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                                                                                                                                Crónica desde Ucrania: La agonía de Mykolaiv

                                                                                                                                Mykolaiv es el último núcleo que les queda a los rusos por conquistar antes de llegar a Odesa, uno de los puertos más importantes del mar Negro.

                                                                                                                                Unai Aranzadi / Mykolaiv, Ucrania (especial para El Espectador)

                                                                                                                                Una mujer pasa ante una vivienda destrozada por la metralla en Mykolaiv.
                                                                                                                                Foto: Unai Aranzadi
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Antes no sabía casi ni utilizar un teléfono y ahora me he adaptado a esto de las apps. Me dicen que mis tarifas de viaje son caras, pero la gasolina ha subido y me juego la vida entrando y saliendo de la ciudad todos los días”. La ley de la oferta y demanda no perdona ni en tiempos de guerra. Ir desde Odesa hasta Mykolaiv es relativamente barato. Lo caro es hacer el camino inverso, es decir, pagar el precio de salida hacia el oeste, donde se encuentra la frontera moldava. Según se queja uno de sus pasajeros, llamado Viktor, “se ha llegado a pedir hasta US$300 por este viaje para salir con bultos de la ciudad. Por un trayecto de menos de dos horas es una barbaridad, pero es esto o nada”. Junto a él viaja una pareja joven. Maxim y Kristina. Ella es streamer con un canal en Twitch, y él marinero, desempleado. Con 26 y 27 años han decidido comenzar una nueva vida en España, donde Maxim tiene a una hermana. “Después de un bombardeo cerca de nuestra casa decidimos que era hora de marcharse”, lamenta.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                “Mykolaiv es una ciudad pequeña e irrelevante en el camino a la joya de la corona, que es para los rusos Odesa”, asegura en un perfecto inglés Aleksandr, uno de los soldados que custodian el puente que da acceso a la ciudad. Según él, “si fuera por los rusos, la arrasarían aunque para impedirlo estamos nosotros aquí”. El puesto de control de acceso a la ciudad en el que se encuentra Aleksandr es un manojo de nervios. Los hombres de los pocos vehículos que piden entrar al centro son invitados a dejar su asiento, salir en fila y ser encañonados por media docena de hombres entre soldados y policías. No solo se examina cada pasaporte con sumo detenimiento, sino que los teléfonos celulares se han de entregar con la clave para revisar las llamadas, fotografías y mensajes.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Le puede interesar: China: ¿el gran salvador de Rusia?

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Lejos de ese tipo de extremismos, la población que aún no ha escapado de la ciudad simula vivir con normalidad. Los poquísimos niños que quedan juegan en los parques ante la atenta mirada de sus padres y las personas mayores que no se han visto con fuerzas para abandonar Mykolaiv, solo salen para comprar comida o visitar a un familiar. “Tenemos miedo de que si los rusos nos rodean nos quedemos sin luz, agua o energía para calentarnos. Eso les ha pasado a la gente de Mariupol, y es lo que más miedo me da”, comenta Ludmilla, una anciana que ha salido a la calle en busca de provisiones, por lo que pueda pasar. De forma inesperada se corre la voz de que el puente se va a cerrar hasta el día siguiente. Los últimos vehículos que quieran salir han de hacerlo ya. “Esta es la angustia de mucha gente aquí”. Dice Duda, el policía. “Vivir con las sirenas y los bombardeos es soportable, pero no saber si te quedarás aislado es lo que más estresa a la población civil”, lamenta antes de volver a perderse en busca de saboteadores prorrusos por las calles vacías.

                                                                                                                                👀🌎📄 ¿Ya te enteraste de las últimas noticias en el mundo? Te invitamos a verlas en El Espectador.

                                                                                                                                Una mujer pasa ante una vivienda destrozada por la metralla en Mykolaiv.
                                                                                                                                Foto: Unai Aranzadi
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                “Antes no sabía casi ni utilizar un teléfono y ahora me he adaptado a esto de las apps. Me dicen que mis tarifas de viaje son caras, pero la gasolina ha subido y me juego la vida entrando y saliendo de la ciudad todos los días”. La ley de la oferta y demanda no perdona ni en tiempos de guerra. Ir desde Odesa hasta Mykolaiv es relativamente barato. Lo caro es hacer el camino inverso, es decir, pagar el precio de salida hacia el oeste, donde se encuentra la frontera moldava. Según se queja uno de sus pasajeros, llamado Viktor, “se ha llegado a pedir hasta US$300 por este viaje para salir con bultos de la ciudad. Por un trayecto de menos de dos horas es una barbaridad, pero es esto o nada”. Junto a él viaja una pareja joven. Maxim y Kristina. Ella es streamer con un canal en Twitch, y él marinero, desempleado. Con 26 y 27 años han decidido comenzar una nueva vida en España, donde Maxim tiene a una hermana. “Después de un bombardeo cerca de nuestra casa decidimos que era hora de marcharse”, lamenta.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                “Mykolaiv es una ciudad pequeña e irrelevante en el camino a la joya de la corona, que es para los rusos Odesa”, asegura en un perfecto inglés Aleksandr, uno de los soldados que custodian el puente que da acceso a la ciudad. Según él, “si fuera por los rusos, la arrasarían aunque para impedirlo estamos nosotros aquí”. El puesto de control de acceso a la ciudad en el que se encuentra Aleksandr es un manojo de nervios. Los hombres de los pocos vehículos que piden entrar al centro son invitados a dejar su asiento, salir en fila y ser encañonados por media docena de hombres entre soldados y policías. No solo se examina cada pasaporte con sumo detenimiento, sino que los teléfonos celulares se han de entregar con la clave para revisar las llamadas, fotografías y mensajes.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Le puede interesar: China: ¿el gran salvador de Rusia?

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                👀🌎📄 ¿Ya te enteraste de las últimas noticias en el mundo? Te invitamos a verlas en El Espectador.

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                                                                                                                                Ver todas las noticias
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