Europa se queda sin reinas por primera vez desde 1832; estas princesas lo cambiarían
La mitad de las monarquías hereditarias europeas podrían tener una soberana en los próximos años. Sus reinados estarían marcados por una agenda en las que convergen la crisis climática, el movimiento Metoo y los efectos de la pandemia.
La abdicación de Margarita II de Dinamarca y la muerte de Isabel II de Inglaterra en 2022 han dejado sin reinas a Europa por primera vez desde 1832, antes del ascenso de la reina Isabel II de España y la reina María II de Portugal en 1933. Sin embargo, el continente podrá ver en el futuro hasta cinco monarcas mujeres nacidas en el siglo XXI.
Isabel, nacida en 2001, en Bélgica; Catalina Amalia (2003), en Países Bajos; Ingrid Alexandra (2004), en Noruega; Leonor (2005), en España; y Estela (2012), en Suecia. Con ellas, la mitad de las monarquías hereditarias europeas podrían tener una soberana.
Los expertos consultados por AFP apuntan que herederos hombres y mujeres enfrentarán los mismos retos en sintonía con su siglo, y que la mayor presencia femenina es gracias a las leyes que eliminaron la prevalencia de los hermanos varones.
“Suecia fue el primer país del mundo en adoptar una orden de sucesión neutral en cuanto al género, en 1980″, explica a AFP el experto sueco Roger Lundgren. Las únicas excepciones en Europa siguen siendo España, Mónaco y Liechtenstein.
Esta ley permitió que la princesa Victoria de Suecia, nacida en 1977 y madre de Estela, fuera la heredera en lugar de su hermano menor Carlos Felipe y la única mujer que podría subir al trono antes de la llegada de la generación Z.
¿Pero qué las distingue de la generación de reinas que termina con Margarita II? Cuando llegó al trono de Dinamarca, Isabel II ya reinaba y Países Bajos tenía como soberana a Juliana, que dio paso en 1980 a su hija Beatriz. Esta última abdicó en 2013.
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Cuestionamiento de la monarquía
“Muchas cosas seguirán igual”, ya que “gran parte de lo que reyes y reinas hacen hoy y lo que harán dentro de 25 años es lo que hicieron los reyes hace 200″, asegura Lundgren, en referencia a visitas de Estado, recepciones, ceremonias.
Pese a esta muestra de estabilidad a lo largo de los siglos, la monarquía no está exenta de cambios con cada generación, en un esfuerzo por mantener su legitimidad a cada muerte o abdicación, según los expertos.
Algunas de las actuales princesas estudiaron en centros de élite en sus países o en el extranjero —como Isabel de Bélgica y Leonor de España, en el Atlantic College de Gales—, y recibieron formación militar, a diferencia de reinas anteriores.
“Cada nueva generación de monarcas debe enfrentar nuevos retos y el principal, y no menor, es siempre el cuestionamiento de la utilidad de la monarquía”, explica a AFP Lisa Castro, historiadora de las monarquías del siglo XIX.
Pero a su vez, “la nueva generación estaría en condiciones de satisfacer las expectativas de sus súbditos, comprendería mejor las necesidades, los desafíos de su tiempo”, agrega la doctora de la universidad francesa Toulouse-Jean Jaurès.
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Medio ambiente y feminismo
Las princesas del siglo XXI crecieron en un contexto marcado por la crisis climática, el movimiento Metoo, la pandemia de covid, la guerra de Ucrania y, sobre todo, en una sociedad en la que las redes sociales son centrales.
“Es imposible que el signo de los tiempos no impregne la institución monárquica”, asegura a AFP la periodista española Pilar Eyre, para quien Guillermo de Inglaterra y su esposa Catalina son un ejemplo de cómo “manejar el tema de la imagen”.
“Necesitas estar en más plataformas (...), ahora que los canales de medios tradicionales que usaban las generaciones anteriores de la realeza ya no llegan a todos”, subraya la experta sueca en monarquías Ebba Kleberg von Sydow.
Cuando la neutralidad política se impone, las redes ayudan a difundir los gestos que sugieren las prioridades de las futuras reinas, que ya empezaron con sus padres. “Las monarquías escandinavas encarnan muy bien la causa ambiental”, asegura Castro.
Otra muestra de la adaptación llegó de Países Bajos en 2021, cuando el primer ministro, Mark Rutte, confirmó que la princesa Catalina Amalia podría casarse con una mujer si así lo desea, como el país permite a sus ciudadanos desde 2001.
Esto representa un paso más allá, después que muchas monarquías abrieran sus puertas a la plebe, como a la argentina Máxima Zorreguieta, esposa del rey Guillermo Alejandro de Países Bajos; y al entrenador personal sueco Daniel Westling, marido de Victoria.
En España, la reina Letizia, que conoció a su marido Felipe cuando ella trabajaba como periodista, visitó recientemente una asociación de ayuda a mujeres prostituidas, algo “inimaginable en generaciones anteriores”, según Eyre.
