El debate eterno por la independencia de Escocia del Reino Unido
El alto tribunal británico prohibió celebrar un referéndum separatista, pero se sabe que ese no será el punto final.
Los intentos de Escocia por independizarse del Reino Unido son tan antiguos que se pueden remontar, al menos, hasta el siglo XIII. Por eso, para los parlamentarios británicos actuales el debate parece agobiante.
El miércoles 23 de noviembre, en un nuevo episodio de la batalla constitucional escocesa, el Tribunal Supremo del Reino Unido le dijo no a la nueva iniciativa secesionista del Partido Nacional Escocés (SNP por sus siglas en inglés).
La facultad de organizar una consulta de este tipo está “reservada” al Parlamento del Reino Unido y, por lo tanto, “el Parlamento escocés no tiene la capacidad de legislar sobre un referéndum de independencia”, afirmó Robert Reed, presidente de la Corte, al leer el fallo que en apenas seis semanas se alcanzó de forma unánime.
Nicola Sturgeon, primera ministra de Escocia y lideresa del SNP afirmó estar decepcionada, pero dijo que respetaba el fallo. Los escoceses no quieren que en su país ocurra un pleito similar al de Cataluña en España, donde se celebró un referéndum independentista aún en contravía de lo que había resuelto el tribunal supremo.
En contexto: La justicia británica les dijo no a las intenciones independentistas de Escocia
Así, es poco probable que suceda el referéndum independentista que los escoceses planeaban realizar el 19 de octubre de 2023 y donde se preguntaría “¿Debe Escocia ser un país independiente?”. Sin embargo, lo más seguro es que ese referéndum sí ocurra eventualmente. Previo al fallo de la Corte, el SNP afirmó que, ante una respuesta negativa, se haría la consulta en las próximas legislativas, previstas en 2024 o 2025.
En el contexto actual, el nuevo referéndum parece tener más posibilidades de ganar.
El debate posee un fuerte componente emocional e identitario: muchos escoceses ya no se sienten británicos. Pero no fue siempre así. De hecho, de acuerdo con el historiador Peter Hennessy, la independencia de Escocia sería como una “ruptura familiar”.
“Ruptura familiar”
Remontémonos a los años 50. Hasta ese entonces, los escoceses habían elegido gobiernos conservadores, pero ese partido perdió popularidad en ese país en la segunda mitad del siglo XX.
En las elecciones generales de 1951, el Partido Conservador volvió al poder por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. El primer ministro Winston Churchill renunció en 1955 y Anthony Eden, en un pacto con el Partido Unionista de Escocia, ganó el 50,1 % del voto escocés y 36 de los 71 escaños escoceses. Eden renunció en 1957 con su reputación opacada por la Crisis del canal del Suez y fue reemplazado por Harold Macmillan.
El lema de la campaña de Macmillan era que los británicos “nunca lo habían pasado tan bien”, lo que contrastaba con la experiencia de muchos en Escocia. Para entonces, los desempleados en Escocia eran más de 100.000 por primera vez desde el final de la guerra y la economía crecía a ritmo lento a comparación del resto del Reino Unido, algo que preocupó a los escoceses. En este período de posguerra la administración del país se hizo más centralizada y Escocia fue vista cada vez más como una “región” en lugar de un país distinto con sus propias tradiciones e instituciones. Sin embargo, los escoceses insistián en que eran un país distinto con necesidades económicas específicas y los informes económicos de la época les daban la razón.
Pero no solo era un asunto económico. En noviembre de 1959, los Estados Unidos dieron orden de construir una una nueva base de armas nucleares en suelo británico y en marzo de 1961, el gobierno del Reino Unido anunció que esta base se ubicaría en la base naval de Clyde en Faslane, Escocia. En la actualidad, el arsenal nuclear marino británico sigue allí. De acuerdo con el académico Gerry Hassan, autor del libro “Scotland Rising: The Case for Independence” [Levantamiento en Escocia: el litigio por la independencia], la presencia de ese arsenal nuclear en Escocia fue un argumento del movimiento juvenil por el desarme nuclear que tuvo más fuerza en esa región y se tradujo en mayor tensión entre Escocia y el gobierno central británico.
Al mismo tiempo, afirma Hassan, se desarrolló nuevo folcore e, incluso, un himno nacional alternativo en Escocia, factores que fortalecieron una nueva identidad nacional.
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El fenómeno se acentuó con la llegada de los gobiernos laboristas que no cumplieron, al menos para Escocia, su promesa de modernización y crecimiento económico, sino que devaluaron la moneda. Pasada la década de los 80, Margaret Thatcher había privatizado las industrias nacionales más importantes y, según Hassan, se desvaneció como nunca la idea de una Gran Bretaña como un todo y esto no cambió con el gobierno laborista de Tony Blair, quien tuvo que pactar con los conservadores para llegar al poder.
