El escándalo por la misteriosa riqueza de la reina de Inglaterra, explicado
El diario The Guardian recibió los 70 años de la reina Isabel II en el trono con una poderosa investigación. El reportaje del diario británico, publicado esta semana, apunta a que la monarca presionó al Parlamento para cambiar una legislación que la ayudó a ocultar su fortuna.
La riqueza de la Corona británica siempre ha sido un misterio. Lo que no se sabía era que la reina Isabel II habría presionado al Parlamento para ocultar su fortuna. Esto es lo que se sabe hasta ahora.
¿Cómo surgió el escándalo?
Luego de investigar unos memorandos que se encontraban en el Archivo Nacional, el diario The Guardian reportó que la reina Isabel de Windsor, a través de su abogado Matthew Farrer, presionó a funcionarios públicos en la década de 1970 para modificar una legislación que buscaba más transparencia en las empresas del gobierno. Gracias a esta legislación se iba a poder obtener información que no estaba disponible con anterioridad. Pero con los cambios que sugirió su equipo legal, la reina evitó “que sus participaciones accionarias fueran reveladas al público”.
“Tras la intervención de la Reina, el gobierno insertó una cláusula en la ley otorgándose a sí misma el poder de eximir a las empresas utilizadas por ‘jefes de estado’ de las nuevas medidas de transparencia”, informó The Guardian.
Ese cambio terminó por dar pie a la creación de una corporación fantasma en la que se ocultaron las inversiones privadas de la reina por casi cuatro décadas. Según Farrer, esta decisión se tomó porque consideraban cualquier revelación de inversión como “vergonzosa” y se quedarían atrapados en “controversias”.
¿Por qué es malo?
Porque la reina habría presionado al gobierno para beneficiar sus propios intereses financieros privados. Y esta no sería la única vez que la reina habría presionado al gobierno, según los documentos analizados por The Guardian.
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¿Cómo es que la reina presiona a los funcionarios públicos? ¿Tiene ese poder?
La reina no se mete en los asuntos del Parlamento británico. Y ese concepto es la base del sistema de Reino Unido: una monarquía constitucional. Pero la reina tiene un poder conocido como el “consentimiento de la reina” en el que se le proporciona una vista previa de un proyecto de ley y se le invita a aprobarlo.
Los documentos que encontró y analizó The Guardian muestran que la vista previa del proyecto permitió a la monarquía intervenir en una etapa temprana del proceso de redacción para presionar al gobierno para que cambiara la ley y favoreciera a la reina.
“Su mera existencia (la del poder del consentimiento) da a la monarca una sustancial influencia sobre los borradores de leyes que pueden afectarla”, le dijo Thomas Adams, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Oxford, al diario británico.
Se supone que este poder se aplica a dos categorías de leyes: los de prerrogativa real, que tienen la capacidad de declarar una guerra o conducen los asuntos exteriores, o las que afectan los ingresos y propiedades de la Corona británica. Si la reina no da su consentimiento, el proyecto de ley queda bloqueado.
Pero se conoce muy poco realmente sobre el alcance que ha tenido este poder, pues los intentos por comprenderlo han sido restringidos por el mismo gobierno. En 2015, una comisión parlamentaria recomendó tener más transparencia, pero no hubo cambios drásticos.
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¿Cómo se presionó al Parlamento?
Farrer, el abogado de la reina, intercedió ante el Departamento de Comercio para debatir el proyecto de ley que buscaba el gobierno de Edward Heath para evitar que los inversores acumularan en secreto sus participaciones en empresas que cotizaban en la bolsa. Y Farrer advirtió que “la divulgación de titularidad de las acciones de la Corona era potencialmente embarazosa, debido al riesgo de filtraciones”. Así, Farrer logró introducir una cláusula para eximir de las medidas de transparencia a las compañías usadas por los jefes de Estado.
El gobierno debió incluir la cláusula para que el proyecto no quedara bloqueado y avanzara, pues de todos modos necesitaba el consentimiento de la reina.
¿Qué tan rica es la Corona?
La verdadera riqueza de la reina no se ha revelado, y hay que tener en cuenta dos tipos de patrimonio que existen en la realeza: uno que tiene en cuenta los bienes de la Corona, y otro que tiene en cuenta los bienes privados. Se estima que está cerca de los US $480 millones, según una valoración del Sunday Rimes Rich List. Pero la riqueza personal de la familia, la que se refiere a los bienes privados, ha sido difícil de rastrear debido a exenciones que se aplican a la Corona. Gran parte de los ingresos de la reina provienen de los fideicomisos que componen la Colección Real, las Joyas de la Corona, así como una lista de propiedades. En cuanto a las propiedades privadas, joyas y colecciones arte, se estima que juntas tienen un valor de entre 3.500 y 5.500 millones de euros.
¿Qué ha dicho la Corona?
Un portavoz del Palacio de Buckingham señaló que la monarca no intentó bloquear la legislación, pero no ahondó en detalles.
¿Cómo ha respondido la gente?
No muy bien. Kevin Maguire, editor asociado de The Daily Mirror, escribió lo que refleja el sentimiento de miles de ciudadanos: que la reina tuvo un despiadado interés propio y pidió que la nación cambiara y no permitiera que Reino Unido tuviera otra reina.
