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Así explotó la bomba nuclear “más destructiva de la historia”

Rusia desclasificó imágenes de la ’Bomba del Zar’, una bomba de hidrógeno desarrollada por la Unión Soviética detonada en 1961 con fines propagandísticos. No hay registro de una explosión causada por el ser humano que se le asemeje hasta ahora.

29 de agosto de 2020 - 01:16 a. m.
La 'Bomba del Zar' fue probada en octubre de 1961, en tiempos de la Guerra Fría.
La 'Bomba del Zar' fue probada en octubre de 1961, en tiempos de la Guerra Fría.
Foto: Rosatom - Rosatom

Para celebrar los 75 años de la industria nuclear en Rusia, la Corporación Estatal de Energía Atómica Rosatom ha desclasificado imágenes inéditas de la ‘Bomba del Zar’ o la ‘Bomba Tsar’, catalogada como la “más destructiva de la historia” por tener una fuerza de 3.333 veces más grande que la de ‘Little Boy’, la bomba lanzada por Estados Unidos en Hiroshima, Japón, en 1945.

Las imágenes, que hacen parte de un video documental de medio hora de duración, presentan todas las etapas de desarrollo de la bomba, desde su construcción, pasando por el transporte de esta, hasta su detonación y las investigaciones sobre los efectos causados.

“La prueba de una carga de hidrógeno excepcionalmente poderosa... Confirmó que la Unión Soviética está en posesión de un arma termonuclear con una potencia de 50 megatones, 100 megatones y más”, dice el narrador del documental.

Esta ha sido considerada, en esencia, como una misión propagandística de la Unión Soviética, pues la federación de repúblicas socialistas trataba de mostrar su poderío en plena Guerra Fría con Estados Unidos. Los soviéticos necesitaban demostrar que podían superar a los norteamericanos en la carrera armamentista, quienes habían aterrorizado al mundo con su poder al final de la Segunda Guerra Mundial. El 29 de agosto de 1949, un grupo de científicos soviéticos comenzó a trabajar en bombas nucleares con ejercicios en lo que ahora se conoce como Kazajistán.

Cabe resaltar que la Asamblea General de la ONU destacó este miércoles al expresidente de Kazajistán Nursultán Nazarbáyev, y a la expresidenta de Finlandia, Tarja Halonen, por su papel en la lucha contra los ensayos nucleares.

Durante una sesión plenaria virtual para conmemorar el décimo aniversario del Día Internacional contra los Ensayos Nucleares, que se celebra el 29 de agosto, el presidente de la Asamblea General de la ONU Tijjani Muhammad-Bande destacó que el tratado para poner fin a estos ensayos “insta al aumento de la concienciación y la educación sobre los efectos de las explosiones en las pruebas de armas nucleares”.

Asimismo, destacó la necesidad de poner fin a estas explosiones como uno de los medios para lograr un mundo libre armas de atómicas.

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“La mejor manera de honrar a las víctimas de los ensayos es evitar que se produzcan más en el futuro”, aseguró el secretario de Naciones Unidas, António Guterres, en un comunicado en el que recordó que la conmemoración del día contra los ensayos nucleares coincide con el 75 aniversario del ataque nuclear contra las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki.

Los análisis sobre la bomba señalan que esta, aunque potente, fue considerada como una ineficaz arma de guerra, pues su tamaño hizo difícil su transporte: tenía 8 metros de largo, casi 2,6 metros de diámetro y pesaba más de 27 toneladas.

Para su detonación, la bomba fue lanzada con un paracaídas gigante, que pesaba cerca de una tonelada, para darle la oportunidad al bombardero que la transportaba de alejarse lo suficiente para no recibir el impacto.

En el instante de su detonación creó una bola de fuego de ocho kilómetros de diámetro y un destello luminoso que se pudo observar a 1.000 kilómetros de distancia. La nube que dejó la explosión alcanzó los 64 kilómetros de altura, y se extendió 100 kilómetros a la redonda. Sin embargo, no causó tanta radiación como se esperaba, aliviando un poco la condena internacional que llegó con la detonación de esta “monstruosa” arma.

El historiador de la era nuclear, Robert S. Norris, le dijo a The New York Times que, con esta bomba, los rusos demostraron además de su poderío una lección sobre las armas de hidrógeno: que estas, como categoría tan enorme y grande son “impensables”.

La Asamblea General de la ONU declaró el 29 de agosto como Día Internacional contra los Ensayos Nucleares en una resolución auspiciada por Kazajistán y que coincide con la conmemoración del cierre en 1991 de las instalaciones de Semipalatinsk, el mayor centro de ensayos nucleares de la antigua Unión Soviética y donde, según recordó hoy Nazarbáyez, se registraron 456 explosiones en 40 años.

“Nunca más, que nunca más se recurra a las armas nucleares”, destacó, por su parte, la expresidenta de Finlandia, que denunció la contradicción de que “algunos países creen necesario desarrollar y mantener armas nucleares para su seguridad, mientras esas armas suponen una amenaza para todas las naciones y todos los seres humanos de nuestro planeta”.

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