Drones, una película y horas en TV: la campaña de Maduro se toma toda las franjas
La presencia de Maduro es permanente en la televisión estatal, cuya señal marca agenda, con numerosas transmisiones diarias de su “peregrinación” por Venezuela.
Drones dibujan con luces el rostro de Nicolás Maduro en el cielo nocturno de Maracaibo, vieja capital petrolera de Venezuela castigada por racionamientos eléctricos, en uno de los actos de la campaña del presidente izquierdista rumbo a las elecciones del 28 de julio.
La imagen del gobernante es omnipresente: aparece en televisión, radio, vallas, murales, peajes, ambulancias, propaganda en YouTube e innumerables videos en plataformas como Tiktok.
Su figura, habitual en el paisaje cotidiano, se multiplicó en busca de un tercer mandato que lo proyectaría a 18 años en el poder.
Un enorme gallo, símbolo de su campaña, irrumpe junto a imágenes del fallecido Hugo Chávez (1999-2013) en el espectáculo de drones de Maracaibo, estado Zulia (oeste). Desde enormes tarimas en esa y otras ciudades, Maduro aplaude, salta, canta y promete prosperidad tras años de crisis que llevaron a más de 7,5 millones a migrar en este país de 30 millones de habitantes.
“Hay una saturación que le permite sobrevivir en la mente de la gente, sobre todo haciendo gala de que es el heredero” de Chávez, comenta a la AFP León Hernández, miembro del Instituto de Investigación de Información y Comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). “Chávez sigue rondando en el imaginario colectivo”.
Maduro se vende como un líder dicharachero, pero fuerte. Baila sobre un jeep de la Fuerza Armada, en una parada de su gira.
“Estoy activando el botón”, dice en un acto en Caracas en el que transfiere créditos para pequeños negocios. Una mujer empieza a saltar al recibir un mensaje en su celular que confirma la transacción.
El mandatario de 61 años se autodefine como un “gallo pinto”, ícono que usa para minimizar a su principal oponente, el diplomático Edmundo González Urrutia, postulado por la principal coalición opositora ante la imposibilidad de inscribir a María Corina Machado, favorita en las encuestas pero inhabilitada por sanción.
Un cacareo se oye de fondo en sus alocuciones y varias canciones de campaña aluden a las sangrientas peleas de gallos de la tradición venezolana.
Reality show versión Maduro
La presencia de Maduro es permanente en la televisión estatal, cuya señal marca agenda, con numerosas transmisiones diarias de su “peregrinación” por Venezuela.
El presidente, chofer de autobús en su juventud, suele aparecer al volante de una camioneta mientras conversa con su esposa, Cilia Flores, y funcionarios como si protagonizara un reality show. Un dibujo animado de propaganda llamado “Superbigote” le presenta como un superhéroe con puño de hierro que combate a la oposición y a su archirrival, Estados Unidos.
Una película sobre su vida se estrenó en un emblemático teatro caraqueño, a la vez que se presentaba un libro biográfico. Él vio el estreno en primera fila.
“Son horas de transmisión televisiva, horas de publicidad, presiones con organismos como Conatel (Comisión Nacional de Telecomunicaciones)”, subraya Hernández.
La prensa denuncia bloqueos de webs informativas, en una Venezuela en la que más de 400 medios han cerrado en 25 años de gobiernos chavistas.
Aunque Maduro sostiene que es “censurado” en redes sociales, el bombardeo de propaganda en plataformas como Youtube es incesante, con videos que acusan a Machado y a “su títere” González Urrutia de querer “regalar” el petróleo venezolano a Estados Unidos y fomentar complots violentos.
Y mientras afiches de Maduro tapizan calles y avenidas en Caracas, la imagen de González Urrutia parece vetada.
Hay vallas alusivas a la oposición, centradas en ataques, responsabilizando a sus dirigentes por las sanciones de Washington contra Venezuela.
“Radio, televisión, muros, redes. Tú te acuestas a dormir y mañana los muros amanecen pintados”, se queja Giovanni Salas, que vende mangos en un boulevard de Caracas.
En el último tramo de la campaña, González dio contadas entrevistas en medios nacionales, en un clima de autocensura. La oposición concentra energías en las redes, por donde convoca a movilizaciones y difunde sus mensajes. Sus seguidores también acuden al internet para incentivar el voto.
Desinformación
La desinformación también es un arma. Miembros del alto mando militar divulgaron un video de una charla de Machado y González a universitarios, con una pizarra al fondo en la que se leían propuestas de privatizar la estatal petrolera PDVSA y la educación. La AFP verificó que el video fue alterado y que la pizarra, en realidad, estaba vacía.
Maduro, mientras, recicla promesas y reinagura obras, al tiempo que se proclama como “el único” que garantiza “la paz”.
Tilda de “débil” a González Urrutia, aludiendo a sus 74 años. “¿Ustedes quieren un presidente débil, sin energía?”, grita a una multitud. “¡Acá está su gallo pinto!”.
