El trabajo de las ganadoras de Premio Guillermo Cano que les costó su libertad
Las periodistas iraníes Niloofar Hamedi, Elaheh Mohammadi y Narges Mohammadi ganaron el Premio Unesco-Guillermo Cano Isaza, un reconocimiento en memoria del director de este diario. Dos de ellas terminaron en la cárcel por informar sobre la muerte de la joven Mahsa Amini.
El mejor periodismo del mundo se paga con cárcel en Irán. El coraje e integridad de tres mujeres periodistas, cuyo trabajo habría sido elogiado en otra parte del mundo, les costó la libertad. Sus nombres son Niloofar Hamedi, Elaheh Mohammadi y Narges Mohammadi y están presas en la cárcel de Evin, el principal sitio de detención de prisioneros políticos desde 1972. Las tres fueron las seleccionadas este año para recibir el premio Unesco-Guillermo Cano, un reconocimiento en memoria del director de este diario, asesinado en diciembre de 1986, y en honor a una persona, organización o institución que haya contribuido a la defensa o promoción de la libertad de prensa.
El premio se entregó en la noche de este martes en Nueva York, en el marco del Día Internacional de la Libertad de Prensa, una celebración que este año cumple 30 años de su promulgación por la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas. La ceremonia de premiación estuvo liderada por Audrey Azoulay, directora de la Unesco; Ana María Busquets, esposa de Guillermo Cano, y una representante de una de las galardonadas con este reconocimiento, el único premio de las Naciones Unidas concedido a periodistas. Su ausencia física fue palpable, pero no su periodismo y la importancia de su trabajo en la defensa de los derechos de las mujeres.
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No es para menos. Niloofar Hamedi y Elaheh Mohammadi fueron de las primeras periodistas en reportar el caso de Mahsa Amini, la joven de 22 años que murió en septiembre del año pasado, luego de estar en custodia de la Policía de la Moralidad. Hamedi, reportera del diario Shargh, estuvo informando desde el hospital donde la mujer estaba en coma y publicó una foto de los padres de la víctima, al parecer momentos después de que los médicos declaran el deceso de la joven. La muerte de Amini causó revuelo nacional y millones de personas salieron a las calles a protestar contra el régimen de la República Islámica de Irán, especialmente violatorio de los derechos de las mujeres y minorías étnicas.
Días después, todavía con los ciudadanos en la calle, Elaheh Mohammadi, del periódico Ham-Mihan, reporteó el minuto a minuto del velorio de Mahsa Amini, que terminó detenida por la Policía de la Moralidad por no llevar bien puesto su hiyab (el velo que mujeres árabes usan para cubrir su cabeza y pecho). Las fuerzas de seguridad atacaron el funeral, donde los dolientes gritaron consignas contra Irán y las mujeres se quitaron los velos obligatorios en clara señal de protesta. La reacción de las autoridades fue desmedida: 516 manifestantes murieron, incluyendo 70 niños, y más de 19.200 personas fueron arrestadas. Entre ellas, las periodistas Hamedi y Mohammadi, quienes cumplen ocho meses presas.
A finales de octubre de 2022, un juzgado las procesó oficialmente: la justicia iraní las acusa de ser espías de la CIA y las “principales fuentes de noticias para los medios extranjeros”. Ahí no acaba la gravedad de su expediente. Ser agentes de una agencia extranjera es un delito tan grave en Irán que es castigado con la pena de muerte. Precisamente la causa que tanto ha criticado la tercera ganadora del premio que lleva el nombre del director de El Espectador. La periodista Narges Mohammadi es una de las caras más visibles del movimiento a favor de los derechos humanos en Irán desde hace más de dos décadas, y, desde septiembre pasado, comparte centro de reclusión con Hamedi y Mohammadi.
