El papa Francisco viaja a Francia, esperando alertar sobre la crisis migratoria
El papa Francisco viaja hacia Marsella, Francia, para hablar por los migrantes que llegan a terreno europeo. Las ONG esperan que el mensaje del papa resuene más fuerte que sus advertencias, pues Europa se encuentra en un debate sobre la acogida de refugiados.
El papa Francisco viaja este viernes a Marsella (sureste de Francia) para alertar del drama que viven los migrantes en el Mediterráneo, en pleno debate en Europa sobre la acogida de refugiados. Desde Venezuela a Centroamérica y México, pasando por Estados Unidos, África y Oriente Medio, los migrantes son una prioridad para el pontífice, que suele expresar el dolor por las tragedias que sufren.
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“Esperamos palabras muy fuertes” del papa y que su “voz (...) pese mucho más que la nuestra”, desearon François Thomas y Sophie Beau, responsables de la oenegé marsellesa SOS Méditerránée, que rescata migrantes en el mar con su barco “Ocean Viking”.
La ruta del Mediterráneo, que Francisco calificó en agosto de “cementerio”, está considerada como la más peligrosa del mundo. Más de 28.000 migrantes han desaparecido en sus aguas desde 2014 al querer alcanzar Europa desde África, según la OIM.
El jesuita de 86 años rendirá homenaje a estos migrantes muertos en el mar ante un memorial próximo a la basílica de Notre Dame de la Garde (Nuestra Señora de la Guarda, en español), en uno de los momentos más esperados de su viaje.
“Hay sufrimiento”
Tras una plegaria en la basílica, conocida como la “Buena Madre”, se recogerá hacia las 18H00 (16H00 GMT) ante el memorial con vistas a un mar Mediterráneo que ya contempló en pasadas visitas para pedir la acogida de migrantes.
Desde un campo de refugiados en Lesbos, isla griega emblema de la crisis migratoria, denunció por ejemplo a finales de 2021 el “naufragio de la civilización” que abandona a estas personas que huyen de sus países.
Pero, en una Europa donde la acogida divide y enfrenta a gobiernos, la ultraderecha y la derecha conservadora, que advierten de una supuesta “invasión” migratoria, critican que el pontífice hable tanto de los migrantes.
“No viene para culpabilizar o decir a los Estados lo que deben hacer. Les dice: sean responsables, hay sufrimiento”, dijo antes del viaje el obispo de Ajaccio (sureste de Francia), François Bustillo.
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Su visita coincide con la llegada de miles de migrantes días atrás a la isla de Lampedusa, que obligó a la Unión Europea (UE) a adoptar un plan para ayudar a Italia a gestionar esta ruta migratoria procedente del norte de África.
Boubacar (pseudónimo), que llegó a Marsella hace diez días, recuerda las dificultades que tuvo que atravesar antes de desembarcar en Lampedusa: “Pasamos 24 horas en el mar sin comer, sin beber, sin hacer nuestras necesidades”. Y, ahora, este adolescente guineano vive en la calle, junto a una treintena de menores no acompañados.
Bajo un cielo azul parcialmente nublado, la segunda ciudad de Francia comenzó a engalanarse con los colores del Vaticano. Francisco ya advirtió que su viaje no es una visita oficial a Francia, sino que busca clausurar un encuentro entre obispos y jóvenes del Mediterráneo, con las desigualdades, el diálogo interreligioso o el cambio climático en la agenda.
“Habemus papam”
“Tenemos mucho en común con los demás, pero no lo sabemos”, dice a la AFP Joseph Achji, un cristiano sirio de 25 años participante en este encuentro y que dice estar “realmente emocionado” de ver al pontífice.
La primera ministra francesa, Élisabeth Borne, será la encargada de acoger a las 16H15 (14H15 GMT) en el aeropuerto de Marsella a un sumo pontífice de delicada salud, que reconoció días atrás que le cuesta viajar ahora más que antes.
Su 44º viaje apostólico al extranjero y el primero de un papa a Marsella desde 1533 suscita un gran interés pese al declive del catolicismo en Francia, país laico desde 1905 y donde las acusaciones de abusos sexuales en el seno de la Iglesia aceleraron la crisis.
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“Habemus papam”, tituló este viernes el diario regional La Provence. “Les saludo, migrantes”, llevaba por su parte en portada el diario de tirada nacional Libération.
Se esperan miles de fieles en las calles de esta ciudad cosmopolita, donde vive un gran abanico de comunidades y religiones, especialmente el sábado, cuando está prevista una misa ante casi 60.000 personas en el estadio Velódromo.
