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El 2022 pasará a la historia no solo como el año en que Europa se convirtió en el escenario de una nueva guerra de gran escala, por primera vez en 77 años desde el final de la última gran guerra. El hecho de que la nueva guerra haya sido iniciada por uno de los países que figuraron entre los vencedores de la anterior y uno de los garantes de su no repetición significa también que las reglas del juego en el ámbito internacional pos Guerra Fría ya perdieron su vigencia, pues la principal de ellas es la no utilización de la fuerza militar sin la autorización del Consejo de Seguridad de la ONU. Por lo tanto, la pregunta principal en este momento es si será posible terminar la guerra en Ucrania en 2023 antes de que se establece un nuevo acuerdo sobre las condiciones de la convivencia pacífica en el mundo. Sobre todo, porque en las últimas semanas todos los principales partidos involucrados han estado hablando mucho sobre la paz.
Para tratar de comprender si será posible al menos detener los combates y bombardeos de la población civil para que la gente deje de morir, hay que señalar por qué Vladimir Putin decidió iniciar hostilidades abiertas en el territorio de Ucrania. A pesar de que la versión oficial del Kremlin sobre los motivos de la guerra ha cambiado varias veces, algunas de las denuncias contra Kiev permanecen sin cambios. La primera de ellas es la falta de voluntad de Ucrania para seguir el curso acordado entre Putin y el expresidente Yanukovich en 2013, es decir, permanecer en la esfera de influencia de Rusia. El rechazo de una parte importante de los ucranianos fue lo que provocó la huida de Yanukovich y el comienzo de un conflicto armado interno con los separatistas, apoyados por Moscú en las regiones del este de Ucrania.
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La segunda razón es la insatisfacción de Putin con el lugar que ocupaba Rusia en el escenario internacional al comienzo de la guerra. Al dueño del Kremlin le parecía que, a pesar del crecimiento de la economía rusa, las pretensiones de Moscú no eran consideradas lo suficiente como para que Rusia fuera percibida como un país que tenía el mismo peso en la toma de decisiones mundiales que Estados Unidos, China y los europeos en ese momento. Admitir que este orden de cosas era consecuencia de la política del propio Putin, era demasiado duro para el presidente ruso.
Todos los demás argumentos presentados por Moscú no resisten ninguna crítica. Si hablamos de la muerte de civiles en Dombás y Luhansk como resultado del conflicto separatista, entonces el número de víctimas ha disminuido constantemente. En otras palabras, el conflicto interno en Ucrania rápidamente pasó de ser activo a uno de baja intensidad. En cuanto a la demanda de desnazificación, es simplemente inviable porque el nazismo no es la ideología dominante en Ucrania y las personas que sostienen tales opiniones (que, por cierto, existen en la propia Rusia) no tienen ninguna influencia decisiva en la política del gobierno ucraniano.
El incumplimiento de los acuerdos de Minsk (la otra justificación de Rusia) se debió, en primer lugar, a la actuación de la propia Moscú, que constantemente intentaba echar leña al fuego lento del conflicto. De hecho, Putin era el menos interesado en la implementación de los acuerdos de Minsk, porque tal escenario conduciría a la estabilización de la situación en Ucrania y haría innecesaria la participación de Rusia en el desarrollo ulterior de este país. Desde un punto de vista militar, el estatus neutral de Ucrania se discutió en mayor o menor grado todo el tiempo y, al menos hasta febrero de 2022, Kiev estuvo muchísimo más lejos de la perspectiva de unirse a la OTAN que ahora.
Más de 10 meses después de la invasión de Ucrania quedó claro que, al lanzar la invasión, Putin hizo sus cálculos mal. Todo indica que su decisión de ordenar a sus tropas invadir al país vecino se basó en la idea de que no habría guerra como tal. El presidente ruso estuvo convencido de que bastaría con que Rusia enviara tropas para que Kiev se rindiera a merced del vencedor. Esto no sucedió, y resultó que Rusia no estaba lista para una guerra larga, mientras que Ucrania sí lo estaba. Es más, la invasión permitió a las élites ucranianas fortalecer la idea de una Ucrania independiente y movilizar su población para la defensa de su patria de tal manera que probablemente no habría sido posible antes de febrero de 2022.
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El único beneficio de la guerra para Putin es el fortalecimiento de su poder personal dentro del país. En este contexto, la continuación de la guerra no es una opción preferida para Putin, porque traería aún más problemas para su país en la arena internacional, mientras por lo menos por ahora su poder dentro de Rusia está asegurado. Es por esta razón que el líder ruso está buscando una salida desde un escenario que no estaba planeado hace 10 meses. Lo que falta es encontrar una fórmula que sirva tanto para Moscú como para Kiev. La esperanza de que dicha fórmula pueda encontrarse es alta, considerando que la terminación de combates conviene a todas las partes involucradas, debido al impacto que tiene la guerra a escala global. En otras palabras, hay probabilidad de que Rusia y Ucrania lleguen a una tregua en 2023. Sin embargo, lograr una paz verdadera tomaría mucho más tiempo.
*Profesor de la Universidad Icesi.
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