Crimea: 10 años de una anexión con aires imperiales
Hace una década, el régimen de Vladimir Putin llevó a cabo la anexión de la península, considerada ilegal por buena parte de la comunidad internacional. La maniobra sentó un precedente en la trayectoria de aspiraciones imperiales de quien este domingo fue reelegido para otros seis años al frente del Kremlin.
Juliana Castellanos
Aunque la invasión de Rusia a Ucrania haya completado dos años, hay que recordar que el conflicto entre ambos países tuvo uno de sus puntos más críticos hace 10 años, con la anexión de la península de Crimea al territorio ruso. En el marco de las elecciones presidenciales de este fin de semana, vale la pena preguntarse si con otros seis años de Vladimir Putin en el poder habrá más cambios en la región.
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Aunque la invasión de Rusia a Ucrania haya completado dos años, hay que recordar que el conflicto entre ambos países tuvo uno de sus puntos más críticos hace 10 años, con la anexión de la península de Crimea al territorio ruso. En el marco de las elecciones presidenciales de este fin de semana, vale la pena preguntarse si con otros seis años de Vladimir Putin en el poder habrá más cambios en la región.
Conocida como la invasión más “suave” de los tiempos modernos, el 18 de marzo se recuerda el aniversario número 10 de cuando Putin oficializó la anexión de la península de Crimea a la Federación sin que nadie pudiera impedirlo. Hace dos años, la ambición fue más grande con el lanzamiento de la ofensiva contra toda Ucrania y la anexión de más territorio. El mandato de Vladimir Putin hasta 2036 está servido, por lo que la tensión incrementa.
Volvamos un poco para atrás. La relación entre Rusia y Ucrania data de la Edad Media cuando ambos fueron parte del Estado eslavo oriental de la Rus de Kiev. Tras la caída de este, el proceso de transformación pasó por la conformación de varios Estados, hasta llegar incluso al Imperio Ruso. Luego, por 70 años durante el siglo pasado, Ucrania fue una de las repúblicas parte de la Unión Soviética (URSS). Tras la disolución de la URSS, en 1991 dividieron sus caminos de nuevo, y Ucrania puso la mirada en Europa y en pertenecer a la OTAN para asegurar su independencia, pero muchos en Rusia consideraban, y aún lo hacen, que la historia de ambos países debía seguir enlazada.
En 2013, por la firma del Acuerdo de Libre Comercio Profundo y Amplio (DCFTA, por sus siglas en inglés) entre Ucrania y la Unión Europea, Rusia inició una campaña para avivar el sentimiento prorruso en la península de Crimea y así justificar su separación.
Todo se concretó con la huida y destitución del entonces presidente ucraniano Viktor Yanukóvich, el envío silencioso de soldados rusos a Crimea, bajo el recordado episodio de los “hombrecitos verdes”, la instalación de puestos de control en los dos principales cruces de carreteras entre Ucrania continental y la península, y la promoción de un referéndum que obtuvo el 95,5 % de apoyo de los votantes para unirse a Rusia, considerado ilegal por buena parte de la comunidad internacional, así como la posterior anexión.
Aunque hubo condenas internacionales y sanciones a Rusia, nadie pudo detener la separación de Crimea del territorio ucraniano, antecedente de la invasión que lleva dos años en Ucrania .
La península es de gran importancia por su posición geopolítica. El mar Negro es considerado uno de los mayores graneros del mundo. Antes de la invasión de Rusia a Ucrania salían de allí el 60 % de las exportaciones de aceite de girasol, casi el 24 % de trigo y alrededor del 19 % de cebada. El control de esta zona para Rusia es una plataforma que impulsa su influencia en el Mediterráneo, Oriente Próximo, el Norte de África y el sur de Europa.
Ni la anexión de Crimea o la invasión a Ucrania han sido legítimas, o por lo menos así lo han manifestado las distintas resoluciones de las Naciones Unidas. Si bien las situaciones tienen aristas políticas, históricas y estratégicas, la justificación para Putin siempre ha sido que sus acciones son en “autodefensa” por la expansión de la OTAN. Pero el discurso también es que el imperio ruso debe recuperarse a toda costa.
Jesús Agreda Rudenko, internacionalista y profesor de la Universidad del Rosario, afirma que las declaraciones de Putin se han basado en el argumento histórico de que con la desaparición de la URSS desapareció, a su vez, el gran imperio. Putin, agrega, es consciente de que eso debilitó al Estado ruso, teniendo en cuenta que, como consecuencia de esa separación, más de 25 millones de rusos quedaron por fuera del territorio. Para restituir esa grandeza, a los ojos del jefe del Kremlin, habría que recuperarlo y garantizar los derechos de los rusos dentro y fuera de Rusia.
Como una muy buena jugada, Putin ha logrado explotar la inestabilidad de esas regiones prorrusas para posicionarse como un líder político capaz y comprometido con la minoría rusa en el exterior, añadió Agreda. Esto le ha ayudado a mantenerse al frente básicamente por todo el siglo XXI.
Sus maniobras para quedarse en el poder que obtuvo en el año 2000, por cierto, empezaron en 2008 con una enmienda constitucional que extendió los mandatos presidenciales de cuatro a seis años. Luego hizo un intercambio temporal con su entonces primer ministro el mismo año y luego en 2012 regresó a la Presidencia. En 2021, promulgó una ley que lo habilitó para postularse dos Gobiernos más, de seis años cada uno, lo que abre la puerta a extender su mandato hasta 2036. Aunque en la contienda que finalizó el fin de semana entraron tres candidatos para la Presidencia, ninguno le competía realmente.
Según los resultados del sondeo del centro estatal VTsIOM, el 86 % de los rusos sigue apoyando diez años después la “reunificación” de Rusia con Crimea porque mostró la capacidad de Rusia para defender sus intereses nacionales. Para enero de 2024, de acuerdo con Statista un 85 % de los ciudadanos rusos aprobaba la gestión de Putin aún con la declaración de guerra a Ucrania. Con al menos 10 años más de Putin en el poder, y aun con oleadas de sanciones en contra suyo por parte de Occidente, la situación en Rusia y su zona de influencia parece no cambiar, ni retroceder, sino por el contrario tomar un nuevo aire.
Agreda comenta que “el temor que surge es que los argumentos que ha usado Rusia con la anexión de Crimea y la invasión a Ucrania puedan ser usados en otros Estados y otros territorios con minorías rusas significativas”. Esa es la principal razón por la que los países bálticos (Estonia, Lituania y Letonia) estén tan comprometidos con detener a Rusia en Ucrania, señaló.
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