Jorge Bergoglio recorrerá primero la gran avenida del Prado en su “papamóvil” para que la multitud pueda saludarlo, antes de la ceremonia en el estadio a la que asistirá el presidente francés, Emmanuel Macron.
Su presencia desató críticas de la oposición de izquierdas, que considera que Macron “pisotea” la neutralidad religiosa. El papa y el mandatario también tienen previsto conversar en privado el sábado.
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El papa Francisco viaja este viernes a Marsella (sureste de Francia) para alertar del drama que viven los migrantes en el Mediterráneo, en pleno debate en Europa sobre la acogida de refugiados. Desde Venezuela a Centroamérica y México, pasando por Estados Unidos, África y Oriente Medio, los migrantes son una prioridad para el pontífice, que suele expresar el dolor por las tragedias que sufren.
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La ruta del Mediterráneo, que Francisco calificó en agosto de “cementerio”, está considerada como la más peligrosa del mundo. Más de 28.000 migrantes han desaparecido en sus aguas desde 2014 al querer alcanzar Europa desde África, según la OIM.
El jesuita de 86 años rendirá homenaje a estos migrantes muertos en el mar ante un memorial próximo a la basílica de Notre Dame de la Garde (Nuestra Señora de la Guarda, en español), en uno de los momentos más esperados de su viaje.
“Hay sufrimiento”
Tras una plegaria en la basílica, conocida como la “Buena Madre”, se recogerá hacia las 18H00 (16H00 GMT) ante el memorial con vistas a un mar Mediterráneo que ya contempló en pasadas visitas para pedir la acogida de migrantes.
Desde un campo de refugiados en Lesbos, isla griega emblema de la crisis migratoria, denunció por ejemplo a finales de 2021 el “naufragio de la civilización” que abandona a estas personas que huyen de sus países.
Pero, en una Europa donde la acogida divide y enfrenta a gobiernos, la ultraderecha y la derecha conservadora, que advierten de una supuesta “invasión” migratoria, critican que el pontífice hable tanto de los migrantes.
“No viene para culpabilizar o decir a los Estados lo que deben hacer. Les dice: sean responsables, hay sufrimiento”, dijo antes del viaje el obispo de Ajaccio (sureste de Francia), François Bustillo.
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Su visita coincide con la llegada de miles de migrantes días atrás a la isla de Lampedusa, que obligó a la Unión Europea (UE) a adoptar un plan para ayudar a Italia a gestionar esta ruta migratoria procedente del norte de África.
Boubacar (pseudónimo), que llegó a Marsella hace diez días, recuerda las dificultades que tuvo que atravesar antes de desembarcar en Lampedusa: “Pasamos 24 horas en el mar sin comer, sin beber, sin hacer nuestras necesidades”. Y, ahora, este adolescente guineano vive en la calle, junto a una treintena de menores no acompañados.
Bajo un cielo azul parcialmente nublado, la segunda ciudad de Francia comenzó a engalanarse con los colores del Vaticano. Francisco ya advirtió que su viaje no es una visita oficial a Francia, sino que busca clausurar un encuentro entre obispos y jóvenes del Mediterráneo, con las desigualdades, el diálogo interreligioso o el cambio climático en la agenda.
“Habemus papam”
“Tenemos mucho en común con los demás, pero no lo sabemos”, dice a la AFP Joseph Achji, un cristiano sirio de 25 años participante en este encuentro y que dice estar “realmente emocionado” de ver al pontífice.
La primera ministra francesa, Élisabeth Borne, será la encargada de acoger a las 16H15 (14H15 GMT) en el aeropuerto de Marsella a un sumo pontífice de delicada salud, que reconoció días atrás que le cuesta viajar ahora más que antes.
Su 44º viaje apostólico al extranjero y el primero de un papa a Marsella desde 1533 suscita un gran interés pese al declive del catolicismo en Francia, país laico desde 1905 y donde las acusaciones de abusos sexuales en el seno de la Iglesia aceleraron la crisis.
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Se esperan miles de fieles en las calles de esta ciudad cosmopolita, donde vive un gran abanico de comunidades y religiones, especialmente el sábado, cuando está prevista una misa ante casi 60.000 personas en el estadio Velódromo.
Jorge Bergoglio recorrerá primero la gran avenida del Prado en su “papamóvil” para que la multitud pueda saludarlo, antes de la ceremonia en el estadio a la que asistirá el presidente francés, Emmanuel Macron.
Su presencia desató críticas de la oposición de izquierdas, que considera que Macron “pisotea” la neutralidad religiosa. El papa y el mandatario también tienen previsto conversar en privado el sábado.
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