Ataque con agente tóxico: Theresa May ordena la expulsión de 23 diplomáticos rusos
La mandataria británica ha dicho que es "muy probable" que Rusia esté detrás del ataque contra el ex espía ruso Serguéi Skripal en la pequeña ciudad inglesa de Salisburi.
-Redacción Internacional con información de EFE
La primera ministra británica, Theresa May, anunció que cortará relaciones con el gobierno ruso y ordenó la expulsión de 23 miembros del cuerpo diplomático del gobierno de Vladimir Putin, quienes fueron declarados como “oficiales de inteligencia no declarados”. Se trata de la expulsión más grande de los últimos 30 años.
Asimismo, May anunció que se redactará legislación para proteger a Gran Bretaña de cualquier acto hostil, todo a raíz del asesinato del ex espía ruso Sergei Skripal, quien fue víctima de un ataque con agentes químicos en la ciudad británica de Salisbury. La hija del ex agente ruso y un policía que intentó asistirlos también resultaron afectados.
Esta semana, May fue presionada por la oposición y por miembros de su propio partido para tomar decisiones contundentes frente a los hechos. Entre las filas del partido conservador, el parlamentario Tom Tugendhat llegó a sugerir que se calificaran los hechos como “un acto de guerra”.
EL gobierno británico también convocó una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Se espera que, en el encuentro a puertas abiertas, Londres informe al detalle sobre los avances de la investigación.
(Le puede interesar: "Un juego peligroso": Rusia protesta por posibles revelaciones en el caso Skripal)
Londres acusa a Rusia del ataque basándose en su historial de liquidación de disidentes y antiguos agentes, y en el gas nervioso Novichok usado para perpetrarlo, fabricado en laboratorios militares rusos a partir de los años 1970 y más potente que el sarín o el VX.
May estimó que es "muy probable" que Rusia esté detrás del atentado, ya sea directamente o por haber "perdido control" sobre el agente nervioso.
La posición del gobierno ruso es clara: "Moscú no admite las acusaciones sin pruebas y no verificadas, y el lenguaje de los ultimátums", declaró este miércoles a la prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien agregó que Rusia "espera que se imponga el sentido común".
Peskov insistió en que Rusia considera inaceptables las acusaciones sin pruebas "y tampoco acepta el lenguaje de ultimátums", en alusión al plazo dado por la primera ministra británica, Theresa May, para que Moscú explicara cómo pudo llegar a Reino Unido el gas nervioso de fabricación rusa que se empleó en el atentado contra Skripal y su hija.
Por su parte, el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, dijo hoy que Rusia responderá a los requerimientos de Londres diez días después de recibir una petición oficial de explicaciones, tal como marca el Convenio para la Prohibición de Armas Químicas.
También señaló que Rusia "no tiene ningún motivo" para querer envenenar a Skripal, el antiguo espía ruso que se pasó después al M16 británico.
Con la expulsión de los diplomáticos rusos, la administración May le cerró la puerta a una de las recientes peticiones del gobierno ruso: permitir que una delegación consular visite a Yulia Skripal en el hospital donde sigue internada desde el ataque.
(Le peude interesar: El rastro del veneno ruso en territorio inglés)
Según se ha informado, la mujer, de 33 años, voló el día 3 de marzo de Moscú a Londres para visitar a su padre, un día antes de que ambos fueran envenenados en Salisbury, en el suroeste del país.
En respuesta a una pregunta de los periodistas sobre si Moscú teme el aislamiento internacional, señaló que esperan "que prevalezca el sentido común, que otros países piensen al menos si hay o no pruebas que sustenten las acusaciones contra nosotros".
Moscú exige que el Reino Unido le proporciona una muestra de la sustancia que supuestamente se utilizó.
A pesar de que el Gobierno británico ya ha apuntado a Moscú como el responsable más probable del ataque, cientos de agentes y militares continúan trabajando sobre el terreno en Salisbury, para tratar de identificar a los individuos que lo llevaron a cabo.
La primera ministra británica, Theresa May, anunció que cortará relaciones con el gobierno ruso y ordenó la expulsión de 23 miembros del cuerpo diplomático del gobierno de Vladimir Putin, quienes fueron declarados como “oficiales de inteligencia no declarados”. Se trata de la expulsión más grande de los últimos 30 años.
Asimismo, May anunció que se redactará legislación para proteger a Gran Bretaña de cualquier acto hostil, todo a raíz del asesinato del ex espía ruso Sergei Skripal, quien fue víctima de un ataque con agentes químicos en la ciudad británica de Salisbury. La hija del ex agente ruso y un policía que intentó asistirlos también resultaron afectados.
Esta semana, May fue presionada por la oposición y por miembros de su propio partido para tomar decisiones contundentes frente a los hechos. Entre las filas del partido conservador, el parlamentario Tom Tugendhat llegó a sugerir que se calificaran los hechos como “un acto de guerra”.
EL gobierno británico también convocó una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Se espera que, en el encuentro a puertas abiertas, Londres informe al detalle sobre los avances de la investigación.
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Londres acusa a Rusia del ataque basándose en su historial de liquidación de disidentes y antiguos agentes, y en el gas nervioso Novichok usado para perpetrarlo, fabricado en laboratorios militares rusos a partir de los años 1970 y más potente que el sarín o el VX.
May estimó que es "muy probable" que Rusia esté detrás del atentado, ya sea directamente o por haber "perdido control" sobre el agente nervioso.
La posición del gobierno ruso es clara: "Moscú no admite las acusaciones sin pruebas y no verificadas, y el lenguaje de los ultimátums", declaró este miércoles a la prensa el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, quien agregó que Rusia "espera que se imponga el sentido común".
Peskov insistió en que Rusia considera inaceptables las acusaciones sin pruebas "y tampoco acepta el lenguaje de ultimátums", en alusión al plazo dado por la primera ministra británica, Theresa May, para que Moscú explicara cómo pudo llegar a Reino Unido el gas nervioso de fabricación rusa que se empleó en el atentado contra Skripal y su hija.
Por su parte, el ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, dijo hoy que Rusia responderá a los requerimientos de Londres diez días después de recibir una petición oficial de explicaciones, tal como marca el Convenio para la Prohibición de Armas Químicas.
También señaló que Rusia "no tiene ningún motivo" para querer envenenar a Skripal, el antiguo espía ruso que se pasó después al M16 británico.
Con la expulsión de los diplomáticos rusos, la administración May le cerró la puerta a una de las recientes peticiones del gobierno ruso: permitir que una delegación consular visite a Yulia Skripal en el hospital donde sigue internada desde el ataque.
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Según se ha informado, la mujer, de 33 años, voló el día 3 de marzo de Moscú a Londres para visitar a su padre, un día antes de que ambos fueran envenenados en Salisbury, en el suroeste del país.
En respuesta a una pregunta de los periodistas sobre si Moscú teme el aislamiento internacional, señaló que esperan "que prevalezca el sentido común, que otros países piensen al menos si hay o no pruebas que sustenten las acusaciones contra nosotros".
Moscú exige que el Reino Unido le proporciona una muestra de la sustancia que supuestamente se utilizó.
A pesar de que el Gobierno británico ya ha apuntado a Moscú como el responsable más probable del ataque, cientos de agentes y militares continúan trabajando sobre el terreno en Salisbury, para tratar de identificar a los individuos que lo llevaron a cabo.