El discurso de Putin o el despertar del fantasma de la aniquilación nuclear
Este martes, el presidente de Rusia anunció la suspensión temporal del tratado de desarme firmado en Praga hace 13 años. Aunque en la práctica no se venía cumpliendo al 100 %, las palabras del jefe del Kremlin no dejan de causar preocupación. Le contamos las perspectivas de los analistas sobre hasta dónde puede llegar la amenaza.
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Vladimir Putin pronunció el martes el discurso más importante que ha dado desde el inicio de la guerra en Ucrania, a puertas de que el próximo viernes se cumpla un año de la ofensiva de las tropas de Moscú contra su vecino, que hasta el momento deja al menos 7.000 civiles muertos y casi 13 millones de desplazados. El presidente ruso recordó los propósitos de la invasión: desnazificar a Ucrania, liberar a la población rusoparlante en la zona de frontera, entre otros.
Durante más de una hora, responsabilizó a Occidente de la persistencia de la guerra, advirtió a su público sobre el riesgo de desaparición en el que está la nación por la amenaza de Estados Unidos y compañía y agradeció a los soldados rusos por su heroísmo, así como a sus familias. Se regó en apuntes homófobos al denunciar la “degradación” moral en este lado del planeta y reafirmó su interés en estrechar lazos con Oriente.
La alocución sobre el estado de la nación se dio horas después de la visita sorpresa del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a Ucrania. Mientras que internamente, como dice el profesor Jesús Agreda Rudenko, el discurso fue una rendición de cuentas con un “parte de tranquilidad” y un llamado a la unidad alrededor de una cultura y un enemigo común, “para un público internacional efectivamente hay una respuesta directa a la visita de Biden”.
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El analista describe la situación como una estrategia de “toma y saca”: “Si el presidente norteamericano se compromete con Ucrania, Putin se compromete aún más con la guerra”, apunta. Mientras tanto, Kiev seguía recibiendo visitas: “He querido venir a para reiterar el apoyo total de Italia a Ucrania frente a la agresión rusa”, dijo la primera ministra Giorgia Meloni en una rueda de prensa conjunta con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Desde Moscú, el anuncio de Putin que sin duda más trascendencia causó fue el de la suspensión “temporal” del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas, conocido como Nuevo START, por sus siglas en inglés. Suscrito en Praga (República Checa) en 2010, entre Barack Obama y su homólogo ruso en ese momento, Dmitri Medvédev, trazaba objetivos de desarme y verificación entre las partes en lo que constituye el último acuerdo en la materia desde el fin de la Guerra Fría.
El pacto obliga a Moscú y Washington a tener un máximo de 1.550 ojivas nucleares desplegadas cada uno, lo que supone un recorte de cerca del 30 % respecto al límite fijado antes, en 2002. Después de varias dificultades durante la administración de Donald Trump, que veía desventajas para Estados Unidos con la prolongación del tratado, Biden lo prorrogó por cinco años, hasta el 2026, con el fin de hacer del mundo un “lugar más seguro”.
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Para el analista, sin embargo, el acuerdo de todas formas ya estaba suspendido. “Desde hace varios meses que Estados Unidos resaltaba la negativa rusa de facilitar la supervisión necesaria para verificar el cumplimiento. Eso de alguna manera hacía pensar que de facto estaba suspendido”, señala Agreda.
Por supuesto la pregunta que queda abierta es hasta dónde pueden llegar las amenazas nucleares de Rusia. Es preciso decir que no es la primera vez que Putin tienta con este asunto. Lo hizo en varias ocasiones durante el año pasado, lo que de hecho llevó al jefe de Naciones Unidas a advertir que el mundo está cada vez más cerca de la “aniquilación nuclear” en el marco de la reunión para revisar precisamente el Tratado de No Proliferación Nuclear.
En su momento, algunos analistas señalaron la baja probabilidad de que Putin usara ese tipo de armas, pues cualquier nación sería consciente de que emplearlas sería sinónimo de su propia destrucción, “pues otros Estados con capacidad nuclear actuarán con toda seguridad activando sus arsenales contra el primer agresor”, como escribió en este diario Farid Badrán Robayo, investigador doctoral de Uned, España.
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Sin embargo, una agresión de ese tipo tampoco está descartada, y menos en un contexto en el que Putin es visto globalmente como el líder de un ejército que ha sufrido reveses que seguramente no esperaba en el campo de batalla, mientras que Occidente sigue financiando y armando a una Ucrania que desde el comienzo sorprendió con su capacidad de resistencia. Un año después, el enfrentamiento parece estar lejos de un final.
“En términos prácticos”, dice Agreda sobre la suspensión del acuerdo, “no hay una obligación con lo que exige el tratado. Eso significa que podría haber un nuevo rearme nuclear”. En lado más amable, el analista señala que esta crisis, a su vez, “puede generar la posibilidad de un nuevo acuerdo mucho más amplio que involucre otros actores esenciales como, por ejemplo, Reino Unido y Francia”.
No obstante, el panorama no parece fácil en plena guerra y con la evidencia de que el compromiso con este tipo de tratados puede ser lanzado por la borda ya sea gradual o súbitamente. Entretanto, Rusia, heredera del arsenal de la Unión Soviética, tiene con qué asustar al mundo: de acuerdo con datos de investigadores europeos, cuenta hoy con 5.977 ojivas nucleares, de las cuales 1.549 están activas frente a las 1.420 que tiene Estados Unidos.
Esto lo pone a la cabeza de las nueve potencias con capacidad nuclear. Rusia supera en poder a Estados Unidos, China, Corea del Norte, Gran Bretaña, Francia, India, Pakistán e Israel. Moscú tiene también tiene 306 misiles intercontinentales capaces de portar ojivas nucleares. En su arsenal también hay cohetes hipersónicos, armas capaces de desplazarse a la velocidad del sonido y que son muy difíciles de rastrear y destruir.
Aunque luego del discurso de Putin la cancillería rusa dijo que el país seguirá respetando las limitaciones impuestas a su arsenal nuclear en el Nuevo START, el anuncio del mandatario sigue generando preocupación. Francia y Reino Unido le pidieron acciones responsables al Kremlin, mientras que Biden, que llegó a Polonia el martes, reafirmó que Estados Unidos y la OTAN seguirán apoyando a Ucrania sin flaquear.
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