El revés del partido de Olaf Scholz en Berlín, un reflejo del descontento social
El triunfo de los demócratas cristianos en las elecciones de Berlín podría significar la pérdida de liderazgo de los socialdemócratas, que llevan dos décadas gobernando la capital alemana. Esto ocurre cundo hay un descontento por la administración y por las condiciones de vida en la ciudad, y cuando la confianza en el gobierno del canciller Olaf Scholz ha disminuido.
El Partido Socialdemócrata alemán, del canciller Olaf Scholz, sufrió un revés importante en Berlín. En las elecciones de ayer, que se hicieron como repetición de los comicios que el Tribunal Constitucional anuló por irregularidades en el 2021, los demócratas cristianos ganaron en las urnas, lo que podría implicar el fin del gobierno ininterrumpido de los socialdemócratas en la capital alemana, después de 22 años de liderazgo consecutivo. Esto ocurre en momentos en los que los berlineses están preocupados por la seguridad y las condiciones para suplir sus necesidades básicas, y cuando Scholz no goza de altos niveles de favorabilidad (o por lo menos marca un porcentaje que está lejos del que alcanzó su antecesora, Angela Merkel).
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El Partido Socialdemócrata alemán, del canciller Olaf Scholz, sufrió un revés importante en Berlín. En las elecciones de ayer, que se hicieron como repetición de los comicios que el Tribunal Constitucional anuló por irregularidades en el 2021, los demócratas cristianos ganaron en las urnas, lo que podría implicar el fin del gobierno ininterrumpido de los socialdemócratas en la capital alemana, después de 22 años de liderazgo consecutivo. Esto ocurre en momentos en los que los berlineses están preocupados por la seguridad y las condiciones para suplir sus necesidades básicas, y cuando Scholz no goza de altos niveles de favorabilidad (o por lo menos marca un porcentaje que está lejos del que alcanzó su antecesora, Angela Merkel).
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“Berlín eligió el cambio”, aseguró Kai Wegner, el principal candidato de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU), que obtuvo el 28,2 % de los apoyos. En contraste, los socialdemócratas y los verdes, que hacen parte de la actual coalición de gobierno de Scholz, obtuvieron el 18,4 % de los votos cada uno. Así, el partido conservador, al que pertenecía Merkel, se llevó el triunfo de los comicios. Frente a ello, la actual alcaldesa-gobernadora, Franziska Giffey, aseguró que acepta los resultados con “humildad” y que la victoria de su opositor se debe al “voto protesta” con el que, según comentó, los ciudadanos desean “otros cambios”, relacionados con la seguridad, el tráfico, la vivienda y la reforma administrativa.
De hecho, los más recientes comicios en Berlín ocurrieron cuando la ciudad de 3,8 millones de habitantes tiene una escasez de 125.000 apartamentos, cuando las escuelas no tienen suficiente personal y cuando el transporte público está interrumpido en algunas zonas por extensas reparaciones. A esto se suma que los ciudadanos se quejan de la lentitud en los servicios de la ciudad, un problema agravado por su misma estructura de gobierno: en lo más alto, está dirigida por un alcalde y unos senadores que son elegidos por el Parlamento de la ciudad. Debajo de ellos hay doce consejos de distrito, cada uno encabezado por un alcalde de distrito.
Según un sondeo del Instituto Forsa, encargado por el Berliner Zeitung, el 90 % de los encuestados está insatisfecho con el trabajo de la administración y con la situación habitacional, escolar y vial de la ciudad, sobre todo en lo relacionado con la gestión de la coalición que está en el poder desde el 2016. Estas inquietudes se profundizaron en 2021, cuando un cúmulo de problemas, como el cierre a deshoras de los centros de votación y la entrega de papeletas en distritos equivocados, llevó a que la justicia anulara los comicios que debían celebrarse el 26 de septiembre de ese año. Como consecuencia, el 68 % de las personas considera que su confianza en las instituciones políticas ha disminuido algo, o incluso significativamente, más que todo entre los mayores de 60 años: los “viejos berlineses” del este. Además, en comparación con otras ciudades, como Bonn, y con otros estados, como Baviera y Mecklemburgo-Pomerania Occidental, a muchos no les gusta vivir en Berlín (solo el 66 % dice que les agrada estar allí, contra el 86 % de la antigua capital federal y el 93 % de los mencionados estados).
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Por ahora, Wegner está invitando a los socialdemócratas y a los verdes a una ronda preliminar de diálogos para formar un Ejecutivo de coalición. El objetivo, según dijo en una entrevista con la cadena “Bayerischer Rundfunk”, es que las primeras conversaciones puedan empezar esta misma semana (o la siguiente). Lo que sí tiene claro es que está en contra de una reedición de la coalición de los socialdemócratas, los verdes y los liberales, ya que, según dijo, estos tres partidos “han perdido” y el SPD de Giffey ha tenido “el peor resultado histórico jamás obtenido en Berlín”.
Según se lee en “El País” de España, esto no es solo un golpe emocional para el partido de Scholz, pues Berlín lleva dos décadas bajo el liderazgo de las tendencias de izquierda, sino que su panorama en el Bundesrat, la cámara alta del Parlamento alemán donde están representados los 16 länder (estados federados), no jugaría a su favor: el canciller podría perder unos escaños necesarios para las reformas legislativas que tiene pendientes.
Además, la favorabilidad frente a su gestión tampoco está de su lado. De hecho, en el artículo “Germans lose faith in political leaders as Olaf Scholz founders”, publicado en “The Times”, se lee que tradicionalmente el alto nivel de confianza de los alemanes en sus líderes ha bajado desde la pandemia. “La confianza ha disminuido en todos los niveles de la administración, desde la Unión Europea hasta los consejos de distrito, pero la Cancillería y el Gobierno nacional registraron, con mucho, las caídas más pronunciadas durante dos años de agitación geopolítica y económica”, se lee en el periódico. En 2021, por ejemplo, cuando Angela Merkel comenzaba su último año como canciller, el 75 % de los votantes dijeron en la encuesta anual Trendbarometer, de Forsa, que confiaban en el canciller. El mismo sondeo encontró que el 63 % confiaba en el Gobierno federal, el 54 % en el Bundestag y el 76 % en la Presidencia. Dos años después, bajo el gobierno de Scholz, la confianza en la Cancillería, como institución, se ha reducido a más de la mitad, a solo el 33 % del electorado.
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