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Miembros de la Federación Nacional de Minas y Energía de Francia, que hace parte del poderoso sindicato de la Confederación General del Trabajo (CGT), amenazaron al gobierno con dejar a oscuras una serie de eventos en el país en represalia por los recientes cambios en el régimen de pensiones.
El pasado 15 de abril, el presidente francés, Emmanuel Macron, promulgó su controvertida e impopular ley de las pensiones, la cual retrasa la edad de jubilación 62 a 64 años. El mandatario había adoptado pasar la ley por decreto en marzo, al temer perder la votación en el Parlamento. El CGT, entre otros sindicatos, continúan protestando contra la reforma que contó con el aval del Consejo Constitucional.
“¡Macron prometió 100 días para apaciguar (las protestas), le prometemos 100 días de acción e ira! Este no es momento para la renuncia”, señaló el sindicato en un comunicado.
Los eventos amenazados son el Festival de Cine de Cannes, el Gran Premio de Mónaco, el Abierto de Francia y el Festival de Avignon. Todos estos, dicen los manifestantes, podrían quedarse a “oscuras”. Para Fabrice Coudour, secretario general del CGT, el objetivo con esto no es evitar que estos eventos sucedan, sino que se conviertan en una plataforma para la protesta y visibilizar el inconformismo con la reforma.
“Queremos demostrar que no estamos pasando página y el enfado sigue presente y queremos expresarlo donde podamos. Queremos ser escuchados, en los medios y localmente. Incluso en el festival de cine de Cannes. Hay celebridades que comparten nuestro punto de vista”, dijo Coudour a la cadena BFM TV.
Además de las amenazas de apagones a estos reconocidos eventos, los sindicatos han convocado a un “día nacional de la ira” el próximo 3 de mayo, fecha en la que buscarán marchar de nuevo para condenar la reforma pensional.
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Para intentar pasar página rápidamente del conflicto social, Macron prometió adoptar medidas concretas para mejorar la salud, la educación y el empleo de los franceses antes del 14 de julio, cuando se celebra la fiesta nacional del Día de la Bastilla.
A pesar del entusiasmo con el que emprendió su gira de 100 días, en la que también quiere defender su segundo mandato que irá hasta 2027, Macron se encontró con abucheos, pedidos de dimisión en las calles y cacerolazos.
“Las cacerolas no harán que Francia avance”, respondió Macron durante su desplazamiento, en el que fue duramente abucheado. “Hay que oír el enojo, y no soy sordo ante él (...), pero no me impedirá seguir desplazándome”.
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Apenas un año tras su reelección, el oficialismo todavía debe afrontar cuatro años que pueden complicarse si no consigue apoyos en la Asamblea Nacional (cámara baja).
Macron le pidió a la primera ministra, Elisabeth Borne, “ampliar” su mayoría “tanto como pudiera”, buscando por ejemplo el apoyo del partido derechista Los Republicanos (LR), cuyos 62 diputados podrían asentar la mayoría presidencial.
El líder de LR en la Asamblea, Olivier Marleix, frenó rápidamente la idea: “No habrá ni coalición ni pacto de gobierno”. La reforma de las pensiones dividió profundamente a su grupo.
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