El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, realizó su primera visita a Kiev desde que empezó la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022. Ante unos periodistas, y en medio de una conferencia de prensa conjunta con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, el jefe de la Alianza Atlántica afirmó: “Permítanme ser claro: el lugar que le corresponde a Ucrania está en la familia euroatlántica. El lugar que le corresponde a Ucrania está en la OTAN. Con el tiempo, nuestro apoyo lo ayudará a que esto sea posible”.
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El funcionario reafirmó el apoyo al país europeo y aprovechó para recordar que los aliados de la OTAN han entrenado a decenas de miles de tropas ucranianas y han proporcionado 65.000 millones de euros (US$71.310 millones) solo en ayuda militar. “La OTAN está con ustedes hoy, mañana y durante el tiempo que sea necesario”, declaró Stoltenberg, antes de invitar a Zelenski a la cumbre de la OTAN en Vilnius, Lituania, prevista para julio.
En medio del debate, Zelenski dijo que la OTAN debe invitar a Ucrania a convertirse en miembro y darle un plazo para la adhesión. En ese sentido, comentó que la reunión en Vilnius podría convertirse en “histórica”. “Estoy agradecido por la invitación para visitar la cumbre, pero también es importante que Ucrania reciba la invitación correspondiente”, dijo a los periodistas, según informó Reuters. “No hay una sola barrera objetiva para la decisión política de invitar a Ucrania a la alianza y ahora, cuando la mayoría de las personas en los países de la OTAN y la mayoría de los ucranianos apoyan la adhesión a la OTAN, es el momento de tomar las decisiones correspondientes”.
Pertenecer a la OTAN, una vieja petición de Kiev
En 2008 fue cuando Ucrania anunció por primera vez su aspiración a una membresía en la Alianza Atlántica. La cercanía de Ucrania con Occidente, sobre todo en términos militares, ha sido vista desde Moscú como una amenaza para la seguridad de Rusia y la “estabilidad” de las condiciones pactadas al término de la Guerra Fría, y es uno de los factores detrás de la escalada de las tensiones entre ellos.
En 2021, los ejercicios militares entre Ucrania y la OTAN, en el marco de un acuerdo alcanzado en 2019 por los cancilleres de los miembros de la Alianza, con el fin de apoyar a Ucrania frente a las amenazas rusas, fue leído por el Kremlin como una provocación. Sin embargo, dichos ejercicios fueron la respuesta a maniobras desarrolladas en conjunto entre Rusia y Bielorrusia (vecino de Ucrania), en septiembre de ese año y que fueron vistas como una amenaza.
En los meses siguientes, la preocupación de Occidente creció, con el despliegue de más de 100.000 tropas rusas en la frontera con Ucrania, mientras Rusia hacía sus exigencias de seguridad, entre las cuales estaba el “tatequieto” a la influencia de la OTAN en Europa del Este.
En medio de la más reciente guerra, la Alianza ha querido ampliarse, a través de Finlandia y Suecia. Lo de Helsinki es casi un hecho: Turquía, que era el único miembro que faltaba en dar su visto bueno, le dio luz verde a la adhesión en marzo pasado, algo que se hará oficial en la cumbre de julio. Con ello, en medio de una frontera de 1.340 km con Rusia, Finlandia abandonaría su neutralidad y se convertiría en el séptimo país de la OTAN con presencia en el Mar Báltico, aislando aún más el acceso costero de Rusia en San Petersburgo y en su pequeño enclave de Kaliningrado.
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