“Es con estos gestos con los que se gana el cariño y el respeto de los ciudadanos, no con grandes ceremonias ni grandes trajes”, abunda la experta, para quien las actuales princesas “o son reinas feministas o no serán reinas”.
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La abdicación de Margarita II de Dinamarca y la muerte de Isabel II de Inglaterra en 2022 han dejado sin reinas a Europa por primera vez desde 1832, antes del ascenso de la reina Isabel II de España y la reina María II de Portugal en 1933. Sin embargo, el continente podrá ver en el futuro hasta cinco monarcas mujeres nacidas en el siglo XXI.
Isabel, nacida en 2001, en Bélgica; Catalina Amalia (2003), en Países Bajos; Ingrid Alexandra (2004), en Noruega; Leonor (2005), en España; y Estela (2012), en Suecia. Con ellas, la mitad de las monarquías hereditarias europeas podrían tener una soberana.
Los expertos consultados por AFP apuntan que herederos hombres y mujeres enfrentarán los mismos retos en sintonía con su siglo, y que la mayor presencia femenina es gracias a las leyes que eliminaron la prevalencia de los hermanos varones.
“Suecia fue el primer país del mundo en adoptar una orden de sucesión neutral en cuanto al género, en 1980″, explica a AFP el experto sueco Roger Lundgren. Las únicas excepciones en Europa siguen siendo España, Mónaco y Liechtenstein.
Esta ley permitió que la princesa Victoria de Suecia, nacida en 1977 y madre de Estela, fuera la heredera en lugar de su hermano menor Carlos Felipe y la única mujer que podría subir al trono antes de la llegada de la generación Z.
¿Pero qué las distingue de la generación de reinas que termina con Margarita II? Cuando llegó al trono de Dinamarca, Isabel II ya reinaba y Países Bajos tenía como soberana a Juliana, que dio paso en 1980 a su hija Beatriz. Esta última abdicó en 2013.
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Cuestionamiento de la monarquía
“Muchas cosas seguirán igual”, ya que “gran parte de lo que reyes y reinas hacen hoy y lo que harán dentro de 25 años es lo que hicieron los reyes hace 200″, asegura Lundgren, en referencia a visitas de Estado, recepciones, ceremonias.
Pese a esta muestra de estabilidad a lo largo de los siglos, la monarquía no está exenta de cambios con cada generación, en un esfuerzo por mantener su legitimidad a cada muerte o abdicación, según los expertos.
Algunas de las actuales princesas estudiaron en centros de élite en sus países o en el extranjero —como Isabel de Bélgica y Leonor de España, en el Atlantic College de Gales—, y recibieron formación militar, a diferencia de reinas anteriores.
“Cada nueva generación de monarcas debe enfrentar nuevos retos y el principal, y no menor, es siempre el cuestionamiento de la utilidad de la monarquía”, explica a AFP Lisa Castro, historiadora de las monarquías del siglo XIX.
Pero a su vez, “la nueva generación estaría en condiciones de satisfacer las expectativas de sus súbditos, comprendería mejor las necesidades, los desafíos de su tiempo”, agrega la doctora de la universidad francesa Toulouse-Jean Jaurès.
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Medio ambiente y feminismo
Las princesas del siglo XXI crecieron en un contexto marcado por la crisis climática, el movimiento Metoo, la pandemia de covid, la guerra de Ucrania y, sobre todo, en una sociedad en la que las redes sociales son centrales.
“Es imposible que el signo de los tiempos no impregne la institución monárquica”, asegura a AFP la periodista española Pilar Eyre, para quien Guillermo de Inglaterra y su esposa Catalina son un ejemplo de cómo “manejar el tema de la imagen”.
“Necesitas estar en más plataformas (...), ahora que los canales de medios tradicionales que usaban las generaciones anteriores de la realeza ya no llegan a todos”, subraya la experta sueca en monarquías Ebba Kleberg von Sydow.
Cuando la neutralidad política se impone, las redes ayudan a difundir los gestos que sugieren las prioridades de las futuras reinas, que ya empezaron con sus padres. “Las monarquías escandinavas encarnan muy bien la causa ambiental”, asegura Castro.
Otra muestra de la adaptación llegó de Países Bajos en 2021, cuando el primer ministro, Mark Rutte, confirmó que la princesa Catalina Amalia podría casarse con una mujer si así lo desea, como el país permite a sus ciudadanos desde 2001.
Esto representa un paso más allá, después que muchas monarquías abrieran sus puertas a la plebe, como a la argentina Máxima Zorreguieta, esposa del rey Guillermo Alejandro de Países Bajos; y al entrenador personal sueco Daniel Westling, marido de Victoria.
En España, la reina Letizia, que conoció a su marido Felipe cuando ella trabajaba como periodista, visitó recientemente una asociación de ayuda a mujeres prostituidas, algo “inimaginable en generaciones anteriores”, según Eyre.
“Es con estos gestos con los que se gana el cariño y el respeto de los ciudadanos, no con grandes ceremonias ni grandes trajes”, abunda la experta, para quien las actuales princesas “o son reinas feministas o no serán reinas”.
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