“Legitimar la riqueza y la desigualdad no ganadas, defender lo indefendible, es el ADN de un sistema monárquico que atrinchera a unos pocos contra muchos”, escribió Maguire.
Le recomendamos: ¿Quién heredará la corona británica?
La riqueza de la Corona británica siempre ha sido un misterio. Lo que no se sabía era que la reina Isabel II habría presionado al Parlamento para ocultar su fortuna. Esto es lo que se sabe hasta ahora.
¿Cómo surgió el escándalo?
Luego de investigar unos memorandos que se encontraban en el Archivo Nacional, el diario The Guardian reportó que la reina Isabel de Windsor, a través de su abogado Matthew Farrer, presionó a funcionarios públicos en la década de 1970 para modificar una legislación que buscaba más transparencia en las empresas del gobierno. Gracias a esta legislación se iba a poder obtener información que no estaba disponible con anterioridad. Pero con los cambios que sugirió su equipo legal, la reina evitó “que sus participaciones accionarias fueran reveladas al público”.
“Tras la intervención de la Reina, el gobierno insertó una cláusula en la ley otorgándose a sí misma el poder de eximir a las empresas utilizadas por ‘jefes de estado’ de las nuevas medidas de transparencia”, informó The Guardian.
Ese cambio terminó por dar pie a la creación de una corporación fantasma en la que se ocultaron las inversiones privadas de la reina por casi cuatro décadas. Según Farrer, esta decisión se tomó porque consideraban cualquier revelación de inversión como “vergonzosa” y se quedarían atrapados en “controversias”.
¿Por qué es malo?
Porque la reina habría presionado al gobierno para beneficiar sus propios intereses financieros privados. Y esta no sería la única vez que la reina habría presionado al gobierno, según los documentos analizados por The Guardian.
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¿Cómo es que la reina presiona a los funcionarios públicos? ¿Tiene ese poder?
La reina no se mete en los asuntos del Parlamento británico. Y ese concepto es la base del sistema de Reino Unido: una monarquía constitucional. Pero la reina tiene un poder conocido como el “consentimiento de la reina” en el que se le proporciona una vista previa de un proyecto de ley y se le invita a aprobarlo.
Los documentos que encontró y analizó The Guardian muestran que la vista previa del proyecto permitió a la monarquía intervenir en una etapa temprana del proceso de redacción para presionar al gobierno para que cambiara la ley y favoreciera a la reina.
“Su mera existencia (la del poder del consentimiento) da a la monarca una sustancial influencia sobre los borradores de leyes que pueden afectarla”, le dijo Thomas Adams, profesor de Derecho Constitucional de la Universidad de Oxford, al diario británico.
Se supone que este poder se aplica a dos categorías de leyes: los de prerrogativa real, que tienen la capacidad de declarar una guerra o conducen los asuntos exteriores, o las que afectan los ingresos y propiedades de la Corona británica. Si la reina no da su consentimiento, el proyecto de ley queda bloqueado.
Pero se conoce muy poco realmente sobre el alcance que ha tenido este poder, pues los intentos por comprenderlo han sido restringidos por el mismo gobierno. En 2015, una comisión parlamentaria recomendó tener más transparencia, pero no hubo cambios drásticos.
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¿Cómo se presionó al Parlamento?
Farrer, el abogado de la reina, intercedió ante el Departamento de Comercio para debatir el proyecto de ley que buscaba el gobierno de Edward Heath para evitar que los inversores acumularan en secreto sus participaciones en empresas que cotizaban en la bolsa. Y Farrer advirtió que “la divulgación de titularidad de las acciones de la Corona era potencialmente embarazosa, debido al riesgo de filtraciones”. Así, Farrer logró introducir una cláusula para eximir de las medidas de transparencia a las compañías usadas por los jefes de Estado.
El gobierno debió incluir la cláusula para que el proyecto no quedara bloqueado y avanzara, pues de todos modos necesitaba el consentimiento de la reina.
¿Qué tan rica es la Corona?
La verdadera riqueza de la reina no se ha revelado, y hay que tener en cuenta dos tipos de patrimonio que existen en la realeza: uno que tiene en cuenta los bienes de la Corona, y otro que tiene en cuenta los bienes privados. Se estima que está cerca de los US $480 millones, según una valoración del Sunday Rimes Rich List. Pero la riqueza personal de la familia, la que se refiere a los bienes privados, ha sido difícil de rastrear debido a exenciones que se aplican a la Corona. Gran parte de los ingresos de la reina provienen de los fideicomisos que componen la Colección Real, las Joyas de la Corona, así como una lista de propiedades. En cuanto a las propiedades privadas, joyas y colecciones arte, se estima que juntas tienen un valor de entre 3.500 y 5.500 millones de euros.
¿Qué ha dicho la Corona?
Un portavoz del Palacio de Buckingham señaló que la monarca no intentó bloquear la legislación, pero no ahondó en detalles.
¿Cómo ha respondido la gente?
No muy bien. Kevin Maguire, editor asociado de The Daily Mirror, escribió lo que refleja el sentimiento de miles de ciudadanos: que la reina tuvo un despiadado interés propio y pidió que la nación cambiara y no permitiera que Reino Unido tuviera otra reina.
“Legitimar la riqueza y la desigualdad no ganadas, defender lo indefendible, es el ADN de un sistema monárquico que atrinchera a unos pocos contra muchos”, escribió Maguire.
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