La activista, que ha estado presa en más de tres ocasiones, recibió una de sus condenas en 2016, a 16 años de prisión, por liderar un movimiento a favor de los derechos humanos que pedía la abolición de la pena de muerte en su país. En 2020 salió de la cárcel, luego de seguir su trabajo como reportera y participar de una huelga de hambre con otros periodistas e intelectuales que también estaban privados de su libertad. Sin embargo, muy pronto la historia se repitió. En mayo de 2021, una corte criminal de Terán la condenó a dos años y medio de prisión, 80 latigazos y dos multas por el delito de difundir propaganda contra el sistema, pero solo en noviembre de ese año Mohammadi fue detenida.
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Desde la prisión de Evin vivió la rebelión de los ciudadanos de su país, en parte por los hallazgos de sus colegas Niloofar Hamedi y Elaheh Mohammadi en el caso de la joven Mahsa Amini. Narges Mohammadi volvió a arremeter: la BBC publicó un reportaje suyo sobre el abuso sexual y físico que sufren las privadas de la libertad y habló, de nuevo, de lo que nadie quiere: la condición de las mujeres recluidas en la prisión de Evin, los interrogatorios y torturas que viven a diario y que muchas de ellas, incluida la reportera, ha estado en un régimen de aislamiento total, una práctica conocida como “la tortura blanca”. Por esto, no es casualidad que Shirin Ebadi, ganadora del Premio Nobel de Paz, le haya dedicado su galardón.
“Esta valiente mujer merece este premio más que yo”, expresó la política iraní, ganadora del Nobel en 2010. Por su parte, la revista Time incluyó a las jóvenes reporteras, Niloofar Hamedi y Elaheh Mohammadi como dos de las personas más influyentes de 2023. A las tres periodistas les correspondió trabajar en uno de los países más peligrosos para ejercer el oficio: según un informe de Reporteros Sin Fronteras, Irán ocupa el lugar número 178 de 180 con las peores condiciones para ser periodista (Colombia está en el 145). Por decisión de un panel de jurados independientes, las ganadoras del Premio Unesco-Guillermo Cano de 2023 están recluidas en la prisión de Evin, y su reconocimiento honra su entrega y valentía a favor de los derechos humanos y de las mujeres, aun cuando su trabajo les costó su libertad.
El mejor periodismo del mundo se paga con cárcel en Irán. El coraje e integridad de tres mujeres periodistas, cuyo trabajo habría sido elogiado en otra parte del mundo, les costó la libertad. Sus nombres son Niloofar Hamedi, Elaheh Mohammadi y Narges Mohammadi y están presas en la cárcel de Evin, el principal sitio de detención de prisioneros políticos desde 1972. Las tres fueron las seleccionadas este año para recibir el premio Unesco-Guillermo Cano, un reconocimiento en memoria del director de este diario, asesinado en diciembre de 1986, y en honor a una persona, organización o institución que haya contribuido a la defensa o promoción de la libertad de prensa.
El premio se entregó en la noche de este martes en Nueva York, en el marco del Día Internacional de la Libertad de Prensa, una celebración que este año cumple 30 años de su promulgación por la Asamblea Nacional de las Naciones Unidas. La ceremonia de premiación estuvo liderada por Audrey Azoulay, directora de la Unesco; Ana María Busquets, esposa de Guillermo Cano, y una representante de una de las galardonadas con este reconocimiento, el único premio de las Naciones Unidas concedido a periodistas. Su ausencia física fue palpable, pero no su periodismo y la importancia de su trabajo en la defensa de los derechos de las mujeres.
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No es para menos. Niloofar Hamedi y Elaheh Mohammadi fueron de las primeras periodistas en reportar el caso de Mahsa Amini, la joven de 22 años que murió en septiembre del año pasado, luego de estar en custodia de la Policía de la Moralidad. Hamedi, reportera del diario Shargh, estuvo informando desde el hospital donde la mujer estaba en coma y publicó una foto de los padres de la víctima, al parecer momentos después de que los médicos declaran el deceso de la joven. La muerte de Amini causó revuelo nacional y millones de personas salieron a las calles a protestar contra el régimen de la República Islámica de Irán, especialmente violatorio de los derechos de las mujeres y minorías étnicas.
