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La reina Isabel II se fue apagando en los últimos meses. Aunque seguía haciendo alarde de la vitalidad y el entusiasmo que la convirtieron en la reina de los récords –70 años en el trono, 96 años de edad, cerca de 100 visitas de Estado, le dio la vuelta al mundo 42 veces–, su salud se deterioró. Este jueves, la monarca más longeva en la historia de Inglaterra murió, dejando un legado que será difícil de igualar. Hace apenas unos días, la reina recibió en el castillo escocés de Balmoral a Liz Truss, la nueva primera ministra que reemplazó a Boris Johnson. Durante su mandato la reina vio pasar a 15 primeros ministros, 7 papas (cuando fue coronada como soberana aún vivía Pío XII) y 14 presidentes de Estados Unidos (paseó con Dwight D. Eisenhower, bailó con Gerald Ford y brindó con Barack Obama).
“Para toda la vida, y con todo mi corazón, me esforzaré en ser digna de vuestra confianza”, afirmó la reina Isabel II durante su coronación en 1953. ¿Lo consiguió? El último sondeo de la prensa inglesa reveló que, aunque la monarquía como institución ya no tiene el mismo respaldo, el 76 % de los británicos seguían respaldando a su reina. Explican los británicos que siguen creyendo en el valor histórico y simbólico de la “firma” (como popularmente se conoce a la familia real), aunque el apoyo disminuye entre los jóvenes y en Escocia, en donde el respaldo real está en mínimos históricos, según una encuesta de British Future.
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Y es que si bien está en entredicho el futuro de la corona, lo que muchos analistas temen es que el deceso de Isabel II avive el fuego independentista de Escocia, que no se ha sentido representada por la corona.
El rol político de la monarca siempre fue muy limitado. Como jefa de Estado fue la encargada de nombrar al líder del Gobierno; un acto protocolario, pues el elegido tenía que contar antes con el apoyo de la Cámara de los Comunes. Otra de sus tareas fue dar inicio a cada nueva legislatura del Parlamento y firmar cada legislación que se aprobaba. Harold MacMillan, primer ministro de 1957 a 1963, contó que le molestaba que la trataran como a una estrella de cine. “Le encanta su deber de reina y está decidida a ejercerlo”.
Cuando ascendió al trono en 1952, con 25 años, Winston Churchill era primer ministro y la economía británica comenzaba a despegar tras la devastación de la II Guerra Mundial, India acababa de conseguir su independencia y el Reino Unido todavía gobernaba en partes de Asia y África.
Desde entonces se convirtió en un símbolo de estabilidad que pasó a través de la desintegración del imperio, la Guerra Fría, los cambios sociales de la posguerra, los felices años 1960, la llegada de la era digital y la complicada salida británica de la Unión Europea, que tiene al país en una complicada situación económica.
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Los historiadores señalan que ella asumió con total profesionalismo la transformación de la corona, a pesar de la difícil relación con varios primeros ministros. Margaret Thatcher decía que esas visitas al castillo de Balmoral, en Escocia sólo interrumpían su trabajo; Tony Blair consideraba que la monarquía era una institución anticuada y solía burlarse de ella.
Con Theresa May hubo gran sintonía: según los reportes, construyeron una fuerte relación durante los tres años que la primera ministra estuvo en el cargo. Pero llegó Boris Johnson, quien tuvo uno de los mandatos más cortos y turbulentos: brexit, covid-19, disputas constitucionales en el Parlamento y fiestas en vísperas de la muerte del esposo de la reina, Felipe.
En el seno de su familia, Isabel II vio sus esfuerzos esfumarse. Luego de la turbulenta vida de sus hijos Carlos y Andrés, su majestad intentó modernizarse. El matrimonio entre Meghan Markle, estadunidense, divorciada y exactriz y el príncipe Harry fue muestra de progresismo. Pero Markle acusó a la reina de racista y echó por tierra los últimos intentos de la reina por mejorar la imagen de la institución.
A esa inestabilidad en el círculo íntimo se suma un país dividido ideológicamente por cuenta del brexit y la falta de liderazgo: el Reino Unido que una vez fue potencia hoy no encuentra su lugar en el mundo. “Las relaciones con la Unión Europea tampoco atraviesan por su mejor momento, el protocolo de Irlanda del Norte sigue generando fricciones y Escocia se aproxima a un nuevo referendo de independencia. Y todo en un contexto internacional de crisis energética, inflación desbocada y rumores de recesión”, explica Álvaro Merino, de la revista El Orden Mundial.
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Desde Alemania y Canadá le reconocen otro papel. La reina Isabel II “siempre será importante de la historia del país”, dijo el primer ministro canadiense, Justin Trudeau. La reina Isabel simbolizó la “reconciliación” con Alemania, ayudando a “curar las heridas” de la II Guerra Mundial, dijo el jefe de Estado alemán Frank-Walter Steinmeier. Por su parte, - El rey Felipe VI de España afirmó que Isabel II “ha escrito y ha dado forma a muchos de los capítulos más relevantes de la historia de las últimas décadas”.