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Carlos III y Camila de Reino Unido son los nuevos monarcas coronados del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
La ceremonia religiosa en la que fue investido el sucesor de Isabel II estuvo presidida por el arzobispo de Canterbury, líder espiritual de la iglesia de la que el rey es el gobernador supremo en Inglaterra.
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La Abadía de Westminster y sus alrededores estallaron en júbilo: además de los 2.000 invitados a la ceremonia, varios millares de personas, pese a la lluvia, salieron a las calles de Londres a pronunciar la icónica frase que durante siglos se ha dicho para reconocer al soberano: “Dios salve al rey”.
El rey, de 74 años, fue, además, ungido, investido y entronizado luego de jurar proteger a su pueblo. Estuvo rodeado de varias de las más preciosas joyas y reliquias de la corona, entre ellas, la corona de San Eduardo, que se reserva única y exclusivamente para las coronaciones, por lo que Carlos nunca volverá a portarla.
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Junto a él, fue coronada su esposa, Camila de Reino Unido, de 75 años, como reina consorte.
El príncipe de Gales, Guillermo, quien estuvo presente en la ceremonia con su esposa, la princesa Catalina de Gales, juró servirle al rey. La pareja asistió con sus hijos: Jorge, Carlota y Luis.
Los invitados
Al histórico evento, fueron los miembros de la familia real, incluido el príncipe Harry, que fue sin su esposa, Meghan, quien se quedó en California (Estados Unidos) con los dos hijos de la pareja, uno de los cuales, Archie, el mayor, está de cumpleaños este mismo sábado.
Entre los asistentes destacados estuvieron el primer ministro británico, Rishi Sunak, y su esposa, Akshata Murthy, junto con miembros del gobierno y unos 80 legisladores de las cámaras baja y alta del Parlamento británico. Asimismo, asistió el polémico ex primer ministro Boris Johnson.
Sunak, de hecho, hizo una de las lecturas de la palabra de Dios durante la ceremonia.
También estuvieron presentes miembros de otras monarquías como los reyes Felipe VI y Letizia de España y los príncipes Federico y María de Dinamarca.
Dirigentes mundiales como la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, numerosos jefes de Estado, incluidos el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, y el francés Emmanuel Macron, y los primeros ministros de Australia Anthony Albanese, Nueva Zelanda Chris Hipkins y Pakistán Shehbaz Sharif.
En representación del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acudió su esposa, Jill.
Por parte de Colombia, asistieron el canciller Álvaro Leyva y la primera dama, Verónica Alcocer.
El camino de Carlos hacia el trono
Isabel II, su madre, murió en septiembre del año pasado a causa de su avanzada edad, pues fungió como reina durante 70 años. Durante su reinado tuvo que enfrentarse a las consecuencias que dejó la Segunda Guerra Mundial, la muerte de la princesa Diana, los escándalos de pedofilia que sacudieron a la familia real, los acelerados avances tecnológicos y, entre muchos otros desafíos, la pandemia de covid.
Carlos, el primero en la línea de sucesión, se convirtió así en el soberano del Reino Unido y de los 54 países que conforman la Commmonwealth, un grupo de naciones que en su mayoría reconocen al monarca de turno como jefe de Estado.
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El nuevo monarca decidió tener una coronación más “austera” en comparación con la de su madre, que presenció siendo tan solo un niño, con menos invitados (en relación con los 8.000 que tuvo la investidura de su madre) y de menor duración.
Vale la pena recordar que la ceremonia ha estado precedida por manifestaciones antimonárquicas en Inglaterra y Escocia. No solo porque no se sienten representados por la corona, sino porque consideran que los 100 millones de libras que se utilizaron para el evento no tuvieron que haberlos pagado los contribuyentes británicos.
Sin embargo, como explicó George Hodgson, embajador de Reino Unido en Colombia, el evento se trataba de algo “positivo que merece una inversión pública” como ocurre con las inauguraciones de los jefes de Estado.
El arresto de varios activistas que salieron a protestar este sábado llamó la atención de la organización Human Rights Watch, que condenó la “alarmante” detención por la policía londinense.
“Es algo que esperaríamos ver en Moscú, no en Londres”, afirmó Yasmine Ahmed, directora de HRW UK, calificando de “increíblemente alarmante” la detención de una veintena de personas. “Las protestas pacíficas permiten pedir cuentas a quienes están en el poder, algo a lo que el gobierno británico parece ser cada vez más reacio”, agregó.
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