Francisco I ya no es el mismo hombre que se asomó diez años atrás en la plaza de San Pedro sin ornamentos y con una sonrisa en el rostro a pedirles a los feligreses católicos que oraran por él. Aunque el pedido se mantiene, ha sido un camino de reformas y cambios, externos e internos, que han hecho mella en la Iglesia que dirige y en su propia humanidad, pues a sus 86 años se le ve físicamente agotado y la jovialidad que lo caracterizó en su carrera misional en Argentina, y en sus primeros años de papado, se ha visto mermada por la ineludible...
Por Hugo Santiago Caro
Periodista y productor radial javeriano. Ganador del Premio Nacional de Periodismo del CPB 2021 a mejor tesis de grado. Ha escrito para El Tiempo y Bacánika. @HugoCaroJhcaro@elespectador.com