El amor, la otra víctima de la guerra en Ucrania
En el frente de batalla, el personal militar sacrifica sus emociones y su intimidad. Al volver a la normalidad, los efectos pueden ser devastadores.
Desde sus inicios, el cine ha tratado de acercarnos a la idea de cómo se ve el amor en las trincheras, durante y después de las guerras: Casablanca, Suite Francesa, Doctor Zhivago —las últimas basadas en novelas— e incluso recientemente con Stalingrado y American Sniper son algunos ejemplos —con todas las fallas de este último—. Pero en el frente de batalla, la realidad es mucho más cruda que lo que ha mostrado el cine. En tiempos de guerra, el amor es sacrificado y los sentimientos suelen ser reprimidos.
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Desde sus inicios, el cine ha tratado de acercarnos a la idea de cómo se ve el amor en las trincheras, durante y después de las guerras: Casablanca, Suite Francesa, Doctor Zhivago —las últimas basadas en novelas— e incluso recientemente con Stalingrado y American Sniper son algunos ejemplos —con todas las fallas de este último—. Pero en el frente de batalla, la realidad es mucho más cruda que lo que ha mostrado el cine. En tiempos de guerra, el amor es sacrificado y los sentimientos suelen ser reprimidos.
“Hay que sobrevivir en la guerra, y el amor viene después de la victoria”, le dijo Iryna Tsybyukh, una paramédica, al periódico Pravda.
Para personas como Tsybyukh, la guerra no es un periodo en donde quieran permitirse estar enamoradas. Como dice Oleksii Skyrtach, psicólogo militar que participa de los combates desde el conflicto de 2014 en las regiones de Donetsk y Lugansk, para los soldados y quienes de alguna manera están involucrados en la batalla, puede ser más fácil “ir a la guerra sin amor”.
“A veces quiero enamorarme de verdad, pero tengo miedo. Tuve una experiencia así una vez. Estoy en guerra, muy lejos, sentado allí y mirando sus fotos en Instagram, donde se ve tan hermosa mientras está en la ciudad. Entonces te pones celoso y quieres estar cerca de ella, pero no puedes. Es más fácil para mí ir a la guerra sin sentimientos”, dijo Oleksii a Pravda.
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Casey Taft, profesor de la escuela de medicina de la Universidad de Boston, lleva años escribiendo sobre la relación del amor, la intimidad y los sentimientos con las zonas de guerra. Él explica que la guerra obliga a los miembros del servicio a alejar los miedos, como reflejaba Skyrtach, y que entran en un modo de pensamiento de supervivencia que eleva la desconfianza hacia los demás y las relaciones sufren un trastorno.
“Cuando uno está expuesto al trauma de la zona de guerra y al trauma de combate, es más probable que asuma lo peor y asuma que las personas están tratando de hacerle daño, y es más probable que responda a eso con agresiones”, señaló Taft a la NPR.
Para los hombres y mujeres que luchan en la actual guerra en Ucrania, este modo de supervivencia está activo, y los combates han hecho que sufran una gran desconexión en su manera de relacionarse con otras personas. Un ejemplo es el de Vlad, un soldado que pelea en Kharkiv, quien ahora es incapaz de entablar conversaciones íntimas con las mujeres con las que sale.
“No tenía la energía para llevar una conversación más allá de ‘¿Cómo estás?’”, le dijo Vlad a The Washington Post.
Si bien hubo un periodo de emoción por la resistencia ucraniana que llevó al surgimiento de nuevas parejas —4.000 matrimonios en las primeras dos semanas de guerra y cerca de 52.000 en los primeros tres meses—, este se ha disipado, según Alexander Kolomiychuk, terapeuta sexual.
“Es un trauma real, y el trauma y el romance no van juntos. Cuando las personas luchan por sobrevivir, no piensan en intimidad, en el sexo, porque se trata de placer, de recreación. En la guerra no hay tiempo para el placer ni la recreación, dijo Kolomiychuk a The Post.
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Además, las parejas que surgieron durante la guerra son a menudo producto de la espontaneidad. Para el psicólogo Artem Osypian, de la división de Psicología Militar de la Asociación Nacional de Psicología de Ucrania, estos son lazos que tienen como base las expectativas románticas, pero que al reunir a personas que no tienen la oportunidad de conocerse puede que no terminen bien.
“Tales relaciones se forman con frecuencia a través del contexto mismo del romance militar, las expectativas y la tristeza. Pero cuando la relación entra en modo ‘rutinario’, cuando estás en la vida civil y te ves todos los días, no hay más expectativas románticas”, dice Artem.
Ahora quedan los rezagos de este “modo de supervivencia” que se activó y que, según Taft, es difícil de desactivar. El trabajo hecho con veteranos de guerras como la de Afganistán o Irak demuestran que, luego de los combates, el estrés que vivió el personal militar ha impactado en sus vínculos y en su comportamiento. Las tasas de divorcio del personal del Ejército de Estados Unidos, así como los casos de violencia en el hogar, han aumentado considerablemente desde 2003. Las mujeres soldados presentan una tasa más alta que la de los hombres.
El Ejército estadounidense, preocupado por los efectos del combate en sus soldados principales, ha tomado medidas para ayudar a reintegrar a su personal a la vida normal luego de los combates. Algunos efectivos se han tomado la tarea más personal. El teniente general William B. Caldwell IV, que se divorció de su pareja, empezó a entregarle a los soldados el libro “Los cinco lenguajes del amor”, el cual habla sobre las diferentes formas de las buenas formas de comunicación entre las parejas.
Si bien la guerra no ha terminado, los desafíos de la posguerra ya son claros. Ucrania tiene que pensar en cómo va a ayudar a los grupos de veteranos con estrés postraumático a volver a la vida corriente lejos de la carnicería vista en las trincheras, donde su intimidad y sus emociones fueron sacrificadas.
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