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El Vaticano anunció el sábado la remisión a su tribunal penal de diez personas, entre ellas el influyente cardenal Angelo Becciu, por un escándalo de inversiones fraudulentas que data de 2013.
¿Cuál es el escándalo?
En 2013, la Secretaría de Estado del Vaticano tomó prestados 200 millones de euros del banco Crédit Suisse y los invirtió en el fondo Athena Capital, operado por el empresario Raffaele Mincione. Dicho fondo realizó varias “operaciones imprudentes” para intentar comprar bancos en crisis: usó la mitad de ese dinero para la compra de un edificio de lujo en Londres, a través de paraísos fiscales, y la segunda mitad la invirtió en otros bienes inmuebles.
En 2018, el fondo perdió 18 millones de euros de la inversión original que hizo el Vaticano. Sin embargo, se estima que la pérdida fue mayor. Esto obligó a la Secretaría de Estado del Vaticano a buscar una estrategia para salirse del fondo: tomar el control total de la propiedad comprada en Londres por Mincione y recuperar su dinero.
Para esto último, el Vaticano recurrió a otro intermediario financiero, Gianluigi Torzi, quien se suponía debía comprar las acciones de Mincione sobre el apartamento en Londres y crear una empresa para que la Santa Sede administrara el edificio en barrio de Chelsea en Londres. Sin embargo, el Vaticano no sabía que ambos hombres eran especuladores y contaban con cómplices en la Santa Sede.
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Torzi hizo que el Vaticano comprara 30.000 acciones sin derecho a voto, mientras que él, al tiempo, compró 1.000 con derecho a voto exclusivo para tomar decisiones. Así, el Vaticano se encontró con otro corredor que tomó el control sobre la propiedad en lugar de Mincione. Torzi no creó una empresa para que el Vaticano administrara la propiedad, sino que se quedó con el poder total él mismo y comenzó a extorsionar a la Santa Sede.
Según las investigaciones, Enrico Crasso, gestor del patrimonio reservado de la secretaría de Estado, y Fabrizio Tirabassi, funcionario financiero de la Secretaría, cobraron comisiones a cambio de favores a Torzi como la firma de acuerdos para eliminar el control del Vaticano sobre la propiedad. Todo este caso reveló las fallas en el control financiero, las prácticas ilícitas de varios prelados y el apetito que despierta el dinero de la Iglesia.
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¿Por qué terminó el cardenal Becciu involucrado en el juicio?
El influyente cardenal Becciu, de 73 años, era el número dos de la Secretaría de Estado, la administración central de la Santa Sede, cuando el procedimiento de compra del edificio londinense comenzó entre junio de 2013 y 2014. El Vaticano afirma que él aprobó esa inversión con conocimiento de causa. Por eso es procesado por malversación de fondos, abuso de poder y soborno de testigos en este caso cuyos primeros elementos comenzaron a aparecer en la prensa italiana en septiembre de 2019. Sobre él recaen otro par de escándalos por el manejo de las finanzas de la Santa Sede. El papa Francisco lo destituyó en septiembre de 2020.
Becciu será el primer cardenal procesado por el tribunal después de que el papa Francisco cambiara la ley del Vaticano para permitir que los laicos juzguen a los cardenales. Comparecerá ante el tribunal de la Santa Sede a partir del 27 de julio, según un comunicado del Vaticano.
Entre los otros acusados, el suizo René Brüllhart, expresidente de la Autoridad de Información Financiera (AIF), el gendarme financiero de la Santa Sede, debe responder por abuso de poder.
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También será juzgado por extorsión y abuso de poder monseñor Crasso, antiguo gestor del patrimonio reservado de la Secretaría de Estado, donde hay varios millones de euros procedentes en gran parte de las donaciones de particulares a la Santa Sede.
Otra personalidad investigada es Cecilia Marogna, apodada “La dama del cardenal” o “Lady Vatican”. La consultora, de 40 años, es sospechosa de haberse embolsado al menos medio millón de euros (593.000 dólares) por sus supuestos servicios de mediadora, destinados a ayudar a liberar curas y monjas secuestrados en África y en Asia. Pero el dinero que le pagaba el cardenal se utilizó, sobre todo, para comprar artículos de lujo.