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El avance de las tropas de Azerbaiyán sobre esta región separatista, poblada mayoritariamente por armenios, generó una crisis política en Ereván, donde el primer ministro, Nikol Pashinyan, enfrenta nuevas protestas por su decisión de no movilizar al ejército.
Varios días después de los combates, Armenia contabilizó este lunes 4.850 refugiados llegados a su territorio.
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En la localidad armenia de Goris, ubicada cerca de la frontera con Azerbaiyán, muchos desplazados se agolparon en un centro de acogida instalado en un teatro.
“Fueron días terribles”, relató Anabel Ghulasian, una mujer de 41 años procedente del pueblo de Rev, que los azerbaiyanos denominan Shalva.
La mujer llegó con su familia en una camioneta, cargando sus pocas pertenencias en varias bolsas.
Azerbaiyán lanzó una operación fulminante el 19 de septiembre para controlar este enclave poblado mayoritariamente por armenios, pero reconocido internacionalmente como su territorio. El rápido avance obligó a los separatistas a deponer las armas y a llamar a un cese el fuego.
Armenia y Azerbaiyán, dos antiguas repúblicas soviéticas, se han enfrentado en dos guerras en las últimas tres décadas por Nagorno Karabaj.
Los separatistas afirman que 200 personas murieron en los combates la semana pasada, incluyendo seis soldados rusos que formaban parte de un contingente de paz desplegado después de último conflicto en 2020.
Por su parte, Azerbaiyán indicó que dos de sus soldados murieron por la explosión de una mina el domingo.
Los medios estatales azerbaiyanos informaron que representantes de Bakú participaron en una segunda ronda de negociaciones de paz con representantes de la comunidad armenia en Nagorno Karabaj, con el fin de “reintegrarlos”.
Sin embargo, cada vez más residentes de la región parecen querer irse e instalarse en Armenia, y en la carretera que lleva de Nagorno Karabaj a ese país se produjeron atascos este lunes, según testigos.
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Valentina Asrian, una mujer de 54 años, contó que huyó de la aldea de Vank con sus nietos. “¿Quién hubiera pensado que los ‘turcos’ vendrían a este pueblo histórico armenio?”, dijo, utilizando una expresión despectiva para referirse a las fuerzas de Azerbaiyán.
La mujer está alojada temporalmente en un hotel en Goris, pero no tiene ningún pariente que la reciba. “No tengo donde ir”, afirmó.
En el centro de acogida establecido por el gobierno armenio en Kornidzor, en la frontera entre Armenia y Azerbaiyán, un hombre de unos 30 años, que llegó el domingo al lugar con el primer grupo de refugiados, relató que se arrepiente de haber dejado atrás su ganado y la tumba de su hija de tres años.
“Tuvimos 15 minutos para hacer las maletas (...) no le dijimos adiós. Espero poder volver”, contó.
- Protestas en Armenia -
El presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, busca consolidar su victoria en una reunión este lunes con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, un importante aliado de Bakú, reuniéndose en el enclave azerbaiyano de Najicheván.
Sonriendo, Aliyev dio dos besos a Erdogan cuando este bajó de su avión.
Los dos dirigentes tienen previsto colocar la primera piedra en un proyecto para construir un ducto de gas natural y van a inaugurar la remodelación de un centro militar azerbaiyano, una muestra de la presencia turca en la región, que contrasta con la aparente retirada de Rusia, enfrascada en el conflicto en Ucrania.
El Kremlin defendió el lunes la actuación de su cuerpo de paz y expresó su rechazo categórico de las críticas de Armenia de que no intervinieron durante la ofensiva de Azerbaiyán.
El jefe del gobierno armenio buscó el domingo responsabilizar a Rusia, un aliado de larga data, y afirmó que las alianzas del país fueron “ineficaces”, sugiriendo que el país va a buscar nuevos socios.
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Pashinyan enfrenta protestas en Ereván desde el cese el fuego del pasado miércoles. En los pueblos azerbaiyanos cercanos a Nagorno Karabaj como Terter y Beylagan, los residentes celebran la victoria de su gobierno sobre los rebeldes y las calles están adornadas con banderas y retratos de los “mártires” caídos en los combates en las últimas décadas.
Algunos desplazados del conflicto esperan poder regresar a Karabaj. “Claro que queremos volver a Karabaj, estamos cansados de la guerra y el miedo”, afirmó Nazakat Valiyeva, una mujer de 49 años que trabajó como obrera y que perdió a su marido en el conflicto de 2020.
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