Días después, todavía con los ciudadanos en la calle, Elaheh Mohammadi, del periódico Ham-Mihan, reporteó el minuto a minuto del velorio de Mahsa Amini, que terminó detenida por la Policía de la Moralidad por no llevar bien puesto su hiyab (el velo que mujeres árabes usan para cubrir su cabeza y pecho). Las fuerzas de seguridad atacaron el funeral, donde los dolientes gritaron consignas contra Irán y las mujeres se quitaron los velos obligatorios en clara señal de protesta. La reacción de las autoridades fue desmedida: 516 manifestantes murieron, incluyendo 70 niños, y más de 19.200 personas fueron arrestadas. Entre ellas, las periodistas Hamedi y Mohammadi, quienes cumplen ocho meses presas.
A finales de octubre de 2022, un juzgado las procesó oficialmente: la justicia iraní las acusa de ser espías de la CIA y las “principales fuentes de noticias para los medios extranjeros”. Ahí no acaba la gravedad de su expediente. Ser agentes de una agencia extranjera es un delito tan grave en Irán que es castigado con la pena de muerte. Precisamente la causa que tanto ha criticado la tercera ganadora del premio que lleva el nombre del director de El Espectador. La periodista Narges Mohammadi es una de las caras más visibles del movimiento a favor de los derechos humanos en Irán desde hace más de dos décadas, y, desde septiembre pasado, comparte centro de reclusión con Hamedi y Mohammadi.
La activista, que ha estado presa en más de tres ocasiones, recibió una de sus condenas en 2016, a 16 años de prisión, por liderar un movimiento a favor de los derechos humanos que pedía la abolición de la pena de muerte en su país. En 2020 salió de la cárcel, luego de seguir su trabajo como reportera y participar de una huelga de hambre con otros periodistas e intelectuales que también estaban privados de su libertad. Sin embargo, muy pronto la historia se repitió. En mayo de 2021, una corte criminal de Terán la condenó a dos años y medio de prisión, 80 latigazos y dos multas por el delito de difundir propaganda contra el sistema, pero solo en noviembre de ese año Mohammadi fue detenida.
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Desde la prisión de Evin vivió la rebelión de los ciudadanos de su país, en parte por los hallazgos de sus colegas Niloofar Hamedi y Elaheh Mohammadi en el caso de la joven Mahsa Amini. Narges Mohammadi volvió a arremeter: la BBC publicó un reportaje suyo sobre el abuso sexual y físico que sufren las privadas de la libertad y habló, de nuevo, de lo que nadie quiere: la condición de las mujeres recluidas en la prisión de Evin, los interrogatorios y torturas que viven a diario y que muchas de ellas, incluida la reportera, ha estado en un régimen de aislamiento total, una práctica conocida como “la tortura blanca”. Por esto, no es casualidad que Shirin Ebadi, ganadora del Premio Nobel de Paz, le haya dedicado su galardón.
“Esta valiente mujer merece este premio más que yo”, expresó la política iraní, ganadora del Nobel en 2010. Por su parte, la revista Time incluyó a las jóvenes reporteras, Niloofar Hamedi y Elaheh Mohammadi como dos de las personas más influyentes de 2023. A las tres periodistas les correspondió trabajar en uno de los países más peligrosos para ejercer el oficio: según un informe de Reporteros Sin Fronteras, Irán ocupa el lugar número 178 de 180 con las peores condiciones para ser periodista (Colombia está en el 145). Por decisión de un panel de jurados independientes, las ganadoras del Premio Unesco-Guillermo Cano de 2023 están recluidas en la prisión de Evin, y su reconocimiento honra su entrega y valentía a favor de los derechos humanos y de las mujeres, aun cuando su trabajo les costó su libertad.