En medio de una campaña masiva, las encuestas le dan la espalda a Maduro en su búsqueda de seguir en el poder y el mandatario ha lanzado advertencias sobre un “baño de sangre” o una insurrección militar si es derrotado.
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Drones dibujan con luces el rostro de Nicolás Maduro en el cielo nocturno de Maracaibo, vieja capital petrolera de Venezuela castigada por racionamientos eléctricos, en uno de los actos de la campaña del presidente izquierdista rumbo a las elecciones del 28 de julio.
La imagen del gobernante es omnipresente: aparece en televisión, radio, vallas, murales, peajes, ambulancias, propaganda en YouTube e innumerables videos en plataformas como Tiktok.
Su figura, habitual en el paisaje cotidiano, se multiplicó en busca de un tercer mandato que lo proyectaría a 18 años en el poder.
Un enorme gallo, símbolo de su campaña, irrumpe junto a imágenes del fallecido Hugo Chávez (1999-2013) en el espectáculo de drones de Maracaibo, estado Zulia (oeste). Desde enormes tarimas en esa y otras ciudades, Maduro aplaude, salta, canta y promete prosperidad tras años de crisis que llevaron a más de 7,5 millones a migrar en este país de 30 millones de habitantes.
“Hay una saturación que le permite sobrevivir en la mente de la gente, sobre todo haciendo gala de que es el heredero” de Chávez, comenta a la AFP León Hernández, miembro del Instituto de Investigación de Información y Comunicación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB). “Chávez sigue rondando en el imaginario colectivo”.
Maduro se vende como un líder dicharachero, pero fuerte. Baila sobre un jeep de la Fuerza Armada, en una parada de su gira.
“Estoy activando el botón”, dice en un acto en Caracas en el que transfiere créditos para pequeños negocios. Una mujer empieza a saltar al recibir un mensaje en su celular que confirma la transacción.
El mandatario de 61 años se autodefine como un “gallo pinto”, ícono que usa para minimizar a su principal oponente, el diplomático Edmundo González Urrutia, postulado por la principal coalición opositora ante la imposibilidad de inscribir a María Corina Machado, favorita en las encuestas pero inhabilitada por sanción.
Un cacareo se oye de fondo en sus alocuciones y varias canciones de campaña aluden a las sangrientas peleas de gallos de la tradición venezolana.
Reality show versión Maduro
La presencia de Maduro es permanente en la televisión estatal, cuya señal marca agenda, con numerosas transmisiones diarias de su “peregrinación” por Venezuela.
El presidente, chofer de autobús en su juventud, suele aparecer al volante de una camioneta mientras conversa con su esposa, Cilia Flores, y funcionarios como si protagonizara un reality show. Un dibujo animado de propaganda llamado “Superbigote” le presenta como un superhéroe con puño de hierro que combate a la oposición y a su archirrival, Estados Unidos.
Una película sobre su vida se estrenó en un emblemático teatro caraqueño, a la vez que se presentaba un libro biográfico. Él vio el estreno en primera fila.
“Son horas de transmisión televisiva, horas de publicidad, presiones con organismos como Conatel (Comisión Nacional de Telecomunicaciones)”, subraya Hernández.
La prensa denuncia bloqueos de webs informativas, en una Venezuela en la que más de 400 medios han cerrado en 25 años de gobiernos chavistas.
Aunque Maduro sostiene que es “censurado” en redes sociales, el bombardeo de propaganda en plataformas como Youtube es incesante, con videos que acusan a Machado y a “su títere” González Urrutia de querer “regalar” el petróleo venezolano a Estados Unidos y fomentar complots violentos.
Y mientras afiches de Maduro tapizan calles y avenidas en Caracas, la imagen de González Urrutia parece vetada.
Hay vallas alusivas a la oposición, centradas en ataques, responsabilizando a sus dirigentes por las sanciones de Washington contra Venezuela.
“Radio, televisión, muros, redes. Tú te acuestas a dormir y mañana los muros amanecen pintados”, se queja Giovanni Salas, que vende mangos en un boulevard de Caracas.
En el último tramo de la campaña, González dio contadas entrevistas en medios nacionales, en un clima de autocensura. La oposición concentra energías en las redes, por donde convoca a movilizaciones y difunde sus mensajes. Sus seguidores también acuden al internet para incentivar el voto.
Desinformación
La desinformación también es un arma. Miembros del alto mando militar divulgaron un video de una charla de Machado y González a universitarios, con una pizarra al fondo en la que se leían propuestas de privatizar la estatal petrolera PDVSA y la educación. La AFP verificó que el video fue alterado y que la pizarra, en realidad, estaba vacía.
Maduro, mientras, recicla promesas y reinagura obras, al tiempo que se proclama como “el único” que garantiza “la paz”.
Tilda de “débil” a González Urrutia, aludiendo a sus 74 años. “¿Ustedes quieren un presidente débil, sin energía?”, grita a una multitud. “¡Acá está su gallo pinto!”.
En medio de una campaña masiva, las encuestas le dan la espalda a Maduro en su búsqueda de seguir en el poder y el mandatario ha lanzado advertencias sobre un “baño de sangre” o una insurrección militar si es derrotado.
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