El freno en Francia a la ultraderecha
La estrategia del frente anti-Le Pen, que impulsó el macronismo y la izquierda francesa ante la amenaza del Reagrupamiento Nacional, tendría éxito este domingo, según nuevas proyecciones. Sin embargo, la escena no deja de ser desafiante.
Camilo Gómez Forero
Empujados por una apuesta política de su presidente —que salió mucho peor de lo que él esperaba—, los franceses se enfrentan este domingo a dos caminos igual de tormentosos con la segunda vuelta de unas elecciones legislativas adelantadas. En el primer escenario, el partido ultraderechista Reagrupamiento Nacional (RN) se alzó el lunes con una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, obligando a una cohabitación del poder con el mandatario, Emmanuel Macron.
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Empujados por una apuesta política de su presidente —que salió mucho peor de lo que él esperaba—, los franceses se enfrentan este domingo a dos caminos igual de tormentosos con la segunda vuelta de unas elecciones legislativas adelantadas. En el primer escenario, el partido ultraderechista Reagrupamiento Nacional (RN) se alzó el lunes con una mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, obligando a una cohabitación del poder con el mandatario, Emmanuel Macron.
No sería la primera vez en la Quinta República francesa, que se inició en 1958, que algo así ocurre. En 1986, tras perder las legislativas, el expresidente de izquierda François Mitterrand tuvo que nombrar a Jacques Chirac, de la derecha, como primer ministro y compartir el poder con la oposición. Luego de otra derrota en 1993, Mitterrand se vio obligado a hacer lo mismo con Édouard Balladur. Y luego, en 1997, el presidente Chirac tuvo que nombrar a Lionel Jospin, después de la victoria de la izquierda en las legislativas. Cada cohabitación fue menos tortuosa que la anterior, pero igualmente difícil. ¿Qué significa, al final, compartir el poder?
Nos sería útil entrar en la onda futbolística —aprovechando el marco de la Eurocopa y que incluso la superestrella francesa, Kylian Mbappé, está en extremo pendiente del desenlace de las elecciones— para explicar cómo funciona esto. En Francia, el presidente actúa como el dueño del equipo de fútbol: es responsable de la visión general a largo plazo, toma las decisiones importantes y dicta la estrategia general. Además, es el encargado de elegir al nuevo director técnico, quien vendría a ser nuestro primer ministro.
El técnico es responsable de las operaciones del día a día, de la táctica y de la preparación general, así como de la interacción directa con los jugadores. El primer ministro tiene una función igual. Y así como un técnico elige quiénes son los jugadores que sirven para su planteamiento, el primer ministro escoge a su gabinete. Así, el dueño del equipo y el director técnico deben tener una comunicación fluida y compartir valores y objetivos para que todo funcione. Si hay un entendimiento entre ambos, hay una buena cohabitación y se trabaja por cumplir los deseos comunes. ¿Qué pasa si no? Lo obvio: el equipo no funcionará de la mejor manera.
Los pronósticos son que si el RN gana la mayoría absoluta y Macron se ve obligado a nombrar un primer ministro de este partido para evitar un bloqueo del Parlamento, la cohabitación será caótica. Los objetivos del presidente, con una visión claramente europeísta, no son compartidos por quien sería su director técnico: Jordan Bardella, el joven presidente del RN al que la líder ultraderechista, Marine Le Pen, le habla al oído. Aunque ellos dicen que no quieren pelear con el presidente, ya trazaron líneas rojas sobre temas críticos, como la migración —limitarían más el acceso a la nacionalidad—, la asistencia social —recortarían programas dirigidos a los pobres— y la guerra en Ucrania. Le Pen ha mostrado que la RN piensa dirigir la política exterior y el área de defensa nacional, en un desafío a una cohabitación pacífica con Macron.
“Tradicionalmente, se considera que el presidente tiene una prerrogativa particular sobre la política exterior, pero eso es más por la práctica sobre cómo se ha ejercido hasta ahora. La Constitución dice, de todos modos, que el primer ministro dirige la política de la nación. Por eso hay mucha incertidumbre. En el caso de Macron-Bardella, sería muy complicado por sus visiones tan diferentes. El partido de Le Pen ha sido muy hostil frente a la idea europea y preocupa su cercanía con Vladimir Putin. La posición de Macron es otra”, señaló el doctor en ciencia política de la Universidad París III y profesor de la U. del Rosario Yann Basset.
Pero puede que no lleguemos a esto. Nos queda el otro camino: eso sí, igual de tormentoso. Con el objetivo de detener la ola de extrema derecha, la izquierda francesa, reunida en la coalición Nuevo Frente Popular (NFP), y el oficialismo, reunido en la coalición Juntos por la República (Ensamble), hicieron un pacto de no agresión entre sí.
Estas elecciones buscan llenar los 577 escaños de la Asamblea Nacional. Para eso, las 577 circunscripciones en las que se divide el país votan por un diputado. En la primera vuelta, 76 candidatos lograron más del 50 % de los votos, por lo que ya se hicieron acreedores de sus escaños. Este domingo se buscan llenar las 501 vacantes. Lo que hicieron el NFP y Ensamble fue decirles a sus candidatos que terminaron en la tercera posición que se retiraran de la carrera, con el fin de que el segundo candidato, bien sea de la izquierda o el oficialismo, tenga mayor oportunidad de ganarle al candidato de la ultraderecha.
Esto se hizo ante un escenario difícil: de las 577 circunscripciones, RN fue el más votado en 297. Se necesitan 289 escaños para la mayoría absoluta, y RN ya consiguió 39 el pasado domingo, así que le faltan 250 para su objetivo. Sobre la estrategia, bautizada como el “cordón sanitario” o el “frente anti-Le Pen”, el diario Le Monde contabilizó 224 candidaturas retiradas hasta el martes, 134 procedentes de la izquierda y 82 del oficialismo, así como cuatro de RN. Esto reconfiguró el tablero de juego para el domingo, pasando de una segunda vuelta con 306 triangulares (elecciones entre tres candidatos) a solo 89, que igual es un número muy alto. Así, habrá un total de 409 duelos entre dos candidatos.
Según pronósticos y encuestas, la estrategia para detener la mayoría absoluta de RN tendría éxito, al menos sobre el papel. Cabe destacar que, así los partidos se comprometieran entre sí, los votantes pueden elegir por su cuenta otra cosa, y el votante se encuentra muy lastimado por las promesas rotas de Macron.
Si, de todas maneras, la estrategia tiene éxito, no son buenas noticias para nadie. Si no hay mayoría absoluta —la izquierda, que tiene hoy 31 escaños, tampoco la lograría—, el oficialismo tendría que apoyar a un primer ministro propuesto por el NFP, y el nombre que resuena allí, el de Jean-Luc Mélenchon, es rechazado por muchos en el centro de Ensamble, como Édouard Philippe, quien fue el “técnico” de Macron hasta 2020. Ahora es uno de sus principales rivales.
Bassett señala que el macronismo y la izquierda no han dado muestras de querer un gobierno juntos, por lo que el primero buscaría más alianzas individuales con la izquierda o con la derecha clásica. Así, este escenario nos conduce a un gobierno técnico, que no se ha visto en Francia, y que también sería “una alianza difícil, con mínimos entendimientos y con una figura alejada de los partidos que pueda convenir con todos. Además, sería un gobierno mucho más frágil, pues estaría conformado de muchas fuerzas para sostenerse”, según el profesor. “Es posible que eso desemboque en una asamblea que vuelva a ser disuelta antes del término”, remata.
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