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Los restos de José Antonio Primo de Rivera, fundador del partido fascista español Falange, hasta ahora enterrados en un lugar prominente en el mausoleo de Francisco Franco, fueron trasladados a un cementerio civil de Madrid por orden del gobierno de izquierdas. De este modo, los restos de Primo de Rivera siguen el mismo camino que los del dictador, extraídos del Valle de los Caídos en octubre de 2019 y trasladados a un cementerio madrileño.
“Por fin, nuestras instituciones son fieles a la memoria de nuestro país y no a sus olvidos”, dijo Yolanda Díaz, vicepresidenta del gobierno de Pedro Sánchez, describiendo como “anomalía histórica” el mausoleo del Valle de los Caídos, construido a mayor gloria suya por Francisco Franco.
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Unos 200 falangistas tuvieron encontronazos con la Policía a las puertas del cementerio de San Isidro, donde esperaban la llegada de los restos de Primo de Rivera, ejecutado por republicanos a principios de la Guerra Civil, el 20 de noviembre de 1936. En dicho lugar reposan familiares del fascista español, además del dictador cubano Fulgencio Batista, una sobreviviente española del hundimiento del Titanic o la cantante Concha Piquer.
La exhumación de Primo de Rivera empezó con la retirada de la losa de granito de 3,5 toneladas que cubría la tumba. Dos vehículos funerarios entraron en el complejo monumental, no lejos de Madrid, hacia las 06H30 GMT, según imágenes difundidas por la televisión pública, y llegaron a San Isidro cinco horas más tarde, escoltados por las fuerzas de seguridad. “Estamos hartos de este Gobierno, que solo se dedica a desenterrar odios y enfrentar a los españoles”, dijo en un acto en Mallorca el líder del partido de extrema derecha Vox, Santiago Abascal.
Hijo del dictador Miguel Primo de Rivera, quien dirigió España de 1923 a 1930, el fundador de la Falange fue fusilado por los republicanos en noviembre de 1936, al comienzo de una contienda que arrancó con una rebelión militar contra el gobierno democrático, entre cuyos líderes estaba Franco. De inspiración fascista, el partido de la Falange fue uno de los pilares del régimen franquista, junto a la Iglesia católica y el Ejército.
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Esta exhumación, que se produce tres años y medio después de la de Franco, deriva de la entrada en vigor en octubre de la Ley de Memoria Democrática, que, entre otras cosas más, pretende convertir el antiguo mausoleo en un lugar de memoria sobre este período sombrío. La familia Primo de Rivera, que negoció las condiciones de la exhumación con el Gobierno, eligió la fecha, pues corresponde al aniversario 120 del nacimiento del fundador de la Falange.
La historia del Valle de los Caídos
Tras su llegada a la Presidencia en 2018, el socialista Pedro Sánchez se marcó como prioridad el resarcimiento de las víctimas de la Guerra Civil y la dictadura franquista (1939-1975). Igualmente, Sánchez hizo de la búsqueda de los desaparecidos republicanos de la Guerra Civil, muchos en fosas comunes, una “responsabilidad de Estado”.
Encargado por Franco en 1940 para celebrar su “gloriosa cruzada” católica contra los republicanos “sin Dios”, el Valle de los Caídos se encuentra a unos 50 kilómetros de Madrid. Rebautizado por el gobierno como Valle de Cuelgamuros, su construcción por parte de miles de prisioneros políticos se extendió durante casi 20 años.
Dominada por una cruz de 150 metros de altura, esta basílica es visible a decenas de kilómetros a la redonda. En nombre de una pretendida “reconciliación nacional”, Franco hizo trasladar los cuerpos de más de 30.000 víctimas de la Guerra Civil, franquistas pero también republicanos, sacados de cementerios y de fosas comunes sin informar a sus familias.
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Las divisiones que persisten en España tras la Guerra Civil
Los restos de las víctimas republicanas reclamadas por sus familias también deben ser exhumadas, pero el proceso se retrasó debido a una batalla judicial.
En noviembre, las autoridades españolas hicieron exhumar también los restos de un dirigente militar franquista, el general Queipo de Llano, de la basílica de la Macarena de Sevilla. A este general se le considera como responsable de miles de ejecuciones en el sur de España, ocurridas tras el levantamiento militar de 1936, entre ellas la del poeta Federico García Lorca.
La memoria sobre la Guerra Civil y la dictadura continúa dividiendo a España, donde nunca cerraron del todo las heridas del pasado y la derecha acusa a la izquierda de reabrirlas.
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