Edmundo González, a la sombra de María Corina Machado y en riesgo de caer preso
El candidato opositor, quien recientemente recibió un dictamen de desacato por parte de la máxima corte venezolana, tras convalidar la reelección de Nicolás Maduro, ha respondido a los mensajes agresivos del oficialismo con el tono diplomático que lo caracteriza. Sin embargo, algunos creen que ha sido un error no marcar autonomía frente a María Corina Machado.
María José Noriega Ramírez
“¿Dónde se escondió el cobarde de Edmundo González Urrutia? ¿Por qué está escondido? ¿Por qué no sale a la calle? ¿De qué se esconde?”, se le escuchó decir hace poco a Nicolás Maduro sobre el candidato opositor: “Él es la representación de la deslealtad a la Constitución, a los poderes públicos y al pueblo. Engañó a un grupo de seguidores con falsas ofertas y los abandonó. ¿Qué puede pensar alguien que votó por ese señor y de su cobardía, que no da la cara y no sale a la calle?”. Ha pasado casi un mes desde que se celebraron las elecciones presidenciales en Venezuela y la crisis se ha acentuado con el paso de los días: hay 1674 presos políticos, según la ONG Foro Penal, que advirtió que es el mayor número de detenidos con dichos fines del país, al menos en lo que va del siglo, pues días antes de los comicios la cifra era de 305 individuos. Además, el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea) registró 23 asesinatos en el contexto poselectoral, aunque a finales de la semana pasada las estimaciones ascendieron a 27.
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“¿Dónde se escondió el cobarde de Edmundo González Urrutia? ¿Por qué está escondido? ¿Por qué no sale a la calle? ¿De qué se esconde?”, se le escuchó decir hace poco a Nicolás Maduro sobre el candidato opositor: “Él es la representación de la deslealtad a la Constitución, a los poderes públicos y al pueblo. Engañó a un grupo de seguidores con falsas ofertas y los abandonó. ¿Qué puede pensar alguien que votó por ese señor y de su cobardía, que no da la cara y no sale a la calle?”. Ha pasado casi un mes desde que se celebraron las elecciones presidenciales en Venezuela y la crisis se ha acentuado con el paso de los días: hay 1674 presos políticos, según la ONG Foro Penal, que advirtió que es el mayor número de detenidos con dichos fines del país, al menos en lo que va del siglo, pues días antes de los comicios la cifra era de 305 individuos. Además, el Programa Venezolano de Educación-Acción en Derechos Humanos (Provea) registró 23 asesinatos en el contexto poselectoral, aunque a finales de la semana pasada las estimaciones ascendieron a 27.
El riesgo, dicen algunos, es que se acorrale al oficialismo, a tal punto que termine por cerrarse por completo, en momentos en los que el Tribunal Supremo de Justicia certificó la reelección de Maduro, aunque organismos internacionales, como la ONU, advirtieron recientemente de su falta de imparcialidad e independencia, y en los que la Fiscalía, en cabeza de Tarek William Saab, citó para este lunes a González Urrutia por una investigación penal en su contra, debido a la presunta comisión de delitos asociados a la denuncia de fraude electoral que ha hecho el antichavismo. Él, desde la clandestinidad, emite mensajes con tono institucional y de respeto a la soberanía popular, como el que publicó el jueves, a propósito de la sentencia de la máxima corte, y que siguen la postura que ha manejado a lo largo de su vida pública. Su rol, al menos para el politólogo Alejandro Martínez Ubieda, no es distinto al de seguir con la denuncia de lo que sucede en Venezuela.
La tarea es difícil, más si, como dice Carmen Beatriz Fernández, profesora de comunicación política en la Universidad de Navarra, desde la noche del 28 de julio hasta hoy, lo que se ha visto es una actitud violenta por parte del Gobierno, de desconocimiento de los resultados, pero también de atrincheramiento en sus posturas: “Con ello se ha pasado a la violación de derechos humanos y a un discurso agresivo que incluye a González Urrutia, aunque no se centra exclusivamente en su figura. Sus respuestas, por el contrario, han sido más suaves, más institucionales y diplomáticas, más parecidas a lo que es él”. Tanto ella como Martínez Ubieda consideran que bifurcar la campaña electoral con María Corina Machado fue un acierto, pues condensó una oferta de transición y de cambio político en paz, que ella apalancó con el tema migratorio. Es decir, la decisión fue unificar los esfuerzos alrededor de González Urrutia. “No había otra salida”, cree el politólogo.
Sin embargo, Eglée González Lobato, académica de la Universidad Central de Venezuela, piensa diferente: “He expresado mi frustración en muchas oportunidades, porque esta era una elección imperdible para la oposición e inganable para Maduro. Sin embargo, hubo errores y se generaron valores distintos: en el caso de Machado, que tiene un peso individual y se ve más solitaria, ha tenido una de las confrontaciones más radicales con el Gobierno. Por ejemplo, en ocasiones anteriores llamó a una invasión extranjera. Por su parte, González Urrutia, apoyado por partidos importantes, como Un Nuevo Tiempo, Movimiento por Venezuela y Mesa de la Unidad Democrática, con la Plataforma Unitaria a su alrededor, tenía una fortaleza política grande, que en campaña no se desarrolló. Fue el ala de Machado la que tuvo más dirección allí. Todo fue mutando y cada vez se sentía que iba a ser difícil la gobernabilidad, en caso de que ganaran”.
Ella, que también es consultora política y electoral, confiesa que le gustaría que González Urrutia transmitiera autonomía frente a su compañera de oposición: “Esa debía ser la estrategia. La elección era una oportunidad de ganar, pero ella puso en riesgo el triunfo, porque el Gobierno cierra filas frente a María Corina Machado”. Habría sido preferible, al menos para González Lobato, que el 28 de julio él hubiera estado con el equipo de todos los partidos políticos que lo apoyaron en la carrera presidencial, pero no fue así. Desde entonces, sus apariciones han sido breves y pequeñas, y esto se complica con el paso del tiempo, más aún con la reciente decisión del Tribunal Supremo de Justicia de declararlo en desacato, que acarrea sanciones administrativas y prisión. “El miedo es que sea retenido. Por eso no acude a actos públicos”, dice la académica: “El único mensaje poselectoral que hay es el que hace Machado, que ha suplido el que debería devenir del propio Edmundo González Urrutia”.
De cara al primer mes que se cumple de las elecciones, Venezuela se prepara para una nueva jornada de manifestaciones, que fue convocada el fin de semana por la líder opositora: “Este 28 de agosto, en familia, con tus hijos y con tus nietos, con tu acta en mano, ratificamos que ‘acta mata sentencia’”. En su mensaje, divulgado por redes sociales, enfatizó en la “gloriosa victoria” del 28 de julio y agregó: “Cada día tenemos más fuerza y vamos hasta el final”. La convocatoria no solo se hizo pública después de las últimas decisiones tomadas por las instituciones afines al chavismo, sino también luego de que Estados Unidos, el jefe de la diplomacia de la Unión Europea y diez países latinoamericanos establecieran que la sentencia judicial que certifica la reelección de Maduro “carece totalmente de credibilidad (...) y pretende convalidar resultados sin sustento”.
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