El desarrollo de este nacionalismo escocés explica el trino de Nicola Sturgeon, quien afirma que “Una ley que no permite que Escocia elija su propio futuro sin el consentimiento de Westminster evidencia que es un mito cualquier noción del Reino Unido como una asociación voluntaria”.
¿Es un asunto partidista?
Ahora bien, en las próximas elecciones parece probable que el Reino Unido escoja un primer ministro del Partido Laborista. El Partido Conservador, que lleva 12 años en el poder, se encuentra en su peor momento. La hegemonía de ese Partido ha sido una de las razones de tensión de Escocia con el Reino Unido. No solo los conservadores se han rehusado a admitir cualquier propuesta separatista de Escocia, sino que desde 1955 en Escocia no se ha votado por los también llamados Tories.
Ahora bien, Escocia fue víctima de una paradoja política. En 2014, el gobierno central de Londres, entonces en cabeza del conservador David Cameron, permitió un primer plebiscito sobre si Escocia podía o no permanecer en la Unión y el 55 % de los escoceses votó a favor de seguir en el Reino Unido. El principal argumento fue que la independencia dejaría a Escocia fuera de la Unión Europea. Dos años más tarde, en el referéndum sobre el Brexit, ganó el voto porque el Reino Unido saliera de la Unión Europea. En Escocia, el 62 % votó sin éxito por quedarse en la Unión Europea y fue precisamente por haber permanecido en el Reino Unido que Escocia acabó saliendo del órgano supranacional.
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De acuerdo con el portal Statista, la intención de voto por el actual partido de gobierno está en 24 % para noviembre de 2022, mientras que los laboristas gozan de un 50 %.
Las opiniones dentro del Partido Laborista frente a Escocia están divididas. Aunque algunas voces de ese partido han apoyado darle más poder a los escoceses, el actual líder del partido, Keir Starmer, ha endurecido su retórica frente al nacionalismo.
De acuerdo con el analista, abogado y estudioso del Reino Unido, Federico Freydell, “los laboristas no quieren ser el partido que dejó ir a Escocia porque eso los condenaría a perder eternamente”. Y es que Escocia tiene importancia geopolítica para el Reino Unido, pues históricamente ese ha sido el principal acceso a las aguas del Atlántico Norte. En otro momento, un gobierno de ese partido con más voluntad de diálogo hubiera servido para apagar el fuego, afirma Freydell, pero “ahora los escoceses van por la independencia o nada”.
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Los intentos de Escocia por independizarse del Reino Unido son tan antiguos que se pueden remontar, al menos, hasta el siglo XIII. Por eso, para los parlamentarios británicos actuales el debate parece agobiante.
El miércoles 23 de noviembre, en un nuevo episodio de la batalla constitucional escocesa, el Tribunal Supremo del Reino Unido le dijo no a la nueva iniciativa secesionista del Partido Nacional Escocés (SNP por sus siglas en inglés).
La facultad de organizar una consulta de este tipo está “reservada” al Parlamento del Reino Unido y, por lo tanto, “el Parlamento escocés no tiene la capacidad de legislar sobre un referéndum de independencia”, afirmó Robert Reed, presidente de la Corte, al leer el fallo que en apenas seis semanas se alcanzó de forma unánime.
Nicola Sturgeon, primera ministra de Escocia y lideresa del SNP afirmó estar decepcionada, pero dijo que respetaba el fallo. Los escoceses no quieren que en su país ocurra un pleito similar al de Cataluña en España, donde se celebró un referéndum independentista aún en contravía de lo que había resuelto el tribunal supremo.
En contexto: La justicia británica les dijo no a las intenciones independentistas de Escocia
Así, es poco probable que suceda el referéndum independentista que los escoceses planeaban realizar el 19 de octubre de 2023 y donde se preguntaría “¿Debe Escocia ser un país independiente?”. Sin embargo, lo más seguro es que ese referéndum sí ocurra eventualmente. Previo al fallo de la Corte, el SNP afirmó que, ante una respuesta negativa, se haría la consulta en las próximas legislativas, previstas en 2024 o 2025.
En el contexto actual, el nuevo referéndum parece tener más posibilidades de ganar.
El debate posee un fuerte componente emocional e identitario: muchos escoceses ya no se sienten británicos. Pero no fue siempre así. De hecho, de acuerdo con el historiador Peter Hennessy, la independencia de Escocia sería como una “ruptura familiar”.
“Ruptura familiar”
Remontémonos a los años 50. Hasta ese entonces, los escoceses habían elegido gobiernos conservadores, pero ese partido perdió popularidad en ese país en la segunda mitad del siglo XX.
