El poder de un pincel y un chelo en manos de un rey
El rey Carlos III fue coronado hoy en la Abadía de Westminster. Durante su vida y carrera como príncipe de Gales se dedicó a fomentar las artes y la cultura, partiendo de su profundo amor por este campo.
Andrea Jaramillo Caro
Montañas y árboles en diferentes tonos de verde, cielos azules y en ocasiones grises, con casas o fincas al mejor estilo de Downton Abbey son los paisajes que saltan a la vista de la mano de Arthur George Carrick. El artista amateur exhibió sus acuarelas en 1987, luego de haberlas presentado para la consideración de un jurado que año tras año rechazaba a miles de aplicantes. La convocatoria que Carrick ganó entre 12.550 aplicantes fue la de la Exhibición de Verano, que se realiza en la Royal Academy de Londres.
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Montañas y árboles en diferentes tonos de verde, cielos azules y en ocasiones grises, con casas o fincas al mejor estilo de Downton Abbey son los paisajes que saltan a la vista de la mano de Arthur George Carrick. El artista amateur exhibió sus acuarelas en 1987, luego de haberlas presentado para la consideración de un jurado que año tras año rechazaba a miles de aplicantes. La convocatoria que Carrick ganó entre 12.550 aplicantes fue la de la Exhibición de Verano, que se realiza en la Royal Academy de Londres.
Esa acuarela, que colgó de los muros de la institución y presentaba un paisaje con casas de campo y algunos árboles, fue la elegida por los curadores de esa edición. Sin embargo, desconocían que la mano que había creado su obra predilecta entre las demás fue la del nuevo rey del Reino Unido, Carlos III. Durante años asumió el pseudónimo de Arthur George Carrick, haciendo alusión a su tercer y cuarto nombres. Su pseudónimo lo tomó de su nombre de nacimiento: Charles Philip Arthur George y el apellido lo tomó prestado de uno de sus títulos, el conde de Carrick.
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“Me dediqué a la pintura por completo porque encontré la fotografía menos que satisfactoria. En pocas palabras, experimenté una necesidad abrumadora de expresar lo que veía a través de la acuarela y transmitir esa sensación de textura casi ‘interior’, que es imposible de lograr a través de la fotografía”, explicó el rey en 2018. Desde que en su infancia recorría con sus juguetes las salas del Palacio de Buckingham y en la sala de baile de la reina encontró el retrato de su antecesor, Carlos I, quedó encantado por la figura de su ancestro, algo que influyó en su futura pasión por la cultura.
No es un secreto que el primer monarca en 70 años siente una pasión inconmensurable por las artes y, en particular, por el medio de las acuarelas, que lo han llevado a exhibir sus obras en varias ocasiones y que ha vendido para recaudar fondos para diferentes obras caritativas y causas que defiende. Esto lo convirtió, a los ojos de muchos, en el rey más adepto a las artes que ha tenido el Reino Unido en generaciones.
Imaginarse a un joven príncipe de Gales sentado en medio de la naturaleza, armado con su paleta de acuarelas, pinceles y un papel en blanco, dista mucho del hombre que hoy fue coronado en la Abadía de Westminster. Su faceta como hombre de las artes y eterno apasionado de la cultura es bien conocida, aunque su imagen pública se ha visto manchada por diferentes escándalos a lo largo de su vida.
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Detrás del príncipe de Gales, cuya imagen y popularidad ha oscilado entre la desaprobación y la aprobación por el cubrimiento en los tabloides de su relación con su madre, su matrimonio con Diana Spencer y luego con Camilla Parker-Bowles, está el hombre que solía tocar el cello y que, de acuerdo con The Telegraph, tiene un alto interés en la música sacra y en fomentar el conocimiento de las obras del compositor Sir Hubert Parry.
