Control de armas e innovación, las bases de la cooperación entre Japón y la OTAN
El primer ministro nipón, Fumio Kishida, se reunió con el secretario general de la Alianza Atlántica, en Lituania. Tras la reunión, se dio a conocer un nuevo pacto de cooperación, que incluye el ciberespacio, el control de las armas y la tecnología, entre otras áreas más.
En el último día de la cumbre de la OTAN, el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, recibió al primer ministro de Japón, Fumio Kishida, en Vilna, Lituania. Tras el encuentro, anunciaron un nuevo programa de asociación y ambos mostraron la cercanía entre sí. “Ningún otro socio es más cercano a la OTAN que Japón”, afirmó Stoltenberg, mientras que Kishida agregó: “Japón y la OTAN, que comparten valores fundamentales e intereses estratégicos, deben profundizar sus lazos”. Si bien afianzaron los vínculos entre ellos, quedó un asunto pendiente: la apertura de una oficina de enlace en Tokio. De eso no hubo pronunciamiento.
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“Además de áreas tradicionales, cooperaremos en nuevas áreas de seguridad, como el espacio, el ciberespacio, las tecnologías destructivas emergentes y comunicaciones estratégicas, incluidas contramedidas a la manipulación de información”, dijo el primer ministro japonés desde la sede de la cumbre de la OTAN. Por otro lado, el nuevo pacto, que reemplazará al Programa de Asociación y Cooperación Individual, incluirá cooperación en el control de armas, las nuevas tecnologías, el espacio, las cadenas de suministro, la resiliencia y la innovación. Este acuerdo expirará en 2026.
Esta es la segunda vez que Japón participa en una cumbre de la OTAN; su primera asistencia tomó lugar en Madrid, España, en junio del año pasado. En esta oportunidad, Stoltenberg declaró que “la seguridad no es regional, sino global” y que prueba de ello es la guerra de Ucrania. También se refirió a China, a la preocupación por “el fuerte crecimiento militar, la modernización y la expansión de su fuerza nuclear”, así como al más reciente lanzamiento por parte de Corea del Norte de un misil balístico, algo catalogado por el secretario general de la alianza como “una violación de las normas internacionales y múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU”.
Con respecto al pronunciamiento sobre Beijing, la misión china ante la Unión Europea dijo el miércoles que la declaración difamaba a China y estaba llena de “sesgo ideológico”. La delegación dijo que estaba “profundamente preocupada” por el “movimiento hacia el este de la OTAN hacia Asia-Pacífico (...). Cualquier acción que ponga en peligro los derechos e intereses legítimos de China recibirá una respuesta resuelta”.
Un tema que no estuvo sobre la mesa fue la apertura de la oficina de la OTAN en Tokio. Esta idea se discutió por primera vez después de que Stoltenberg visitara Japón a principios de este año. Según se informó, dichas conversaciones involucraron la apertura de una oficina civil en la capital nipona en 2024, como un medio para facilitar los diálogos de la OTAN en Asia-Pacífico. Se esperaba que se lograran avances en la cumbre de la OTAN, gracias a la asistencia de Kishida al evento, pero eso no se dio. De hecho, Francia se ha mostrado escéptica ante esta idea, preocupada de que se enemistara con Beijing y se interpretara como una extralimitación territorial.
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En el último día de la cumbre de la OTAN, el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, recibió al primer ministro de Japón, Fumio Kishida, en Vilna, Lituania. Tras el encuentro, anunciaron un nuevo programa de asociación y ambos mostraron la cercanía entre sí. “Ningún otro socio es más cercano a la OTAN que Japón”, afirmó Stoltenberg, mientras que Kishida agregó: “Japón y la OTAN, que comparten valores fundamentales e intereses estratégicos, deben profundizar sus lazos”. Si bien afianzaron los vínculos entre ellos, quedó un asunto pendiente: la apertura de una oficina de enlace en Tokio. De eso no hubo pronunciamiento.
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“Además de áreas tradicionales, cooperaremos en nuevas áreas de seguridad, como el espacio, el ciberespacio, las tecnologías destructivas emergentes y comunicaciones estratégicas, incluidas contramedidas a la manipulación de información”, dijo el primer ministro japonés desde la sede de la cumbre de la OTAN. Por otro lado, el nuevo pacto, que reemplazará al Programa de Asociación y Cooperación Individual, incluirá cooperación en el control de armas, las nuevas tecnologías, el espacio, las cadenas de suministro, la resiliencia y la innovación. Este acuerdo expirará en 2026.
Esta es la segunda vez que Japón participa en una cumbre de la OTAN; su primera asistencia tomó lugar en Madrid, España, en junio del año pasado. En esta oportunidad, Stoltenberg declaró que “la seguridad no es regional, sino global” y que prueba de ello es la guerra de Ucrania. También se refirió a China, a la preocupación por “el fuerte crecimiento militar, la modernización y la expansión de su fuerza nuclear”, así como al más reciente lanzamiento por parte de Corea del Norte de un misil balístico, algo catalogado por el secretario general de la alianza como “una violación de las normas internacionales y múltiples resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU”.
Con respecto al pronunciamiento sobre Beijing, la misión china ante la Unión Europea dijo el miércoles que la declaración difamaba a China y estaba llena de “sesgo ideológico”. La delegación dijo que estaba “profundamente preocupada” por el “movimiento hacia el este de la OTAN hacia Asia-Pacífico (...). Cualquier acción que ponga en peligro los derechos e intereses legítimos de China recibirá una respuesta resuelta”.
Un tema que no estuvo sobre la mesa fue la apertura de la oficina de la OTAN en Tokio. Esta idea se discutió por primera vez después de que Stoltenberg visitara Japón a principios de este año. Según se informó, dichas conversaciones involucraron la apertura de una oficina civil en la capital nipona en 2024, como un medio para facilitar los diálogos de la OTAN en Asia-Pacífico. Se esperaba que se lograran avances en la cumbre de la OTAN, gracias a la asistencia de Kishida al evento, pero eso no se dio. De hecho, Francia se ha mostrado escéptica ante esta idea, preocupada de que se enemistara con Beijing y se interpretara como una extralimitación territorial.
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