En las elecciones generales de 1951, el Partido Conservador volvió al poder por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. El primer ministro Winston Churchill renunció en 1955 y Anthony Eden, en un pacto con el Partido Unionista de Escocia, ganó el 50,1 % del voto escocés y 36 de los 71 escaños escoceses. Eden renunció en 1957 con su reputación opacada por la Crisis del canal del Suez y fue reemplazado por Harold Macmillan.
El lema de la campaña de Macmillan era que los británicos “nunca lo habían pasado tan bien”, lo que contrastaba con la experiencia de muchos en Escocia. Para entonces, los desempleados en Escocia eran más de 100.000 por primera vez desde el final de la guerra y la economía crecía a ritmo lento a comparación del resto del Reino Unido, algo que preocupó a los escoceses. En este período de posguerra la administración del país se hizo más centralizada y Escocia fue vista cada vez más como una “región” en lugar de un país distinto con sus propias tradiciones e instituciones. Sin embargo, los escoceses insistián en que eran un país distinto con necesidades económicas específicas y los informes económicos de la época les daban la razón.
Pero no solo era un asunto económico. En noviembre de 1959, los Estados Unidos dieron orden de construir una una nueva base de armas nucleares en suelo británico y en marzo de 1961, el gobierno del Reino Unido anunció que esta base se ubicaría en la base naval de Clyde en Faslane, Escocia. En la actualidad, el arsenal nuclear marino británico sigue allí. De acuerdo con el académico Gerry Hassan, autor del libro “Scotland Rising: The Case for Independence” [Levantamiento en Escocia: el litigio por la independencia], la presencia de ese arsenal nuclear en Escocia fue un argumento del movimiento juvenil por el desarme nuclear que tuvo más fuerza en esa región y se tradujo en mayor tensión entre Escocia y el gobierno central británico.
Al mismo tiempo, afirma Hassan, se desarrolló nuevo folcore e, incluso, un himno nacional alternativo en Escocia, factores que fortalecieron una nueva identidad nacional.
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El fenómeno se acentuó con la llegada de los gobiernos laboristas que no cumplieron, al menos para Escocia, su promesa de modernización y crecimiento económico, sino que devaluaron la moneda. Pasada la década de los 80, Margaret Thatcher había privatizado las industrias nacionales más importantes y, según Hassan, se desvaneció como nunca la idea de una Gran Bretaña como un todo y esto no cambió con el gobierno laborista de Tony Blair, quien tuvo que pactar con los conservadores para llegar al poder.
El desarrollo de este nacionalismo escocés explica el trino de Nicola Sturgeon, quien afirma que “Una ley que no permite que Escocia elija su propio futuro sin el consentimiento de Westminster evidencia que es un mito cualquier noción del Reino Unido como una asociación voluntaria”.
¿Es un asunto partidista?
Ahora bien, en las próximas elecciones parece probable que el Reino Unido escoja un primer ministro del Partido Laborista. El Partido Conservador, que lleva 12 años en el poder, se encuentra en su peor momento. La hegemonía de ese Partido ha sido una de las razones de tensión de Escocia con el Reino Unido. No solo los conservadores se han rehusado a admitir cualquier propuesta separatista de Escocia, sino que desde 1955 en Escocia no se ha votado por los también llamados Tories.
Ahora bien, Escocia fue víctima de una paradoja política. En 2014, el gobierno central de Londres, entonces en cabeza del conservador David Cameron, permitió un primer plebiscito sobre si Escocia podía o no permanecer en la Unión y el 55 % de los escoceses votó a favor de seguir en el Reino Unido. El principal argumento fue que la independencia dejaría a Escocia fuera de la Unión Europea. Dos años más tarde, en el referéndum sobre el Brexit, ganó el voto porque el Reino Unido saliera de la Unión Europea. En Escocia, el 62 % votó sin éxito por quedarse en la Unión Europea y fue precisamente por haber permanecido en el Reino Unido que Escocia acabó saliendo del órgano supranacional.
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Las opiniones dentro del Partido Laborista frente a Escocia están divididas. Aunque algunas voces de ese partido han apoyado darle más poder a los escoceses, el actual líder del partido, Keir Starmer, ha endurecido su retórica frente al nacionalismo.
De acuerdo con el analista, abogado y estudioso del Reino Unido, Federico Freydell, “los laboristas no quieren ser el partido que dejó ir a Escocia porque eso los condenaría a perder eternamente”. Y es que Escocia tiene importancia geopolítica para el Reino Unido, pues históricamente ese ha sido el principal acceso a las aguas del Atlántico Norte. En otro momento, un gobierno de ese partido con más voluntad de diálogo hubiera servido para apagar el fuego, afirma Freydell, pero “ahora los escoceses van por la independencia o nada”.
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