En 2019, Carlos III mandó llamar al compositor Andrew Lloyd Webber, motivado por una gran preocupación: “El hecho de que no había suficiente acceso para que los jóvenes fueran y aprendieran a tocar el órgano de la iglesia”, le dijo el compositor al Washington Post en 2021. Así fue que el entonces príncipe de Gales inauguró el primer Día Internacional del Órgano en 2021, recordando la importancia de este instrumento al que Mozart se refirió como el “rey de los instrumentos” y, “por lo tanto, es adecuado que sea el único instrumento que tenga un Colegio Real dedicado a su avance”, dijo el entonces príncipe.
Su preocupación por cuestiones culturales va más allá de los órganos y la música sacra, el rey Carlos III ha dedicado su vida a ser un patrón y mecenas de las artes y la cultura. Como presidente o miembro de la junta de instituciones como la Royal Opera House, el Royal Ballet, el Birmingham Royal Ballet, la Orquesta Nacional de Gales de la BBC, el nuevo rey durante años abogó por la formación de jóvenes en las artes, cosa que ha hecho a través de su fundación, que ha financiado a la School for Traditional Arts durante años. Esta escuela se encarga de mantener vivas artes como la fabricación de vidrieras, marquetería, iconografía, frescos y talla.
La pasión por las artes, la música y la literatura corre por sus venas. Es heredero de una tradición de coleccionismo que se remonta a los reyes de antaño, por ejemplo, hay indicios que apuntan a que Carlos I fue uno de los dueños que tuvo en su poder el Salvator Mundi, atribuido a Leonardo da Vinci, que se conoce como la obra más cara jamás vendida.
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Durante su juventud la pasión de Carlos III no hizo sino aumentar. Su paso por el internado de Gordonstoun le permitió sostener largas conversaciones sobre filosofía y literatura. En esa época escolar el entonces príncipe interpretó a Macbeth en una obra escolar y se impregnó del concepto destino cuando las diosas fatídicas le anunciaron al personaje de la obra que debía asesinar a su rey, el rey Duncan, y tomar la corona de Escocia, apoyado, motivado y casi que impulsado por su esposa, Lady Macbeth.
Shakespeare se mantuvo presente como un ángel guardián y lo ha acompañado a enfrentar momentos claves de su vida, como la muerte de su madre, la reina Isabel II. “Que vuelos de ángeles te canten para tu descanso”, le dijo Horacio al príncipe Hamlet mientras este agonizaba en el quinto acto de la obra de Shakespeare Hamlet. Fueron estas mismas palabras las que el nuevo rey pronunció en un discurso en homenaje a su madre. Más allá de la cita del dramaturgo inglés, la literatura ha sido una constante en la vida de Carlos III. Los nombres de Charles Dickens y Chesterton acompañaron a Shakespeare en la larga lista de lecturas del rey, que también incluye a Platón, Aristóteles y Sócrates.
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El monarca fue el primero en la historia en obtener un título universitario, que recibió de su alma máter la Universidad de Cambridge. Se graduó de artes, y su educación y formación también han influido en su inclinación por la arquitectura, y considera que los arquitectos deben producir algo bello visualmente y a la vez útil. “Preocuparse por la forma en que vive la gente, sobre el entorno en el que habitan y el tipo de comunidad que crea ese entorno seguramente debería ser uno de los requisitos principales de un arquitecto realmente bueno”.
La forma en la que viven las personas también ha marcado su trabajo y su preocupación por temas ambientales y de preservación de las culturas, esto lo dejó claro cuando fue coronado como el primer príncipe de Gales desde 1911, en 1969, y su discurso televisado a 50 millones de personas lo dio en galés.
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El nuevo rey del Reino Unido, a sus 74 años, recibe un trono que durante las siete décadas que su madre lo ocupó no estuvo tan cercano a las artes y la cultura. La ilusión de que la tendencia cambie con el reinado de Carlos III está fundamentada en una vida entera dedicada a formarse en diversos campos culturales y acompañar la formación de otros interesados.