El breve motín en Rusia arroja luz sobre el poder de Vladimir Putin
El levantamiento indica que el control del poder de Putin es más débil que en cualquier momento desde que asumió el cargo hace más de dos décadas.
Peter Baker | The New York Times
Durante más de un año, funcionarios estadounidenses se han formulado, con discreción y a ellos mismos, una pregunta que no se atreven a plantear en público: ¿la invasión fallida de Ucrania por parte de Rusia podría al final conducir a la caída del presidente ruso, Vladimir Putin?
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Durante más de un año, funcionarios estadounidenses se han formulado, con discreción y a ellos mismos, una pregunta que no se atreven a plantear en público: ¿la invasión fallida de Ucrania por parte de Rusia podría al final conducir a la caída del presidente ruso, Vladimir Putin?
Durante algunas horas caóticas y que captaron la atención de muchos el fin de semana, la noción no parecía tan improbable. Sin embargo, incluso con el aparente final a la amenaza inmediata que representaba el ejército de mercenarios rebeldes de Yevgeny Prigozhin, el levantamiento breve indica que el control del poder de Putin es más débil que en cualquier momento desde que asumió el cargo hace más de dos décadas.
Los efectos del motín dejan al presidente estadounidense, Joe Biden, y a los legisladores de su país con oportunidad y peligro a la vez en el que quizá sea el momento más volátil desde los primeros días de la invasión de Ucrania. El desorden en Rusia podría conducir a una ruptura de su esfuerzo bélico justo cuando las fuerzas ucranianas están montando su tan esperada contraofensiva, pero los funcionarios en Washington seguían nerviosos por un Putin impredecible y con armas nucleares que se siente vulnerable.
Evelyn Farkas, directora ejecutiva del Instituto McCain para el Liderazgo Internacional y una exfuncionaria del Pentágono, opinó: “Para Estados Unidos, es una ventaja que los rusos estén distraídos y esto debilitará su esfuerzo militar en Ucrania y hará que sea menos probable que continúen instigando nuevos problemas en lugares como Siria. Lo que más nos importa es asegurarnos de que militares profesionales permanezcan en control de todas las instalaciones nucleares”.
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El enfrentamiento armado hacia Moscú, por breve que haya sido, representó la lucha por el poder en Rusia más dramática desde el fallido golpe de Estado de línea dura contra Mijaíl Gorbachov y la disputa de 1993 entre Boris Yeltsin y el Parlamento. Sin embargo, a diferencia de estos acontecimientos, Washington no tenía un favorito en la disputa. Prigozhin no es más amigo de Estados Unidos que Putin.
Biden respondió a la crisis al no responder, optó por la cautela en lugar de hablar, lo que correría el riesgo de darle a Putin municiones para afirmar que todo fue un complot extranjero, que suele ser la primera línea en el manual del Kremlin cada vez que surgen problemas internos. Biden postergó su partida a Campo David para convocar a una videoconferencia segura con los principales asesores en la Sala de Oficiales de la Casa Blanca (un cuarto improvisado mientras se renueva la Sala de Crisis verdadera) y también habló con los líderes del Reino Unido, Francia y Alemania.
Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional de Biden, canceló un viaje a Dinamarca que tenía como objetivo conseguir apoyo para Ucrania a fin de poder acompañar a Biden a Campo David y llevar a cabo la videorreunión planeada. Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, también canceló una visita a Israel y Jordania. Sin embargo, excepto por el refrendo del apoyo estadounidense a Ucrania, el gobierno se mantuvo en silencio y dejó que los acontecimientos se desarrollaran mientras los funcionarios estudiaban la inteligencia en búsqueda de información sobre lo que estaba pasando.
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El gobierno ha elaborado planes de contingencia para tal escenario durante mucho tiempo, pero el sábado tuvo dificultades como todos los demás para extraer información concreta de Rusia e interpretar lo que significaba, por lo que dependió mucho de las redes sociales y otras fuentes en línea como los activos de inteligencia tradicionales.
Los funcionarios estadounidenses estaban prestando atención especial al arsenal nuclear de Rusia, estaban nerviosos por la inestabilidad de un país con el poder de aniquilar a la mayor parte del planeta. Sin embargo, un alto funcionario del gobierno señaló que no se detectaron cambios en la disposición de las armas de Rusia y tampoco cambió la postura nuclear de Estados Unidos.
James Goldgeier, un profesor de Relaciones Internacionales en la American University y especialista en Rusia, relató: “Se mueve bastante rápido, por lo que es difícil saber dónde terminaremos, pero los dos grandes problemas para Estados Unidos son el comando y el control de las armas nucleares y las implicaciones para los esfuerzos de Ucrania de liberar más territorio”.
Andrea Kendall-Taylor, analista de inteligencia rusa desde hace mucho tiempo que ahora está en el Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense, puntualizó que Estados Unidos tiene una capacidad limitada para influir en los eventos allí y debería concentrarse en prevenir la violencia y el desorden generados por la situación.
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Agregó: “Washington debería evitar alimentar la paranoia profundamente arraigada dentro de Rusia de que Estados Unidos o la OTAN buscarán aprovechar el caos. Eso será importante para evitar una reacción exagerada de Moscú y a largo plazo si llega el momento de estabilizar las relaciones con alguna Rusia futura”.
De cualquier forma que lo miraran, los funcionarios estadounidenses vieron los hechos en el terreno como prueba de la posición erosionada de Putin.
La organización mercenaria Grupo Wagner, dirigida por Prigozhin, se había visto como la fuerza rusa más efectiva en el campo de batalla, pero, con su líder carismático rumbo a un aparente exilio en Bielorrusia y el hecho de que sus tropas al parecer serán absorbidas por el Ministerio de Defensa ruso, es posible que ya no sea más la unidad de combate feroz que hasta ahora ha sido.
Desafortunadamente para Ucrania, la rebelión de Prigozhin terminó antes de que las principales fuerzas rusas fueran retiradas del frente para proteger Moscú, según información estadounidense. Sin embargo, los funcionarios estadounidenses anticipan que la discordia alimentará las dudas que ya plagan a las tropas rusas sobre el objetivo de la guerra y la competencia de su liderazgo. Además, pocos creen que Prigozhin es una fuerza agotada que simplemente volverá a vender perros calientes, como lo hizo cuando era joven. Los funcionarios estadounidenses esperan que todavía tenga cartas para jugar.
De hecho, Kurt Volker, quien fue embajador ante la OTAN y enviado especial para Ucrania, dijo que la revuelta de Prigozhin marca el comienzo del fin de la guerra y la gestión de Putin, incluso con el acuerdo que acabó con el avance hacia Moscú.
Añadió: “No confíes en el retroceso. Esto es posicionamiento. Prigozhin quiere ser visto como un héroe para los rusos mientras busca más apoyo y hace exigencias. El Estado irá tras él y esa puede ser su excusa para defenderse ‘a regañadientes’”.
Como lo explicó Volker, habrá “todavía falta que sucedan más cosas”.
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