándalo de apropiación ilícita de fondos millonarios.
En estos comicios, el encarecimiento de la vida y la creciente desigualdad son dos temas centrales. La pobreza crece de forma paulatina y, además de los comedores gratuitos, aumentan los bancos de alimentos adonde cada vez más personas recurren para alimentar a su familia.
Occidente pudo echar un vistazo a la miseria actual de muchos hogares japoneses en la película titulada en español Un asunto de familia (2018), del cineasta japonés Hirokazu Koreeda.
La obra narra las dificultades de una familia que sobrevive robando alimentos y productos de limpieza en los supermercados, tarea para la cual entrena a los más pequeños de la familia.
En estas elecciones, reitera Arita, “la política debe abordar ese tema. Los ricos se hacen cada vez más ricos, mientras que los pobres se vuelven más pobres”.
Propone un país pacifista que prioriza mantener fuerte su tejido social antes de aumentar el gasto en armamentos. El electorado, sin embargo, suele mostrarse reticente a desbancar a un partido que lleva las riendas del país casi sin pausa desde 1955 y es respetado por haber sido la partera del portentoso milagro económico nipón del siglo pasado.
Pero con Japón desplazado al cuarto lugar en la economía mundial y los propios miembros del partido en el poder apropiándose de los fondos públicos mientras la pobreza se expande, una sacudida electoral no sorprenderá a nadie.
* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.
Aunque bulos absurdos como el de que todos los japoneses residen en cápsulas son aceptados de inmediato por gran parte del público mundial, pocos parecen dispuestos a creer que en el reino del emperador Naruhito existen centenares de niños y madres que tienen dificultades para comer cada día. (Recomendamos más columnas de Gonzalo Robledo sobre Japón).
Solo en el barrio de Hachioji, al oeste de Tokio, existen unos 40 comedores comunitarios gratuitos para niños de madres solteras, algunas cabeza de familias de hasta ocho miembros.
Me lo cuenta Yoshifu Arita, candidato del Partido Democrático Constitucional de Japón (PDC), cuando me explica su programa para las elecciones a la Cámara Baja del 28 de octubre y en las que un reciente escándalo de corrupción del partido gubernamental es su arma principal. “Debería estar detenido”, dice en referencia a Koichi Hagiuda, su rival en el barrio de Hachioji y miembro del partido del gobierno, el Liberal Democrático (PLD).
Arita quiere terminar con el “manejo de dinero por debajo de la mesa” y la política entre bastidores, afirma. Periodista de investigación que conoce los cloacas más hedientas de la política nipona, habla indignado de la pobreza de muchos habitantes de Hachioji mientras los candidatos del partido oficial fueron castigados con una palmadita en la mano por su implicación en un escándalo de apropiación ilícita de fondos millonarios.
En estos comicios, el encarecimiento de la vida y la creciente desigualdad son dos temas centrales. La pobreza crece de forma paulatina y, además de los comedores gratuitos, aumentan los bancos de alimentos adonde cada vez más personas recurren para alimentar a su familia.
Occidente pudo echar un vistazo a la miseria actual de muchos hogares japoneses en la película titulada en español Un asunto de familia (2018), del cineasta japonés Hirokazu Koreeda.
La obra narra las dificultades de una familia que sobrevive robando alimentos y productos de limpieza en los supermercados, tarea para la cual entrena a los más pequeños de la familia.
En estas elecciones, reitera Arita, “la política debe abordar ese tema. Los ricos se hacen cada vez más ricos, mientras que los pobres se vuelven más pobres”.
Propone un país pacifista que prioriza mantener fuerte su tejido social antes de aumentar el gasto en armamentos. El electorado, sin embargo, suele mostrarse reticente a desbancar a un partido que lleva las riendas del país casi sin pausa desde 1955 y es respetado por haber sido la partera del portentoso milagro económico nipón del siglo pasado.
Pero con Japón desplazado al cuarto lugar en la economía mundial y los propios miembros del partido en el poder apropiándose de los fondos públicos mientras la pobreza se expande, una sacudida electoral no sorprenderá a nadie.
* Periodista y documentalista colombiano radicado en Japón.