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La Operación Enigma, de la Dirección Nacional de Inteligencia Colombiana, comenzó hace dos años, cuando detectaron movimientos inusuales de personal en la Embajada de Rusia en Bogotá. De acuerdo con investigadores nacionales, la representación diplomática del gobierno de Vladimir Putin comenzó a crecer y pasó de tener 11 personas a 41, algo que levantó sospechas.
Las dudas sobre las labores que desarrollaban algunos ciudadanos rusos adscritos a la embajada crecieron cuando se conoció que dos de ellos intentaban crear una red de informantes en sectores claves colombianos. De acuerdo con la investigación, “los supuestos diplomáticos buscaban obtener información de inteligencia militar, tecnología, infraestructura y economía, para lo que pagaban altas sumas de dinero a colombianos”.
Sin embargo, aclaran fuentes entrevistadas por varios medios de comunicación colombianos, que los espías rusos no lograron llevarse mayor información. “Los rusos estaban en un proceso de reclutamiento de fuentes en Bogotá y Cali, querían tener información privilegiada sobre la explotación de recursos minerales”, señaló una fuente a la revista Semana.
Por eso el Gobierno colombiano expulsó a los dos sospechosos de espionaje: Aleksandr Nikolayevich Belousov y Aleksandr Paristov, integrante del Servicio de Inteligencia Extranjera (SVR) de ese país.
Ver más: Rusia dice que acusación de espionaje en Colombia es infundada
“El Gobierno nacional tomó la decisión de solicitar el retiro de dos funcionarios diplomáticos rusos acreditados en Colombia, tras la verificación de que estaban desarrollando en el país actividades incompatibles con lo previsto en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas”, señaló la Cancillería en un comunicado.
En Colombia ya se habían presentado dos casos de espionaje por parte de extranjeros: el primer caso ocurrió en marzo de 2019 con la expulsión del territorio nacional del cubano José Manuel Peña García, luego de que información de inteligencia revelara que realizaba monitoreos ilegales en la base aérea militar de Palanquero.
El otro caso, es el del venezolano Gerardo José Rojas Castillo que fue expulsado de Colombia el pasado 11 de junio de 2020.
Venezuela, aliado de Rusia
En 2019, la agencia de noticias Reuters reportaba la llegada de espías rusos a Venezuela. Según la información, un grupo de contratistas privados realizaban misiones secretas para Rusia desde el vecino país y ayudaban en tareas de seguridad para Nicolás Maduro. Reuters informó que una fuente próxima a los contratistas aseguró que había un contingente en Venezuela, pero no se informó de cuántas personas o desde cuándo hacían labores en ese país. Rusia ha sido uno de los socios incondicionales de Maduro.
En marzo de 2019, varios medios de comunicación aseguraron, con base en información de miembros de la oposición venezolana, que Rusia instalaría uno escudo antiaéreo en la base de El Sombrero, ubicada en el estado Guárico, en el centro de Venezuela; información que circuló luego de la llegada a Caracas de dos aviones con técnicos rusos. Entonces, Rusia dijo que la presencia de su gente era por “acuerdos de cooperación técnica”.
Ver más: Putin expulsa a dos diplomáticos colombianos tras expulsión de rusos de Colombia
Desde tiempos de Hugo Chávez, Moscú se convirtió en uno de los principales proveedores de material militar para el chavismo; informes de prensa venezolana señalan que, en tiempos de Nicolás Maduro, la alianza se afianzó con la compra de cazas de combate Su-30Mk2, tanques y unidades de artillería. Incluso, mencionan, la instalación de una fábrica de kalashnikov en territorio venezolano, específicamente en la ciudad de Maracay (centro).
Otros casos de espionaje ruso en la región
El periódico La Nación de Argentina reportaba en 2013 la existencia de una supuesta red de espionaje ruso en América Latina. Según informaba entonces, una pareja de agentes soviéticos enviaba información clave a Moscú. Basado en información del semanario ruso Vremia, el periódico argentino, señaló que la red existía hacía más de cuatro décadas y que la intención era informar al Kremlin de los movimientos geopolíticos en la región.
“Es la historia de Mikhail Filonenko y Ana Kamáeva Filonenko, dos agentes profesionales del NKVD (servicio secreto) que a mediados de la década del 50 lograron tejer una tupida red de informadores que comenzó en los Estados Unidos y se extendió por la Argentina, Paraguay, México, Brasil, Uruguay, Colombia y Chile”, señaló el periódico ruso.
Ver más: La historia de los dos espías rusos en Colombia, ¿qué hacían en barrios populares de Bogotá?
El artículo, basado en archivos del Servicio de Espionaje de Rusia que parcialmente han perdido su carácter confidencial, asegura que algunos de estos agentes continúan trabajando para Rusia, pero “bajo banderas extranjeras”
La prensa chilena reportaba en 2015 que existió un espía ruso en Chile. Se trataba de Alexey Ivanov, quien habría llegado a ese país en 2006, según un artículo de The Clinic, gestionando un carné de identidad usando dos testigos falsos. Hizo vida en Chile e incluso, señalaba la prensa, intentó hacer negocios con el hijo de un expresidente.
En 2010, reporta Publimetro, el FBI descubrió una red internacional de espionaje y ahí estaba Lexey. Se movía por Chile y Uruguay y tenía una amplia red de contactos.
El espionaje ruso
Analistas explican que el espionaje ruso ha evolucionado desde la Guerra Fría y hoy se hace a través de tecnología y agencias de seguridad. Hoy el espionaje es digital, por lo que consideran que usar espías no es un método muy usado en la actualidad.
Ver más: ¿Siguen los contratistas rusos en Venezuela?
Según dicen, las tecnologías de información son hoy la base del espionaje, y esa es un arma muy poderosa, pues se logra vigilar a todo el mundo a través de los equipos de comunicación que se usan a diario, explican. El ciberespionaje es poderosamente efectivo, barato y no pone a nadie en evidencia, además de que se mueve a gran velocidad, aclaran.